Cultura

Canetti 1994. El fuego frío de las palabras

Por: Julio Figueroa / juliofime@hotmail.com

‘Nadie conoce el corazón secreto del reloj’, y el de Elías Canetti se acaba de apagar en este caliente agosto mexicano. Había vivido en perpetua guerra a muerte contra la muerte y al fin fue cogido. La insoportable muerte se lo ha cargado. Qué le vamos a hacer. No hablará ya; las palabras ahora hablan por él ¿Es que entonces la muerte no ha podido con él? ¡Dar más vida a la vida y algo más después de la vida, el regalo de la literatura!

Llueve suave en la calle. El día no es triste, sino melancólico. Abrumado de trabajo, me acabo de enterar de su muerte. Interrumpí lo que hacía en casa y fui y cogí algunos de sus libros. Veo sus fotos de buen abuelo gruñón. Releo sus aforismos. Quiero entender el sentido de su rebelión contra la muerte. Su rabia, su indignación, su altanería. Su no resignación en ningún momento ¿Una lucha de antemano perdida? Como todas las luchas. ¿Cómo fueron sus últimos años, sus últimos instantes? No puede ya decirnos nada, mas sus palabras hablan todavía. Hablan porque siguen vivas, respiran, palpitan:

“Palabras que solo se abren paulatinamente.

 

Palabras que llegan en el acto, como balas.

Palabras, por ósmosis, que se metamorfosean dentro del destinatario.”

Elías Canetti, 1905-1994. Premio Nobel de Literatura 1981. Todavía nos dejó un último libro. Tarde o temprano llegará a los ojos. Bien lo dijo él: “Única salvación: la vida de otro”. Un escritor, no un hablador. (Texto publicado en ‘El Nuevo Amanecer de Querétaro’, el 22 de agosto de 1994).

Última anotación personal del domingo 17 de agosto de 2008:

–Traigo la muerte atrás y adelante me está esperando. Si me paro, me alcanza; si corro, la alcanzo. Julio F.

Apuntes sueltos de Elías del corazón secreto de su reloj transcritos en este agosto mexicano lleno de agua por todos lados y al filo del fuego de 2016:

–Una obra tardía hecha de cartas.

–Los muertos se alimentan de juicios; los vivos, de amor.

–No dar las gracias; colmar de gracias.

–Vivir en secreto ¿Hay algo más espléndido?

 

–Dejar abierta la boca de las frases…

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