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Marcos, las horas mas bajas

Víctor López Jaramillo

No han sido semanas fáciles para el alcalde Marcos Aguilar Vega. Su carácter tampoco le ha ayudado. Por ello, ha abierto varios frentes y la semana que concluyó se vio rebasado por las circunstancias.

Lejos han quedado los días del desfile triunfal acompañado de la frase Memento mori, donde pretendía mostrar que ninguna circunstancia lo haría despegar los pies de la tierra.

A seis meses de iniciada la administración, Marcos Aguilar se ha pasado la mayor parte del tiempo administrando conflictos. Claro, la polémica es parte de su marca como político, eso lo ayudó a distinguirse mientras fue activo diputado tanto local como federal.

Sin embargo, parece no haber entendido el cambio de cancha y se comporta de la misma manera. Como legislador, el ser polemista ayuda a jalar reflectores, identificar y atacar a sus enemigos. Solo baste recordar sus lances contra el entonces diputado local priista Ricardo Carreño Faustro. En ese y otros enfrentamientos hasta amenazas de demandas legales aparecieron.

Aguilar olvida que ya no es un miembro más del poder legislativo y, en cambio, ahora cumple una función ejecutiva en donde no se puede dar ese lujo.

Podrán argumentar sus apologistas que Marcos Aguilar siempre ha estado bajo fuego, atacado desde hace mucho. Tienen razón, sin embargo, cabe citar la frase del exgobernador de Guanajuato, José Aguilar y Maya: “El gobernador podrá tener muchos enemigos, pero él no puede ser un enemigo de nadie. La misma situación podemos aplicarla para la alcaldía queretana, Marcos Aguilar podrá tener muchos enemigos, pero él mismo no debería ser enemigo de nadie”. No se puede tomar el cargo para ejercer revanchas.

Pero más que enemigos externos, el propio enemigo de Marcos Aguilar está en casa. Incapaces de entender el latín de Memento Mori, su equipo de trabajo y él mismo se ha dedicado a derrochar capital político.

Lo primero fue la polémica designación del general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy como titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana Municipal. Su actuar impulsivo desde los primeros días sembró la desconfianza entre la ciudadanía. El arrebato de hacer público su número celular para recibir llamadas a todas horas más que brindar confianza, sembró la duda sobre las capacidades del general.

Después vino el helicóptero, el enfrentamiento con gobierno del estado sobre la presencia o no de crimen organizado en el estado, todo esto como trasfondo el hecho de que la capital no se integraría al mando único de policía. Las divisiones comenzaban a aparecer.

Enemigo interno de Marcos ha sido su propia lengua que no ha podido gobernar; si antes filosa espada, hoy peligrosa daga que se clava en su credibilidad.

La privatización de la recolección de basura, la pinta de los puentes, todo ha sido material de polémica; absurdo resulta culpar a sus enemigos cuando desde Centro Cívico atizan el fuego por falta de prudencia y oficio político.

Sumemos la polémica afirmación de que se iban a vender las casas de la cultura. El pobre manejo de daños posterior donde dijo que no dijo lo que sí dijo para luego afirmar que dialogaría con la comunidad cultural y finalmente dejar en manos de la UAQ un diagnóstico particular de las casas de la cultura.

Una foto de elementos de la policía cargaron bolsas de mandado del general Rolando Hidalgo, que en otras circunstancias hubiera sido chabacanería pura, fue el inicio de la semana más complicada en el gobierno de Aguilar.

Los policías se rebelaron contra su jefe y subjefe. Exigieron su destitución. Imagine un barco donde los marineros se amotinan y exigen la caía del capitán y del segundo a mando.

Un paro policial inédito en la historia de Querétaro marcó las horas mas bajas de Aguilar mientras en Palacio de la Corregidora, de un grupo distinto al del propio Aguilar, aprovechaban la circunstancia política y anunciaban que ellos vigilarían lo que en el motín contra el general se había descuidado: la seguridad de los capitalinos.

La hipótesis de que la rebelión policiaca estuvo alentada por sus enemigos externos no es descabellada, sin embargo, ninguna rebelión encuentra posibilidad de crecer si se tiene orden en las filas de gobierno, cuando hay descontento, éste es prado seco que cualquier llama convierte en incendio.

Sacando sus habilidades como bombero, Marcos Aguilar parece tener controlada la situación, por el momento, pero si sigue la misma falta de coordinación entre sus subordinados, mas incendios podrían llegar.

Mientras, Marcos vive sus horas políticas más bajas.

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