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Escritura testimonial en América Latina

La escritura testimonial tuvo un auge durante los años setenta hasta finales de siglo en Latinoamérica. La incursión de múltiples narrativas y una nueva visión de la historia comúnmente llamada “de abajo hacia arriba” se propagó correspondiente al contexto, tiempo que Annette Wieviorka denominó “la era del testigo”, en el que diversas expresiones culturales se vincularon con la memoria, así como una crisis en las formas de representación, esta última la categoría con la que la filósofa francesa denominó al cambio dentro de los campos artístico y social.

Debido al debilitamiento de instituciones modernas, los lugares de enunciación marginal fueron apropiándose del espacio público y artístico, ampliando los discursos al confrontar la homogeneidad derivada de los Estados-nación. Se hicieron presentes Juan Pérez Jolote de Ricardo Pozas en 1948, que retrata la vida de un tzotzil chiapaneco; Operación masacre de Rodolfo Walsh en 1957, la cual se considera la primera obra de no ficción en la que se revela una serie de asesinatos durante la dictadura en Argentina, así como Biografía de un cimarrón de Miguel Barnet, de 1966, enfocada en la vida de Esteban Montejo, un cubano negro de 108 años. Estas tres obras se convirtieron en un referente periodístico y de escritura testimonial estudiada en ciencia sociales con mayor vehemencia por su implicación social e histórica, principalmente por el tipo de sujeto y acontecimiento referidos.

Los factores predominantes para el éxito de la escritura testimonial fue la carga política en una época concentrada en el marco de la Guerra Fría y diversas manifestaciones sociales alrededor del mundo: revoluciones, dictaduras, movimientos contraculturales, etcétera, o de situaciones dentro de la cotidianidad en países denominados subdesarrollados, en los que destaca la publicación de Quarto de despejo de la brasileña Carolina María de Jesús, quien retrató, en un diario, la vida dentro de las favelas y las implicaciones de ser una mujer, negra y pobre o el testimonio realizado por la escritora y feminista Moema Viezzer acerca de Domitila Barrios de Chungara, trabajadora minera y posterior líder sindical en Bolivia, titulado Si me permiten hablar… ambas referentes de la escritura testimonial de mujeres.

En los años posteriores se realizaron diversos trabajos testimoniales que permitieron el acceso al entramado de las relaciones sociales, además del entendimiento acerca de las formas en que las personas afrontan la experiencia de vivir en un determinado lugar y momento, evidenciando que la cultura no es monolítica, cuyos relatos e incluso la propia escritura como oficio, son la recuperación de la memoria frente al oficialismo, que cabría en la frase de Geoffrey Hartman, al decir que “recordar el pasado es un acto político”. Dentro de este paradigma, en 1983, se publicó Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia escrito por Elizabeth Burgos, que relata la vida de la maya quiché Rigoberta Menchú y las atrocidades a las que son sometidas las poblaciones indígenas en Guatemala o la obra Este es mi testimonio de María Teresa de Tula, mujer salvadoreña defensora de los derechos humanos, publicada en 1995, por citar ejemplos.

La escritura testimonial ha desembocado en apropiaciones impersonales de sucesos personales y vidas privadas llevadas a lo público, del individuo como un ente político. La importancia de estos textos radica en la superposición de las vivencias sobre la oficialidad, rescatando una diversidad de narrativas y visiones al respecto, algo que Bárbara Harlow denominó “literatura de resistencia” para analizar el fenómeno. Los ejemplos mostrados son solo algunos ejercicios que vale conocer, propicios para participar en la construcción de una memoria en común, lo que, además, nos otorga un conocimiento polivalente de una realidad compleja. El testimonio, para concluir, se sustenta en contra del poder de la amnesia colectiva y otorga un cambio de signo para todo aquello que se encuentra en el margen, porque, parafraseando a Caparrós: la escritura testimonial será marginal o no será.

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