México, un país donde se cosechan cadáveres
Julien Elie realiza un recorrido desde el norte de la Republica y avanza al tiempo que toca cada una de las heridas dejadas por la violencia en este país. Les da voz a los que se quedaron y trata de darles un nombre a los que han desaparecido
“Que en México asesinen, mutilen y desaparezcan… ¡Terror! y que lo hagan en una noche, en una operación perfectamente planeada… ¡Terror!”, afirma John Gibler, periodista estadounidense que ha investigado el caso de desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El terror es el rostro de los más de 40 mil desaparecidos y de los 36 mil cadáveres que no tienen nombre. Se podría decir que México es un lugar en donde las pesadillas son peor que reales y están sembradas en todo el territorio: desde la Ciudad de México —corazón político de la República— hasta los estados marginados del sur, como Guerrero.
Soles Negros es un documental que reflexiona sobre los casos de violencia más recientes y que siguen llagados, sin respuesta y sin resolución en nuestro país. A lo largo del documental, el espectador recorre junto al director cada masacre, cada familiar que sigue en su búsqueda, cada madre y a cada hermano, cada fosa común y cada rostro que no se ha encontrado. Un sol negro: es el oxímoron de cada caso de violencia en este país, cada caso que no ve la luz de la justicia y cada victima que sigue en la oscuridad de la impunidad.
El modelo feminicida
El documental comienza el aterrador camino con las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde una mescolanza de pandillas, asesinos seriales y el propio Ejército hicieron que la ciudad se llenara de cruces en baldíos, carreteras y condominios. La cinta muestra que lejos de que la masacre se haya detenido, la mayoría de los casos están sin resolver y cada día desaparecen más.
Una de las activistas afirma que el modus operandi de los feminicidios en Ciudad Juárez fue el modelo que sirvió para replicarse en otras partes de América Latina y, principalmente, en el municipio más peligroso de América para ser mujer: Ecatepec de Morelos, Estado de México.
Se salta de una barbarie a otra. Puede que parezca que los feminicidios en Juárez pasaron hace algún tiempo, pero ahora en Ecatepec existe la misma situación. En este municipio —que tiene la tasa con más asesinatos de mujeres del país— también hay madres que buscan a sus hijas. Una de ellas recuperó a su niña por partes: en 2013 encontraron el cráneo y los pies, dos años después hallaron el torso.
“En Ecatepec, desaparecer un cuerpo es lo más fácil del mundo”, fue una de las declaraciones de los allegados a Erick San Juan Palafox,‘El Mili’, quien es uno de los feminicidas seriales más brutales de Ecatepec. Fue aprehendido en 2014 y condenado a 70 años de prisión, sin embargo, en el municipio y en el Estado de México los asesinatos van al alza.
Periodistas, migrantes y narcos
La cinta da un paso cercano y recupera los crímenes cometidos contra periodistas. Toma de ejemplo de Rubén Espinosa Becerril, fotoperiodista que falleció en 2015 luego de ser amenazado y desplazado de Veracruz. Uno de los rostros que demuestran que en este país también te matan por ser periodista.
Al hablar de Veracruz, no se puede dejar de lado las fosas comunes que fueron encontradas con varios cientos de cadáveres victimas del crimen organizado; crímenes que aumentaron durante la administración del exgobernador Javier Duarte.
Un paso más arriba está Tamaulipas, donde da lo mismo a que te dediques o si eres de México, porque en Matamoros entregar migrantes es todo un negocio. La película recuerda el caso de la matanza de San Fernando, donde el cartel de Los Zetas ejecutaron a más de 70 migrantes en un granero entre el monte, durante la guerra del narcotráfico que Felipe Calderón declaró.
Crímenes de Estado
De Tamaulipas vamos al Sur: Guerrero, donde la desaparición forzada no data de 2014, sino desde 1970. Hay familias que buscan a sus padres y hermanos desaparecidos por el propio Estado. No se puede estar en Guerrero sin hablar de los normalistas de Ayotzinapa, la historia donde en una sola noche autoridades estatales, policía y el Ejército se coordinaron para atacar, balear, asesinar y mutilar estudiantes. Finalmente, desaparecieron a 43 de ellos y el caso continúa impune.
En Guerrero, un hombre que busca a su hermano sube al cerro a desenterrar cadáveres; ahí donde escarba encuentra un tenis con huesos dentro de él y cuenta que los huesos del pie casi siempre se encuentran porque las calcetas los guardan… pero ese no es su hermano, esos tenis no son de él. La sierra de Guerrero es un cementerio de las victimas del crimen coludido con el Estado.
Las autoridades están molestas con los que van a desenterrar los restos de los cadáveres sin nombre, porque “violas los derechos de ese cuerpo”, respuesta ilógica y burócrata, cuando anteriormente alguien desapareció y asesinó —como mínimo— a esa persona que no descansa en paz.
La injusticia escéptica
Mientras el documental avanza las fronteras entre los criminales y las autoridades se desvanece, ya no se ven los límites, es horroroso no saber si se pide ayuda para encontrar a un familiar a los mismos que lo desaparecieron.
Soles Negros fue escrita, producida y dirigida por Julien Elie, de origen canadiense y que a lo largo de algunas décadas se ha interesado por temas de justicia social, como su reportaje ‘He Who Knew Too Much’ (1998), donde aborda los crímenes políticos en la región de Croacia y ‘The Last Meal’ (2002), donde reflexiona sobre los condenados a muerte en Estados Unidos.
En este documental, el director se acerca de una manera familiar a las heridas y podredumbre que han dejado la impunidad y la injusticia a lo largo del territorio mexicano. Aporta una mirada crítica, pero sobre todo empática, hacía un tema que ya se había tratado en La libertad del Diablo (2017), de Everardo González, que les da la voz a los familiares de las victimas de la guerra contra el narcotráfico. O El Paso de la Tortuga (2017), de Enrique García Meza, que realiza una radiografía atemporal del caso de desaparición forzada de los 43 normalistas de la normal rural de Ayotzinapa.
Julien Elie realiza un recorrido desde el norte de la Republica y avanza al tiempo que toca cada una de las heridas dejadas por la violencia en este país. Les da voz a los que se quedaron y trata de darles un nombre a los que han desaparecido. Avanza dolorosamente en un país sembrado por fosas comunes y que cosecha cadáveres sin nombre.
La película, enteramente filmada en blanco y negro, es un mapa del horror de la violencia en México, a través de ejemplo retrata a las miles de victimas de una guerra que no tiene sentido y tampoco se le ve fin.
Porque aquí te pueden matar porque eres mujer, te pueden torturar porque eres periodista, te pueden desaparecer porque eres estudiante, te pueden enterrar en una fosa común porque eres… ¿mexicano? No… te pueden matar por el simple hecho de ser humano.