Opinión

Después de La Imaginación Pública de Cristina Rivera Garza

Catálogo Público

Por: Carlos A. García Calderón

@cgarca_a

PARA DESTACAR: Cristina Rivera Garza juega, replantea y traslada esa jerga científica hacia la poética, que recuerda alguno de los postulados de Gaston  Bachelard  respecto a la relación de las metáforas que usa la ciencia y sus descubrimientos y la inserción de lo poético.

Lo que queda sobre los dientes machacados, detrás de los labios cuando se cierran, en la humedad humana de la boca.

(Anne- Marie Bianco)

La función referencial es una trampa; pero es inevitable.

(Paul De Man)

El inicio es complejo y a la vez es una expectativa, como un encuentro con el azar, pero la dificultad siempre ocurre después como bien ha señalado Cristina Rivera Garza en su libro “Lo Anterior” (Tusquets, 2004 ) después de la publicación de “Los textos del yo” (F.C.E, 2005) el siempre colorido y vertiginoso “El disco de Newton” (Bonobos, 2011) y el crossover del diario tuitero y el límite de los 140 caracteres “Viriditas” (Mantis, 2011) tenemos ahora la aparición de “La Imaginación Pública” (Conaculta, 2015)  donde podemos encontrar una poética íntima que compromete el cuerpo, pero un cuerpo que padece, que enferma, que palidece, el cuerpo como una máquina en el sentido cartesiano, pero que los achaques revelan también la condición de la existencia. De esta forma, se modela un cuerpo afectado por el lenguaje, como si las letras se inscribieran por los poros y que alteran la voz, donde el aliento es  una tesitura achacosa, mezclada con fármacos para evitar el dolor o las inflamaciones de una máquina que se altera y sucumbe frente a la revelación de la propia corporalidad, que altera paulatinamente el estado de ánimo.

El cuerpo se vuelve un detalle, las caries de los dientes, el sexo, la glotis, los fluidos y viscosidades, la oseína y las dorsales, la piel son una referencia  y que a partir del dolor, se propicia un mutismo frente a la ausencia de palabras que son abatidas por el dolor y donde fracasa para el enfermo;  la taxonomía científica. Por otro costado Cristina Rivera Garza juega, replantea y traslada esa jerga científica hacia la poética, que recuerda alguno de los postulados de Gaston  Bachelard  respecto a la relación de las metáforas que usa la ciencia y sus descubrimientos y la inserción de lo poético, en la singularidad de ese hallazgo novedoso y singular que deviene categoría y concepto que inaugura discursos, debates y discusiones de un eco que regresa frente a la aparición de un signo.

Así, en el texto encontramos lo intratable del habla que a la vez permea la posibilidad del solipsismo, lo ilusorio del diálogo el entendimiento, los límites de la tonalidad de las lenguas, sus lenguajes y el siempre intento de que el cuerpo soporte una voz  por tratar de hablar. En verdad hablamos solos. La soledad del habla es la performatividad por excelencia de la palabra que muere.

Libres bajo los dominios epigramáticos alfabéticos de una identidad acentuada entre el nosotros que nos habla:

Si es que ella dijo: “A los que cruzan sin verse y a los otros que se encuentran”. Entonces ambos dijimos. Desdoblamiento de la persona, es lo neutro donde se suspende el habla ¿Hacia dónde va el habla? Si la única consistencia es el escrito y las visiones oníricas. Cada vez que hablamos, escribimos, recordemos a Sócrates que hablo para que otro reconociera su voz y escribiera de lo hablado, así Platón.

Le escribo, te escribo… les…hablo…les escribo…muero. Usted, que es a veces un tú dónde yo indago. Entre tanto ocurre una pausa intermitente del silencio ocular, que permea los poros. Espéreme una cita: “Si el habla se da al otro, si ese don mismo, ese don para nada puede otorgar la esperanza de que será acogida alguna vez por el otro, recibido como un don. Habla externa siempre externa al otro en la exterioridad del ser (o de no-ser) cuyo indicio es el otro:

el no-lugar. Sin embargo, Usted dice eso con la seguridad de las palabras abstractas, serviles, soberanas-pero para nada, para nada. Es dicho con demasiada seguridad.- y eso también” (Blanchot, 1994).

En el transcurrir de la lectura encontramos un texto que a la vez es un manifiesto estético-político dedicado, a las  mujeres desaparecidas y violentadas, donde se replica el nombre  con cada una de sus letras: Marisela Escobedo y que recuerda la denuncia poética que se encuentra en La reclamante  del libro (Dolerse textos desde un país herido. Sur +, 2011). Por lo tanto,  encontramos en “La imaginación Pública” una impronta del lenguaje con la realidad, con los vericuetos del cuerpo, con los desastres políticos que desquician el  imaginario social y donde pareciera que el lenguaje que se genera desde las enfermedades y dolencias del cuerpo, son palabras que interpelan esa realidad y espacio compartido, donde el lenguaje fracasa al nombrar los acontecimientos que aparecen en los diarios y en el ciber-espacio.  En consecuencia lo poético funciona como una renuncia ante las “verdades históricas”. De esta forma Cristina Rivera Garza se apropia y resiste, desde ese vertiginosoeco sonoro que es el imaginario colectivo.

 

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