Opinión

El hip hop se apoderó de Netflix

Por: Yezica Montero Juárez

¿Alguna vez se imaginó que existiría un drama lleno de baile, grafiti, música y poesía? Pues entre las curiosidades de Netflix, el pasado 8 de agosto se lanzó la serie “The Get Down”. En la temporada de apertura se retrata a la Nueva York con su tradicional barrio del Bronx a finales de los años setenta, que recuerda a aquella ciudad de entonces que se identificaba mundialmente bajo la estirpe blanca, llena de progreso y música disco al paso de Travolta en el Estudio 54.

Más que platicarle de la serie, lo cual no tendría sentido si es que le interesa verla, le quiero contar a manera de marco histórico exprés por qué es un hecho relevante la aparición del Hip hop.

En primer lugar, el Hip hop no es un género musical, sino un movimiento cultural. Básicamente engloba cuatro actividades artísticas conocidas como elementos, los cuales se conforman por el baile (break dance), el grafiti  y la música (DJ y rap). En este sentido, le agregaría otro elemento: el lenguaje.

Para serle franca, si usted tiene curiosidad por comprender esta serie, le recomiendo un wikipediazo, ya que está dirigida -no sé si de manera deliberada- hacia un sector que ya tiene un conocimiento previo sobre la cultura Hip hop.

Por ejemplo, cuando los diálogos se tornan en “lo real” (the real, are you real?, you´re not real!), el traductor arroja un “¿eres auténtico?”. “Lo real” implica toda una connotación lingüística y simbólica sobre lo que es ser un miembro de esta cultura, es decir, a partir de las plataformas artísticas que se engloban dentro de los cuatro elementos del Hip hop existe una eterna competencia por demostrar quién es real y quién no lo es.

En este sentido, las competencias surgen míticamente en las fiestas denominadas “jams”, lo cual es fundamental en la serie, ya que esta transcurre en “The Get Down”, como un lugar en el cual las minorías raciales encontraron un espacio de esparcimiento  para bailar, rimar, fumar, tomar, conocerse y enfrentarse.

Estos lugares realmente aparecieron en el Bronx como respuesta a los centros nocturnos que representaban racismo, elitismo y un profundo clasismo, apoderándose de las calles y los espacios abandonados.

La apropiación del espacio público por las minorías más relegadas representó preocupación por parte de las autoridades neoyorkinas, lo diferente es que las batallas entre las distintas bandas (crews) comenzaron en un plano artístico, lo cual representa una nueva forma de rebeldía con la que la alcaldía no se había enfrentado.

Para hacer un comparativo, traigo a colación la película “Warriors”  el gran clásico de los enfrentamientos entre las bandas callejeras en los subterráneos de Nueva York de los años setenta, lo cual recuerda a aquellas bandas juveniles reales que se identificaban por sus nombres incrustados en sus chaquetas y la violencia que se ejercían unos a otros con la provocación de actos vandálicos.

Las autoridades de aquel entonces tenían identificadas las bandas de los suburbios, así que los actos de violencia policiaca hacía la ciudadanía se legitimaban ante la cacería, real o no, de estas bandas.

Este contexto neoyorkino setentero, entre un espacio público tomado por bandas callejeras y un espacio privado excluyente para la recreación de las minorías, expulsó prácticamente a quienes tenían intenciones de expresar su potencial artístico. A lo largo de la serie se escucharán nombres como Afrika Bambataa, Dj Hertz o Grand Master Flash, no son personajes ficticios, sino los padres del Hip hop, quienes tuvieron la batuta para crear espacios donde afrodescendientes, latinos y asiáticos pudieran liberarse y expresarse a partir de la improvisación artística.

El grafiti es el elemento que enmarca a la serie en el plano visual, ya que permite como espectador observar la creatividad y belleza del ahora debatible llamado arte urbano, generado a través de lo que se cataloga como un acto vandálico en todo el mundo. El grafiti se representa a través del  personaje Shaolin Fantastic, un escritor callejero (writer) quien es el lazo del protagonista Ezekiel «Zeke» Figuero para su introducción al mundo de las batallas de rimas, a lo cual propiamente aún no se le conocía como rap.

El baile es retratado no meramente como break dance, sino que nos muestra los inicios del improvisar pasos frente a todos. Lo interesante de estos jams, es que se rompe con las reglas: no hay coreografías preestablecidas, no hay canciones que todo el mundo conoce, sino que el deleite es sorprenderse con las técnicas de los DJs y la improvisación de los poetas y bailarines; en el plano del arte visual, el grafiti,  tampoco comprende técnicas especiales o límites espaciales.

Sin duda, “The Get Down” tiene la promesa de aproximar al público en general hacia los inicios del hip hop, el problema es que es una historia contada para quienes ya tienen referencias y no para quienes comienzan de cero.

Así que para saciar su curiosidad recomiendo ver la película “Wild Style” (1983), el libro “Fight the Power” de Chuck D, vocalista de Public Enemy, y el reciente documental “Ruble Kings”, el cual se presentó de forma oficial en México por el director Shan Nicholson.

 

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