Radiografías municipales: El Marqués
Por: Abelardo Rodríguez Macías
Unidad de Investigación Periodística UAQ
El municipio del Marqués comparte con los de Querétaro y Corregidora la vasta zona metropolitana de la capital del estado. Actualmente, el crecimiento de esta “mancha urbana” apunta hacia buena parte de sus 46 comunidades: La Cañada, Saldarriaga, El Colorado, Hacienda La Cruz, La Laborcilla, entre otras.
Tanto fraccionamientos de “interés social” —para familias de bajos y medianos recursos—, como colonias residenciales y universidades privadas para clase alta —tales como la Universidad Anáhuac y el Fraccionamiento Zibatá— han cambiado de manera radical la composición social, económica y política del municipio.
La presión sobre la llamada “reserva territorial” de El Marqués es muy alta. Un ejemplo útil de esta situación es la construcción del Aeropuerto Internacional de Querétaro en la comunidad de San José Navajas, que surgió como alternativa a la saturación del aeropuerto de la Ciudad de México y que prometía ser un buen negocio al pretender canalizar una buena parte de vuelos nacionales e internacionales.
Esta expectativa creció cuando los habitantes de San Salvador Atenco lograron cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en sus tierras ejidales.
Entonces resultó que gran parte de las tierras en donde se construiría el nuevo aeropuerto queretano ya eran propiedad de un político que constantemente ha sido acusado de “tráfico de influencias” y de aprovechar sus puestos públicos para hacer negocios privados. Nos referimos a Diego Fernández de Cevallos, político del Partido Acción Nacional (PAN) avecindado en Querétaro.
Desarrollo histórico de El Marqués
El municipio de El Marqués se fundó como tal en 1941, con una extensión de 784 millones de metros cuadrados y como un municipio rural y campesino. En su territorio se asentaron los primeros y originarios habitantes del estado de Querétaro: los Chichimecas y los Ñhañu. En él vivió el conquistador indígena de la región: Fernando de Tapia, Conín.
Sus habitantes, la mayoría de origen indígena, constituyeron una República de Indios, lo que habla de su importancia durante la Colonia; participaron activamente en las luchas por la Independencia Nacional; en el siglo XIX se convirtieron, junto con los habitantes de Hércules, en el origen de la clase obrera queretana al entrar a trabajar en la primera industria asentada en el estado: La fábrica textil El Hércules.
En la cabecera municipal, La Cañada, tuvo una casa Venustiano Carranza, en donde habitó durante los trabajos previos a la promulgación de la Constitución de 1917. En los años setenta, a la par de experimentar una fuerte industrialización, existieron movimientos políticos opositores como el del “Poder Popular”.
Actualmente —nos dice don Félix González Ramírez, vecino de La Cañada y de oficio carpintero— en El Marqués hay quince parques industriales de los veinticuatro que existen en toda la entidad, mismos que absorben una parte considerable de empleos; pero el salario promedio que les ofrecen a los trabajadores, la mayoría habitantes de El Marqués, es de 600 pesos semanales.
Para paliar estos bajos sueldos, las empresas les proponen “doblar turnos” y pagarles 1200 pesos semanales por jornadas de trabajo que van de doce a dieciséis horas al día, lo que nos hace recordar los aciagos días de los trabajadores textiles de la fábrica El Hércules, que también protagonizaron la primera huelga en el estado en 1872.
Don Félix añade: “Aquí en el municipio tenemos la mayor parte de las industrias de Querétaro, cerca de doce desarrollos inmobiliarios y aproximadamente veintidós universidades públicas y privadas. Pero todo este progreso no es para nosotros, sólo beneficia a los que vienen de afuera”.
El extractivismo urbano
Generalmente relacionamos las prácticas de extractivismo —término con el que se denomina a la economía basada en una alta dependencia de la extracción intensiva de recursos naturales destinados a la exportación— o de despojo y explotación, con la minería. Las características actuales de las grandes mineras, como la del Grupo México, en Sonora, son: despojo de tierras de uso común, como ejidos, o de pequeña propiedad; explotación laboral a los pocos trabajadores locales que contratan y alta contaminación ambiental que destruye las ecologías locales.
Hay que señalar que la promesa de estas empresas como generadoras de empleos se queda muy corta, pues a diferencia de la minería industrial de los siglos XIX y XX —en donde se empleaba a miles de trabajadores, que luego luchaban y generalmente obtenían algunas mejoras salariales y laborales— en la minería actual se utiliza tecnología, como fuertes explosivos y grandes maquinarias robotizadas, que prescinden de la mano de obra humana.
Y algo similar sucede con el extractivismo urbano: las grandes y pequeñas inmobiliarias compran muy barata la tierra a campesinos, una forma “legal” de despojo, vendiéndola después muy cara, con lo que logran altas ganancias y generan un nulo desarrollo social, además de destruir la ecología local. En el caso de El Marqués, el Fraccionamiento Zibatá resulta un buen ejemplo de este extractivismo, pese a los premios internacionales que ha recibido por ser modelo de sustentabilidad inmobiliaria.
{loadposition FBComm}