Busca asociación que queretanos con discapacidad se incorporen a actividades productivas
Han impulsado varios proyectos, entre los cuales se encuentra la cooperativa “Pan que Ayuda”
Por: Aurora Vizcaíno Ruiz
Queretanos Unidos por la Discapacidad es “un centro de integración emocional, social y laboral para personas con discapacidad”, explicó Ana Yolanda López Domínguez, directora de dicho espacio.
Consolidado como centro de capacitación laboral en 2010, evolucionó como una Asociación Civil (A.C.) en 2012; Queretanos Unidos por la Discapacidad es un recinto en donde se imparten talleres de computación, panadería, bisutería, fabricación de piñatas y pintura en madera.
“Todos los talleres están orientados para que en algún momento puedan hacer proyectos productivos, o que las personas puedan trabajar desde sus casas generando empleo”.
De dicha asociación surgió el proyecto “Pan que Ayuda”, ya que el taller de panadería era productivo. Formalmente, personas discapacitadas y de la tercera edad llevan un mes laborando allí.
La cooperativa cuenta con 16 socios, cinco trabajan en el turno matutino. Sus puntos de ventas están concentrados, principalmente, en varias cafeterías escolares y universitarias de Querétaro.
Ana Yolanda López reconoce que es el único proyecto queretano, legalmente constituido, en el cual personas con capacidades distintas trabajan como una cooperativa.
“Aquí lo importante es que no queremos que lo compren por ser personas con discapacidad los que lo hacen, sino que lo compren porque es un producto rico, a precio justo y de excelente calidad”.
Esta es la historia de algunos miembros la cooperativa Pan que Ayuda:
En tres años, Ismael Ortiz Martínez no pudo encontrar empleo debido a la ceguera que tiene en el ojo izquierdo: “Soy diabético, me operaron un ojo y quedé con la nube que traigo y, pues, ya no veo, por eso no me aceptaban a donde yo iba”.
Gustavo Montes es un hombre de 42 años que tiene parálisis cerebral y labora en Pan que Ayuda desde que fue fundado. Fue fondista, trabajaba de noche y estudiaba en la Universidad durante las mañanas.
“Sé que la escuela te da herramientas para ayudar a la gente y, al mismo tiempo, ayuda a uno mismo. Y aquí estoy, trabajando para mí y para los demás”.
“Entiendo que todo tiene una forma de hacerse para los demás, pero entiendo, también, que somos personas con necesidades especiales más específicas”.
El instructor de computación se llama Donato Ángel Bautista y tiene parálisis cerebral, proviene de Veracruz y es ingeniero en sistemas computacionales.
“Yo crecí normal, fui al jardín de niños, casi al salir me caí y me abrí toda la cabeza; entonces mi papá dijo ‘ya no lo voy a mandar a la primaria porque se va a lastimar y siento que mi hijo no va a poder estudiar’”, explicó.
El doctor que atendió a Donato cuando era niño hizo que sus padres cambiaran de parecer y lo metieran a una escuela especializada; terminó pronto sus estudios y se trasladó a Querétaro porque no encontraba trabajo. Rápidamente, una amiga lo contactó con la asociación Queretanos Unidos por la Discapacidad y encontró lo que estaba buscando.
Voluntarios de la tercera edad
Salvador López Orozco, un arquitecto retirado, es un hombre que funge como administrador de Queretanos Unidos por la Discapacidad y cree que este espacio ha cambiado su vida.
El también padre de Ana Yolanda López Domínguez indicó que se adentró a este espacio desde hace un año porque su hija se lo pidió. Le causa gran satisfacción ver cómo las personas que ingresan a este sitio se transforman: «lo que me motiva a venir aquí es ayudarles, vengo con mucho gusto para poder lograr que esta cooperativa funcione bien».
Pone como ejemplo a Alejandra, una niña con retraso mental, que llegó con una actitud hostil que se ha desvanecido por completo.
María Eugenia Díaz Barriga Orozco se convirtió en maestra de bisutería de esta asociación. Está a punto de cumplir un año como voluntaria y se dice feliz por encontrarse con estas personas, ya que se ha encariñado con ellas y eso es lo que la motiva a seguir dándoles lecciones.
Díaz Barriga Orozco refirió que la clase de bisutería retribuye a sus alumnos, al mantenimiento del espacio y a la compra del nuevo material. Tiene 66 años y consideró que «cada que tiene una molestia o una indisposición, ve a estos chicos que son alegres y positivos».
María Eugenia García, mejor conocida entre sus alumnos como «la maestra Maru», imparte clases de panadería y repostería en Queretanos Unidos por la Discapacidad.
Ella es una mujer de 68 años que estuvo batallando por encontrar trabajo después de que enviudó; cuidó a personas de la tercera edad hasta que vio el anuncio en el que solicitaban maestros para dicha asociación. Actualmente, vive con uno de sus cinco hijos y ya es bisabuela. El trabajo que desempeña en esta asociación —considera— la ha hecho independiente, activa y feliz porque cada día aprende más con ellos.
“La maestra Maru” observa que sus alumnos llegan tarde debido a que los choferes del transporte público se niegan a subirlos porque tardan mucho en acceder al camión. María Teresa expresó que eso es injusto, porque la marginación hacia estas personas se debe a la ignorancia; así que invita al público en general a «acercarse a la discapacidad».
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