Opinión

Luis González de Alba

Punto y seguido

Por: Ricardo Rivón Lazcano / rivonrl@gmail.com

Luego de la noticia del suicidio de Luis González de Alba, he leído infinidad de opiniones sobre el suceso mismo y sobre el personaje. Me inclino por aquellas que valoran las cualidades y virtudes del que fue uno de los líderes del 68. Las otras opiniones, las que adjetivan desde la mala entraña, las dejé pasar luego de saborear su amargura.

He aquí una selección, unos fragmentos, de algunos de sus muchos escritos.

¿El cuento de un idiota? La mente, el cerebro y la física.

“Así que la nada hizo ¡bang!… y aquí estamos”. Con esa frase burlona recibió el astrónomo Fred Hoyle la hipótesis hoy confirmada del Big Bang, que de ese sarcasmo recibió su nombre ¿Somos pues un sinsentido que no va a ninguna parte” O como en Macbeth dijo Shakespeare, que todo lo dijo: “la vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y frenesí, que nada significa”. 1977.

Encuentros y desencuentros

‘El laberinto de la soledad’ –Octavio paz-, también había tenido un éxito apenas regular entre quienes lo leímos en el entonces Colegio de Psicología. Nos lo pusieron de tarea en el momento en que algunos encabezábamos una pequeña revuelta contra los malos maestros, todos ellos psicoanalistas, faltistas y confiados en que la repetición del mismo curso año tras año hacía innecesario preparar sus clases.

El conductismo ofrecía la perspectiva científica para explicar la conducta y sobre todo, era presentado por maestros jóvenes, dedicados, que mostraban los evidentes y raros signos de la clase bien preparada. La oferta del Laberinto, analizado en clase, tenía a juicio de quienes dirigíamos la rebelión escolar el mayor de los defectos: ninguno de sus planteamientos se podía medir. 1998.

El terrorismo en México

El terrorismo, como su nombre lo indica, está dirigido contra la población civil, a la que busca atemorizar cuando las acciones militares han fracasado. Quienes lo practican tienen la finalidad de acobardar a un grupo, una colectividad o una nación entera y así quebrar el sustento de las acciones militares… claramente hubo terrorismo de Estado el 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco, porque sin duda la operación no tuvo más finalidad que la de provocar terror entre los asistentes al mitin. No fue un combate donde el Ejército se enfrentara a un grupo armado, sino una operación clandestina en la que militares sin uniforme y en ropa civil, el llamado Batallón Olimpia, llegaron, según testimonios propios, con la finalidad de hacer huir a la multitud. De provocar terror.

El otro acto de terrorismo cometido por el gobierno mexicano contra población sin armas ocurrió el 10 de junio de 1971, también en el Distrito Federal y también, mayoritariamente, contra estudiantes. Como en Tlatelolco, la función del grupo paramilitar llamado ‘Halcones’ fue provocar terror entre quienes marchaban en una manifestación pacífica y sin arma alguna, ni siquiera machetes como ahora se acostumbra. Los ‘Halcones’ mataron e hirieron, pero su principal función era la de hacer huir a los manifestantes y prevenir cualquier otro acto semejante en el futuro. El gobierno deseaba que ese mensaje quedara muy claro. 1998.

Fragmento de una carta a Marcelino Perelló.

Cuando el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, nos ofreció recibirnos ¿no contestamos, en plena euforia, que su invitación, por ser telefónica, no había sido pública y que por ese motivo no asistiríamos? Esa barrabasada (que fue, quizá, el punto de quiebre rumbo al precipicio) solo se entiende si la vemos como un acto fallido: no queríamos dejar la fiesta y cualquier pretexto era bueno. Pero así convencimos a un gobierno paranoico y autoritario de que estábamos planeando un golpe revolucionario. 2003.

 

Erotismo, sexualidad e intelectuales

Los intelectuales, en cualquier país, significan por su obra, no por sus opiniones políticas. Pero siempre se las están pidiendo. Y ellos las dan con fruición. Ya a nadie importa si Ezra Pound hizo propaganda fascista desde la radio de Roma. Eso no está en sus poemas. Como sí están los cantos a Stalin en la obra de Neruda. Prescindibles, pero están.

Una impunidad de clase cubre al intelectual. Ellos lo saben y emplean a fondo esa patente de corso. A ver quién se atreve a detenerlos, así le iría.

Al parecer, como dice Serge Moscovici, psicólogo social rumano-francés, “los hombres no podemos vivir bajo un cielo vacío. Ni siendo intelectual”. 2006.

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