Palabras rodantes
Yo no soy voz de la tribu, de ninguna tribu, como no sea mi legión del yo. Apenas soy mi propia voz balbuceante.
Nunca he podido decir mejor lo que apenas he dicho torpemente.
Soy un buey que quiere jalar una carreta llamada democracia, con algunos bultos de excremento, para abonar la vida, dicen.
Un tren sin vagones ni pasajeros ni rieles.
Tampoco soy un activista social, siento desengañarlos.
Las causas huelen a ideología y saben a falsa conciencia.
Un político que no hace política, sino cultura política, es cosa distinta.
Las piedras rodantes ruedan solas, y a veces chocan con otras piedras y sacan chispas, se rajan o comulgan, pasan de largo sin tocarse, y lo más común: quedan arrumbadas en algún rincón del camino.
Verdadera voz de la tribu son los poetas verdaderos; y no lo andan pregonando ni lo saben, ensimismados en sus voces y visiones.
Las palabras son otra vaina.
Sepa la bola qué vaina.
Palabrear, vivir, sobrevivir, un poco más, un poco menos, eso es todo.
Vivir por las palabras, por el amor y la crítica de estas bagatelas.
Las benditas y malditas palabras.
-Dales la vuelta: gracias a los otros.
Las tribus de los otros nosotros.
El mal no está en los otros; el bien y el mal están en todos nosotros.
Morenos, azules, rojos, verdes, amarillos, blancos, negros.
Palabrear, con la fiera conciencia de las palabras, no con la hipócrita conciencia ideal de la tribu.
Sin duda el silencio es mejor.
El profundo silencio de los sabios lejos del mundanal ruido.
Los que saben, no hablan; los demás palabreamos.
Los palabreros rodamos con el mundo.
Abrir las puertas
Todos hemos hablado demasiado.
¿Hay buena correspondencia entre las palabras y la realidad?
Las palabras crean otra realidad trascendente o la denigran, pero no son la realidad real.
Interesados en destruir las razones de los otros, pocas veces los escuchamos.
Levantamos e imponemos nuestras palabras como un muro absoluto de verdad y conocimiento.
Un muro que nos encierra a nosotros y nos aparta del mundo complejo.
La realidad viva fluye y se cuela por todos lados, no se deja amurallar.
Abre las puertas de la vida, no las cierres con tus verdades.
Digamos que tienes la razón y el pulso del mundo, ¿eso te hace mejor a ti y al mundo? Este es el punto. ¿Qué haces con lo que sabes?
No veo tus palabras transformando el mundo sino reproduciéndolo.
Más saber es más humildad. No más fama y fortuna.
Saber hacer y saber apartarte o padecerás el extraño poder.
Puesto que la lucha es parte de la vida, combatir es también saber reconocer al contrario.
Saber admirar a quien hace bien las cosas e incluso mejor que uno.
Un poco de humildad nos haría bien a todos.
Hablar menos y hacer más.
Ver más.
Comprender y guardar silencio.
Sabiendo que hagas lo que hagas es imposible.
Tirarte de cabeza al mundo o apartarte.
-Escribir como un tren, pita y pita y palabreando.
-Lo demás es silencio.
¿Qué siguió luego? ¡Tantas cosas! ¿Cuándo empezó el movimiento estudiantil del 68 en México? En julio. ¿Hablan los muertos? Cuando los vivos dialogan con los muertos.
¿Qué hacías entonces? Trabajaba en la cremería La Vaquita de mi hermano José en el mercado de Coyoacán e iba a la Prepa 6 y jugaba futbol en el Flamengo y leía a José Agustín y a Parménides García Saldaña y oía a los Rolling Stones y a Bob Dylan…
¿Quién es Herminio Zárate?