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Las generaciones herederas del 23 de septiembre

En la primera generación LC23S, las mujeres no asumieron cargos de dirección política y militar salvo en ocasiones excepcionales. La mayoría fueron militantes que experimentaron procesos pedagógicos básicos sobre teoría marxista y prácticas militares.

¡Madera, Madera!, gritó Mario Álvaro Cartagena López, en plena fuga del penal de Oblatos, en Guadalajara. Eran las siete de la noche con cuarenta minutos del 22 de enero de 1976. Para identificarse como sus compañeros, los integrantes del comando exterior debían contestar Gámiz. Los militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S) que se alejaban a toda velocidad de la cárcel eran jóvenes entre 22 y 25 años, que fueron unos niños o adolescentes cuando en la sierra de Chihuahua, el Grupo Popular Guerrillero intentó asaltar el cuartel de Madera el 23 de septiembre de 1965. Transcurridos once años, las palabras claves entre fugados y rescatistas fueron el apellido de Arturo, el joven profesor que dejó las aulas rurales para organizar la insurgencia. 

Uno de los aspectos más interesantes de la propia acción liberadora fue la reunión de trayectorias tan diversas unidas por un aspecto común: la militancia comunista de quienes integraban una segunda generación de la Liga Comunista 23 de Septiembre que un par de años atrás disputó la dirección del proyecto a la generación fundadora. A través de breves apuntes biográficos sobre Enrique Guillermo Pérez Mora, el Tenebras, y Alicia De Los Ríos Merino, la Susan, ambos participantes en esa fuga, planteo la pertinencia de comprender la LC23S como una organización insurgente en la que participaron por lo menos tres generaciones de jóvenes militantes en un período aproximado de 10 años.

El Tenebras y la Susan: las historias subalternas en las filas insurgentes.

Mis padres se conocieron cuando él descendía por una torre de la penitenciaria y ella combatía con policías vigías de la puerta principal. En tanto una mayoría conmemoran su origen familiar con por lo menos una fotografía de boda, cada 22 de enero celebro el aniversario de una pareja que se conoció entre el olor de la pólvora y el regreso a las calles después de dos años de prisión política. Enrique nació en junio de 1951 en Cuquío, Jalisco. Fue el segundo hijo de cuatro en una familia que migró a Guadalajara y se estableció en el barrio de San Andrés. Los hijos estudiaban y despachaban el comercio que estableció su madre María y su padre Camilo. El resto del tiempo de Enrique transcurría con sus amigos conocidos como Los Vikingos. Entre 1966 y 1970 experimentó una comunidad de barrio que transitó hacia la organización estudiantil del Frente Estudiantil Revolucionario, conformada por liderazgos antagónicos a la Federación de Estudiantes de Guadalajara. Tras enfrentamientos que culminaron en las muertes de líderes de ambos bandos, desde noviembre de 1970 Enrique y otros estudiantes enfrentaron un proceso judicial desde la prisión de Oblatos.

La radicalidad política le alcanzó en la cárcel: conoció los planteamientos de una coordinación insurgente nacional a través de sus compañeros sonorenses Juan Manuel Rodríguez Moreno y Fernando Salinas Mora, ambos cercanos al Movimiento 23 de Septiembre. En 1973 y apenas un par de días después de recobrar la libertad, viajó a Ciudad Obregón, Sonora. En esa primera generación de la recién constituida LC23S militó bajo una dirección regional que provenía del FER. En febrero de 1974 el Tenebras fue herido y detenido por la Dirección Federal de Seguridad. Para entonces era el responsable de la LC23S en Guadalajara. De nuevo fue trasladado al penal de Oblatos, de donde escapó dos años después con otros cinco militantes en una fuga que resultó épica por su éxito pero que desató una represión implacable contra familiares, presos políticos y la propia organización. Enrique se incorporó a una segunda generación dirigida por la Brigada Roja junto a David Jiménez Sarmiento y Luis Miguel Corral García. Fue enviado a Culiacán, Sinaloa, para coordinar la reconstitución de la insurgencia. Murió el 16 de junio del mismo año de su fuga, en un enfrentamiento. Tenía 25 años.

Alicia de los Ríos cumplía apenas un mes de embarazo. El anuncio de la muerte no tardó en llegar. Originaria de San José de Bachíniva, nació en septiembre de 1952, siendo la menor de cuatro hijas del agricultor Gilberto y la maestra rural Alicia. Las hijas, el hijo más pequeño y la madre migraron a Chihuahua para iniciar los estudios de primaria y superiores. En tanto las hermanas mayores ingresaron a la escuela Normal, Alicia optó por el Instituto Tecnológico de Chihuahua. En los primeros meses de 1972, inmediatamente después del triple asalto bancario y la ejecución de varios insurgentes Guajiros o Grupo N, entre ellos su dirigente Diego Lucero, la ciudad se convulsionó por un vigoroso movimiento que devino en el Comité de Defensa Popular. En marzo de ese año estallaron las huelgas en los tecnológicos de Ciudad Juárez y Chihuahua, de la que Alicia se convirtió en brigadista de tiempo completo. Algunos meses después de finalizadas las movilizaciones, junto con su hermana Martha, fue convidada a un proyecto nacional insurgente a través de Salvador Corral García, quien era parte de los Macías y mantenía una relación muy cercana con los Lacandones. Junto con otros estudiantes tecnológicos, asistieron al seminario fundacional de la LC23S en Ciudad Juárez la primavera de 1973. Abandonó estudios y la casa familiar para convertirse en militante de tiempo completo.

En la primera generación LC23S, las mujeres no asumieron cargos de dirección política y militar salvo en ocasiones excepcionales. La mayoría fueron militantes que experimentaron procesos pedagógicos básicos sobre teoría marxista y prácticas militares. En medio de la crisis de la organización a mediados de 1974, Alicia resultó deslindada. Desde entonces permaneció en los valles sinaloenses trabajando como jornalera junto con otros militantes expulsados, hasta que en diciembre de 1975 arribó Luis Miguel Corral, integrante de la dirección nacional de la LC23S, quien les invitó a regresar a las filas insurgentes. Aceptó y se integró al comando que actuaría desde el exterior en la fuga de Oblatos. Alicia formó parte de direcciones locales, siendo responsable militar de la organización en la Ciudad de México, donde fue detenida el 5 de enero de 1978 por agentes de la Brigada Especial. Tenía 25 años y continúa desaparecida de manera forzada hasta el día de hoy.

Las generaciones desconocidas

La historia de la LC23S es narrada regularmente por sobrevivientes de una primera generación, quienes desconocen nombres y trayectorias de sus sucesores, motivo por el cual niegan una continuidad hasta los primeros años de la década de los 1980. En esas generaciones desconocidas, la herencia política se filtró e hizo explícita a través de los nombres de militantes ejecutados o desaparecidas y de fechas con las cuáles denominaron acciones, brigadas o bien, realizaron conmemoraciones en el periódico clandestino Madera. Para una comprensión histórica de la insurgencia en el tiempo presente, e incluso de los mecanismos contrainsurgentes, es necesario subsanar silencios, omisiones y negaciones sobre las diversas generaciones, es decir, sobre las personas militantes cuya experiencia política colectiva es aprobada o descalificada por sus precedentes, o por investigadores que reconstruyen cronologías fragmentadas o efemérides de acciones espectaculares.

 

*Investigadora e hija de Alicia de los Ríos Merino y Enrique Pérez Mora, militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

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