Historia de vida: Miguel Ángel Rivero, hacer que las palabras tengan alas

Esta es la historia de uno de los mejores cuentacuentos de Iberoamérica, que a los 17 años luchó por la izquierda en México y fue desaparecido por el hoy director de CFE; licenciado en Filosofía, estuvo ordenado en un monasterio a los 18 años, pero desistió por tres pecados; en la Policía Municipal de San Juan del Río, en su primer acto como director de prevención del delito, vistió a los policías como Santa Claus.
Supe de Miguel por la última nota del periódico local:
Invitan a taller presencial: Duelo, Muerte y literatura Infantil. Promover y presentar herramientas literarias para trazar estrategias de contención socioemocional en procesos de pérdida, duelo y aceptación.
Este penúltimo miércoles del año, detrás de una funeraria, Miguel dicta el taller que consiste en leer cuentos infantiles y comentarlos entre las personas (adultas) presentes. Leemos El Pato y la Muerte. Miguel reparte hojas blancas y crayolas, pide que apuntemos palabras, sólo palabras, sobre el cuento. Vida. Estanque. Triste. Quedará.
Parado, frente a la pared donde se proyectan los cuentos que presenta, Miguel recuerda una anécdota de trabajo con infancias que han perdido un ser querido: falleció la madre de un niño, Miguel se acercó a él, Miguel contactó a unos amigos suyos de nombre Los Patita de Perro, compusieron una canción de nombre Cuando yo me muera, llevaron al niño a una feria de libros donde se trató el tema del duelo. Los resultados de acompañar un proceso de duelo: Miguel recuerda que en plena conferencia el niño tomó el micrófono, agradeció y dijo que él lo único que quería es que nunca olvidaran a su mamá.
—Los procesos de duelo mal atendidos generan una serie de violencias. Destruyen familias. Ante el mal manejo se van a la ruina, caen en el consumo de alcohol u otras sustancias, o se suicidan —precisa Miguel, quien confía en que los cuentos y el trabajo en la primera infancia son medulares para la prevención social de la violencia.