Calambres
Por Salvador Rangel
El viernes 18 de marzo de 1938, el Presidente Lázaro Cárdenas del Río se reunió con su gabinete para anunciarles que se la industria petrolera sería expropiada, a las 10 de la noche se dirigió al pueblo de México en cadena nacional radiofónica. Para anunciar que las propiedades e instalaciones de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, Huasteca Petroleum Company, Sinclair Pierce Oil Company, entre otras, pasaban a propiedad de la nación. En Tampico los trabajadores izaron la bandera mexicana en las instalaciones de la empresa expropiada.
En Ébano, el encargado de la planta, un holandés a quien llamaban Mister Oor, al escuchar en la radio las palabras de Cárdenas, se dirigió a los trabajadores que atentos también escuchan y les dijo: Muchachos esto ya es de ustedes. Pidió un auto para dirigirse a Tampico y se despidió cordialmente de ellos.
No todo fue terso, en la estación Caracol, donde trabajaban unos especialistas alemanes al escuchar la noticia, causaron desperfectos en la maquinaría, echaron al río refacciones y documentos.
En Poza Rica un superintendente al escuchar la noticia y recibir a los trabajadores que le pedían las llaves, les dijo: Aquí las tienen, pero muy pronto tendrán que devolvérmelas.
El pueblo apoyó a Cárdenas en el Zócalo en la ciudad de México, gente humilde entregó su única riqueza, un cochinito de barro con monedas y no faltó quien diera un guajalote, así se volcó el pueblo.
El petróleo es nuestro, se decía y cada 18 de marzo se recuerda la firmeza de Cárdenas en expropiar las empresas extranjeras y el riesgo de un enfrentamiento con las naciones más poderosas. No pasó nada.
Y a la par de Pemex creció el sindicato de petroleros, que fue puntal en el manteniendo y operación de la industria, pero al mismo tiempo un imperio político y económico.
En la época del gobierno de José López Portillo, en que el precio internacional del petróleo rebasó toda expectativa, recomendó al pueblo de México: saber administrar la riqueza. Después vendrían días aciagos en que a pesar de que el Presidente defendería al peso como un perro, nacionalizó la banca y pocos años después en venta de garaje se malbarató.
Todo los candidatos presidenciales y Presidentes de la República, no dejan de apoyarse en la industria petrolera, importante renglón de dólares por la venta de petróleo, pero no se ha sido capaz de producir gasolina, con una mano se vende el petróleo crudo y con otra se compra gasolina.
Y ahora que se está en precampaña presidencial, el 18 de marzo, el candidato del PRI; Enrique Peña Nieto, expone que hace falta una reforma energética para permitir que Pemex pueda asociarse con el sector productivo, pues no se cuenta con capital ni con la tecnología.
Y por si duda quedara del pensamiento “privatizador” del candidato tricolor, remata con “dejar de lado ataduras ideológicas”.
Pero reflexiona y expresa “sin renunciar a la propiedad pública de los hidrocarburos, ni a la rectoría y conducción del Estado en la materia”. Una definición propia de la Chimoltrufia, como digo una cosa, digo otra, es decir, que invierta la iniciativa privada nacional y extranjera, pero el Estado manda, ustedes nada más ponen el dinero y la tecnología. Sí, ya parece que se van a dejar.
Habría que revisar la nómina y reajustar el personal, canonjías al sindicato, contratos, combatir en serio la corrupción.
Y por si no fuera poco este calambre, del abanderado priista, su jefe de campaña, Luis Videgaray, en entrevista a la agencia Reuters, también hizo referencia a la necesidad de una reforma hacendaria, pero tal vez el subconsciente lo traicionó y dejó entrever que esa reforma fiscal gravaría medicinas y alimentos y a cambio de esto se compensaría con programas sociales a las familias pobres. Muy sencillo, con la mano derecha te cobro IVA en medicinas y alimentos y con la mano izquierda hago obras de caridad a los pobres, con fotos en los periódicos y en tiempo estelar de la televisión.
Pero llegó la rectificación, “que no digo lo que dicen que digo” y Videgaray solicitó a la agencia noticiosa la rectificación de sus declaraciones. Por cierto, a Luis Videgaray lo candidatean a la Secretaria de Hacienda de ganar la joven promesa del tricolor.
Y los nostálgicos tiemblan nada más de imaginar si gana las elecciones la joven promesa del tricolor. Si en 1938, un superintendente de una instalación petrolera al entregar las llaves a los trabajadores, les dijo “Aquí las tienen, pero muy pronto tendrán que devolvérmelas”, ahora, no las entregarían, nada más sacarían una copia.
Y con la reforma hacendaria nos harían otra roqueseñal.
rangel_salvador@hotmail.com
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