Afectaciones económicas, plantas y árboles muertos, enfermedades por agua insalubre o desplazamiento forzado son las consecuencias de la escasez de agua en el fraccionamiento Campestre San Isidro, el cual es habitado principalmente por adultos mayores que llegaron al lugar hace casi 40 años.
“Tengo árboles que ya no producen, que se han secado. Ya no tengo oportunidad de consumir de ahí mismo y ahora todo eso lo debo comprar. Antes podíamos compartir aquí entre los vecinos, el que tenía limones le daba al que tenía guayabas y se hacía una especie de trueque, ahorita ya no hay nada de eso” lamentó Arturo, adulto mayor jubilado que habita en San Isidro.
El costo de no tener agua directa varía conforme los depósitos que haya en cada hogar. Por ejemplo, hay quienes tienen una cisterna con capacidad para 10 mil litros de agua, cantidad que suele rendir entre los 15 o 22 días y el costo de la pipa varía entre 700 y 900 pesos.
Arturo y su esposa Luz María calculan que al mes hacen un pago de agua de 500 pesos por persona, lo que les resulta excesivo y ha afectado su economía. Consideran que, si destinaran una parte para mantener en buenas condiciones sus plantas y árboles, pagarían cinco veces esa cantidad.
“Si el municipio consideraba que había que restablecer la red porque estaba rota o porque ya no servía, está bien, pero debían renovar la red y conectar a todos. Porque si no en ese momento ya estás haciendo una red pública al servicio de un privado”
Arturo, habitante de la zona que lleva años sin agua en San Isidro.
María Flores, residente del fraccionamiento con 52 años, también tenía gusto por plantas y árboles, pero en su caso prefirió “echar cemento” a su área verde, porque no le era posible mantener el riego necesario. En su casa viven cuatro personas y reutilizan el agua para que rinda máximo 22 días.
“Nos hicieron que pusiéramos tuberías nuevas y todo se ha hecho a base de cooperar para lo que nos pedían respecto al agua. Duramos pocos meses con el suministro porque clausuraron el pozo, de ahí para acá no ha habido nada de agua. Ya es mucho tiempo para que no tengamos algo que es elemental para todos”, mencionó María Flores.
Distintas personas han abandonado sus terrenos o vendido sus casas, un desplazamiento forzado por la falta de servicio y cada vez más dificultades para tener una solución real por parte de las autoridades. En otros casos, aunque lo desean, no han podido salir del lugar.
“En lo personal a mí me afecta en que no puedo vender mi propiedad. Estoy muy disgustado aquí, no vivo en malas condiciones, pero no pienso invertirle ni un sólo peso más a este inmueble si no tiene agua. Traté de venderlo, pero no fue posible”, relata uno de los habitantes del fraccionamiento, que prefiere mantener el anonimato.
En su caso la negación a pagar es porque desconfía de los precios establecidos por un particular, pero dice que, si el servicio fuera brindado por el estado, pagaría lo que fuera correspondiente.
“Tengo dos tinacos de 2 mil 500 y uno de 5 mil litros, tuve que comprarlos y comprar bombas. Por un lado, te acostumbras a vivir así, pero no es lo correcto porque la calidad de vida se va deteriorando”.
Mónica Medina Franco, lleva menos de 10 años de habitar en el lugar. En su casa viven ocho personas, siete perros y un gato. Los 10 mil litros de la cisterna les duran 15 días, pero dice que está conforme con la pipa que le surte, porque conserva el precio de 700 pesos.
“Hemos estado batallando sin agua y la cuidamos como oro. La mesa directiva ha intentado acercarse a las diversas instancias para que nos surtan el agua, pero no se ha logrado”, lamenta Mónica Medina.
Oscar López Velarde, su hermano y otros vecinos tuvieron que cambiar el servicio de pipas que se encuentra en la comunidad de La Griega, porque tras días de observación cayeron en cuenta que se les proporcionaba “mucho menos cantidad de agua, por el mismo precio”.
Óscar López.
Otros inconvenientes que el residente ha tenido por los años sin agua, está que uno de sus pinos se secó al grado de colapsar y cayó encima de sus carros; aquella ocasión sus vecinos y Protección Civil acudieron para retirar el árbol con una motosierra.
Aurora y Daniel, pareja que lleva cinco años en San Isidro, señalaron que al comprar les dijeron que el suministro de agua estaba garantizado, pero dudaron de ello y mandaron a hacer una cisterna de 20 mil litros, “desgraciadamente teníamos razón”, mencionan.
“Las pipas dicen que traen agua potable, pero me enfermé del estómago y tuve que pagar todo un tratamiento. Así que tuvimos que instalar un filtro, porque el agua que nos está llegando es sumamente dura”
lamentó Daniel.
Tribuna de Querétaro buscó un posicionamiento del municipio de El Marqués, respecto a la problemática en San Isidro, pero no se obtuvo respuesta. Tanto la Asociación de Colonos Desarrollo Campestre, San Isidro A.C. como los vecinos que han realizado acciones por su cuenta, están pendientes a que alguna de las instancias correspondientes pronto solucione la situación de escasez de agua.
Todavía este sábado 14 de enero vecinos de la colonia acudieron a un foro con motivo de la Ley Nacional de Aguas en el Teatro de la República para protestar por tres años sin servicio, que es el tiempo que un grupo del fraccionamiento lleva sin servicio en sus hogares.