Información

Una voz que salva vidas

Mi labor me llena de satisfacción porque “tiene impacto ciudadano”: Araceli Oropeza, psicóloga que atiende las llamadas de suicidio

Foto: Guadalupe Jiménez

Por: Luz Marina Moreno Meza

Su voz es conocida por muchas personas que han pensado e intentado suicidarse. Pero no la conocen ni saben su nombre.

Busca tranquilizarlos y escucharlos para que desistan de su objetivo. Los cables telefónicos la unen con hombres y mujeres desesperados.

Araceli Oropeza Huerta llegó a Querétaro en 2005 proveniente del estado de Michoacán. Psicóloga de profesión, ahora es una de las responsables del Código Violeta que se instrumenta desde Protección Civil.

Su interés por la psicología surgió desde la infancia. “Desde chiquita la primera carrera que quise estudiar –pues estaba en el kínder, en la primaria– yo quería ser educadora, adoraba a mi maestra de kínder”.

Con una sonrisa plasmada en su jovial boca prosigue:

“Posteriormente cuando entré a secundaria decidí que quería hacer psicología; pero un motivo en especial no, no te lo sé decir, simplemente conocí gente que estudiaba psicología y dije ‘yo voy a ser psicóloga’ y ¡pum! ¿Un motivo especial? No, no tengo.”

Con 32 años de edad, narra cómo fue que en Querétaro se le otorgó la oportunidad de ejercer su profesión; esto a consecuencia de una carencia tangible en el estado.

Durante su adolescencia estuvo de voluntaria en protección civil en Uruapan, Michoacán; en este lugar se tenía un proyecto denominado Rescate y Protección Civil, mismo que tenía como objetivo otorgar apoyo a la sociedad en situaciones de riesgo.

En 2005 presentó ante Carlos Uribe, entonces jefe de Protección Civil del estado, un proyecto de intervención en crisis en emergencias.

“Pues le atrajo la idea porque aquí en Querétaro no había un programa de intervención en crisis, que contemplara la parte psicológica en emergencias. Aceptó el proyecto, me aceptó en su unidad de Protección Civil en la dirección de Emergencias y bueno ya a partir de ahí empezamos a trabajar”.

La línea nacional de emergencias, el 066, es una de sus principales herramientas de trabajo.

A través de este medio, Araceli Oropeza se comunica con la gente que está en crisis y que por distintos factores han decidido compartir sus penas con una desconocida.

“No los conoces, la función del anonimato suele ser muy benéfica para las personas que se quieren desahogar, que quieren platicar”.

Código Violeta es un protocolo que surgió por las altas cifras en intento de suicidio. Se trata de “un procedimiento de atención en emergencia que incluye la parte psicológica en caso de suicidio o de consumado con los familiares”, explica Oropeza.

 

Inmersa en las dificultades

Hay situaciones donde la vida pende de un delgado hilo y el intento de suicidio es una de éstas.

La psicóloga Oropeza Huerta se percató que ante estas problemáticas no es suficiente realizar las intervenciones telefónicas, es necesario tener un encuentro cara a cara, frente a frente con aquellos pacientes que tienen como objetivo terminar con su vida.

“Me asignaron un vehículo de emergencia y empezamos a hacer la intervención en emergencia, ¡Asistía al lugar con sirena, con todo! (…)

“Hay cosas que decir, que alguien te escuche, y que aparte de todo ponga un enfoque meramente psicológico, que pueda empezar a trabajar esta parte del problema de la persona; les ayuda el hecho de que te escuchen, que te hagan ciertas puntualizaciones a desistir del acto suicida”, piensa.

Para las intervenciones en crisis se requiere un gran equipo de trabajo que esté dotado de médicos, bomberos, policías, personal de protección civil y personas que atienden el 066; todos ellos, resultado de todo un arduo proceso de capacitación.

Hombres y mujeres, niños y adolescentes intentan suicidarse, no importa la técnica, aunque muchos mitos exponen que los hombres suelen ser más certeros puesto que sus métodos tienden a lo radical.

Factores distintos son los que orillan a estas personas desesperadas a extinguir la mínima llama de la vida: el amor –y contraparte, el desamor– dominan en el campo del suicidio.

“Mi esposo tiene otra”, “no me llevo bien con mis hijos, con mi familia”; y la expresión por excelencia: “me dejó el novio”.

 

Ha luchado por convencer a mujeres con delirios y doble personalidad

Mientras movía sus manos, Chely, como sus más allegados tienden a llamarla, explicó que “cada intervención es diferente y de ahí la sensibilidad que pueda tener cada quien para hacer, como se dice en la calle, hacer clic con el paciente”.

“Nosotros le llamamos hacer transferencia, para que ese paciente te empiece a contar y a partir de ahí que uno pueda hacer ciertas puntualizaciones, ciertas intervenciones que promuevan que esa persona empiece a pensar que puede hacer cosas o que puede resolver su problema ¡sin que se lo digas, sin que le eches porras!

“Ésa es la cuestión meramente clínica”.

–¿Alguna situación a la que te hayas enfrentado que te haya marcado o generado más conmoción?

A lo que Oropeza contesta, que en su tiempo de trabajo, dos experiencias le han regalado momentos de sorpresa y adrenalina.

La primera tomó lugar en un motel, su personaje, un músico. En la segunda tuvo que lidiar con dos personas atrapadas en un solo cuerpo, era una paciente psicótica, con delirios y con un trastorno de doble personalidad.

Con un tono entusiasta y con una mirada inspirada en los recuerdos, Chely narra la historia del joven músico.

“Era un chico que venía del Estado de México, músico y que intenta suicidarse; su método iba a ser colgarse de una sábana, estaba en un motel. Él agarra el directorio y ve que el 066 es de emergencias y lo marca: ‘me quiero suicidar’ (…)

“Activan el Código Violeta, nos lanzamos todos al lugar y llegando allá, pues se empieza a hacer la intervención, una intervención bastante difícil, que duró.

“Creo que ha sido de las más largas que he tenido, duró como tres horas, este chavo aparte de que se intentaba suicidar traía un cuadro depresivo, paciente psiquiátrico y aparte todavía había sido violado”, recuerda.

Creando conciencia

“Somos vistos como los loqueros, nadie va al psicólogo en México, la verdad es que la cultura en términos psicológicos, es muy, muy baja. Hay países como Argentina, que es una cultura de ir al psicólogo y queda claro que ir al psicólogo no es estar loco, es una necesidad que todos tenemos.”

Sin embargo, con un aire esperanzador Araceli expresa que la solución está en crear conciencia; ella ha notado un progreso dentro de su área laboral ya que cuatro mil 500 emergencistas actualmente tienen claro que el aspecto psicológico en fundamental para el desarrollo de su trabajo.

Es una lucha individual que por supuesto requerirá de tiempo: “cada quien desde su ámbito va a tener que hacer su labor”, argumenta.

Su labor reside en brindar apoyos a la sociedad, a las comunidades, otorgándoles armas con las cuales puedan pelear en contra de la vulnerabilidad.

“Bueno, yo creo que las cosas se me pusieron para que me pasara así, me dieron la oportunidad en Protección Civil”. Chely, alzando los hombros y con una sonrisa despreocupada, concluye: “Entonces me gusta mi trabajo.”

{loadposition FBComm}

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba