Se murió Fidel
Por: Rodrigo Mesa Jiménez
PARA DESTACAR: La gente ha visto pasar sucesos históricos trascendentales desde 1959: Las relaciones con la URSS, la visita del Papa, la visita de Obama y otros más, para después concluir que las cosas poco o nada han cambiado en Cuba ¿Qué se siente? Miedo quizá
Se murió Fidel. La noticia se empezó a regar a eso de las once de la noche del viernes y el que estaba todavía despierto lo pudo escuchar en los medios oficiales –los únicos que hay- en la isla.
Según lo que indicaba el comunicado del gobierno, habría duelo nacional por espacio de nueve días. Lo que vino después no fue sino una versión extrema de lo que pasa todos los días en Cuba: Las tiendas, de por sí carentes de las más elementales mercancías, ahora tendrían que cerrar, el transporte público que en condiciones normales había que esperarlo una o dos horas, ahora no pasaría porque fue enviado en su totalidad para acarrear a miles de personas a la plaza de Revolución para los funerales.
Las escuelas y centros de trabajo pararon sus actividades porque estudiantes y empleados deben ir a firmar un libro en el que refrendan su compromiso con la Revolución cubana. Está prohibida la venta de alcohol en cualquier lugar y más te vale que no te vean con audífonos escuchando música porque te serán confiscados.
¿La Habana está de luto? Cualquiera podría suponer que así es, se ve en sus calles vacías y sus casas cerradas a cal y canto… si supieran que en su interior la gente está jugando dominó con las cortinas cerradas y sin hacer ruido porque el gobierno prohibió todo tipo de reunión social y cualquier demostración de esparcimiento.
En cierto canal de televisión debatían –sin saber que la cámara estaba encendida- sobre la pertinencia de saludar a los televidentes con un “buenas tardes” porque no tenían nada de buenas ante la ausencia del amado líder y porque además, podían ser sancionados por semejante grosería.
Inicia la travesía de los restos del comandante por todos los rincones de la isla, curiosamente en una urna. Vaya paradoja, para alguien que las evadió por espacio de 57 años, eliminando a todos los partidos políticos menos el suyo e insistiendo que su sistema era el más democrático por los logros sociales alcanzados.
Que si todos saben leer y escribir, que si la medicina es gratuita, que si los medallistas olímpicos, etc. Hoy de nuevo, la realidad alcanza a un país que a la sombra del caudillo –Elián González a un paso de la idolatría lo llamó Superman- se resiste a reconocer que su experimento, no funcionó: Los maestros, baluartes de la educación revolucionaria, se jubilaron o se fueron del país, el médico no tiene los insumos mínimos para operar y jamás se había visto semejante escasez de medicamentos, los deportistas o ya no entrenan como antes o a la primera oportunidad, busca mejor vida fuera de Cuba.
¿Qué sigue? La gente ha visto pasar sucesos históricos trascendentales desde 1959: Las relaciones con la URSS, la visita del Papa, la visita de Obama y otros más, para después concluir que las cosas poco o nada han cambiado en Cuba ¿Qué se siente? Miedo quizá, basta ver las detenciones o vigilancia exagerada que se instaló afuera de las casas de los pocos disidentes se asumen como tales en la isla.
Indiferencia también, al saber que puede haber mucho discurso y mucho mitin pero la agenda real del cubano es sobrevivir –en la lucha, como se dice allá-, pensando dónde conseguir el arroz, los frijoles o la mayonesa para el almuerzo.
En cualquier caso, ahora que ya no está el personaje que más división y encono ha causado a los cubanos, se percibe un genuino deseo de reconciliación. De los cubanos que se fueron a Miami y de los que se quedaron. De los que simpatizan y de los que no simpatizan con el régimen, de tantas familias que por espacio de 50 años dejaron de hablarse porque la ideología pudo más que los lazos de sangre que los unen.
Cualquier proceso político y económico de cambio en Cuba deberá poner en su agenda la recuperación de los más elementales sentimientos de humanidad que hoy cualquier cubano añora…