Cultura

Peregrinaciones en Querétaro: El camino hacia El Frontón, un sendero de lo humano a lo espiritual

“Allá en el altar mayor se ve brillar, se ve brillar, al Divino Salvador colocadito en su altar”.

Tolimán, Qro. – Es la mañana del primero de mayo y las campanas vuelven a repicar con afán para llamar a todos aquellos peregrinos que nuevamente se encaminarán hacia el santuario en la cima del cerro del Frontón. Hombres, mujeres, niñas, niños, ancianos, todos preparados con sombrero, agua, cobijas, provisiones y bastón en mano.

Después de una noche en vela, los fieles y la cruz del Divino Salvador salen del templo principal de San Pablo acompañados de flores, cohetes, incienso, banda de viento, los remates de los alabanceros y las plegarias de los rezanderos que invitan a los peregrinos a orar.

El camino es largo, pero la fe se manifiesta y mueve a los participantes que activamente responden el rosario e integran sus voces junto con la de los alabanceros: Niño Jesusito vamos caminando, bendice la tierra que vamos pisando, se escucha por las calles principales mientras la romería se adentra entre los mezquites, los garambullos, y toda la flora y fauna silvestre del cerro. 

El acto de peregrinar implica mucho más que recorrer una ruta a un lugar significativo, es un asunto complejo que establece un cambio radical en las actividades que los creyentes realizan en su vida cotidiana, es la separación del espacio que brinda la seguridad de la rutina y la vida diaria” refirió Alejandro Vázquez Estrada en su trabajo Territorio e identidad étnica: La peregrinación a El Divino Salvador.

Algunos de los caminantes llevan a sus niños en los hombros, algunos van en familia, otros van acompañados de amigos. Desde semanas anteriores las conversaciones en el pueblo se remontan a “¿y tú vas a ir al Frontón este año?”. Con esto se gana la certeza de que ese día no caminarás solo y de que a tu lado irá un rostro conocido con quien apoyarte. “En los caminos del peregrinar se encuentran parientes lejanos y vecinos, surge el recuerdo de los viejos y los muertos, y se recorre el camino donde se puede tener contacto con aquel tiempo mítico del ayer”.

Después de algunos kilómetros de caminata se vislumbra el primer descanso en el lugar conocido como el Tanquecito. “En este descanso, los antepasados pedían permiso para poder entrar al Cerro, y así mismo pedían su protección y auxilio para evitar cualquier contratiempo o algún percance” cuentan los integrantes del comité de la Descendencia del Divino Salvador.

Relatan también que en este lugar “se depositan ofrendas de flores y ceras como un signo de marcar el camino que conduce al cerro del Frontón. El día dos, en este mismo lugar, cuando regresa la peregrinación al pueblo de San Pablo, el rezandero da gracias por haber regresado con bien a cada uno de sus peregrinos y se pide por el eterno descanso de los peregrinos difuntos”.

A lo largo del camino, de acuerdo con la tradición, hay marcados otros cuatro descansos antes de llegar al santuario y en estos lugares las personas que no peregrinan ofrecen providencia a los romeros.

Los rituales en el trayecto son una muestra clara de la cosmovisión del pueblo chichimeca-otomí con la religión católica, como es el caso de la oración a los cuatro vientos en donde el rezandero hace una oración dirigiéndose a su vez a cada uno de los puntos cardinales, pidiendo por el buen temporal y por las ánimas del purgatorio. Es un encuentro entre peregrinos, antepasados y la divinidad reflejada en la imagen del Divino Salvador.

El día avanza lento acompañando los pasos de los fieles que están próximos a llegar al lugar sagrado después de casi ocho horas de andanza. La cuesta se hace más pesada a cada metro, pero el ánimo perdura. Mientras algunos siguen el ritmo de cruz, otros se quedan atrás, pero todos llegarán, pues conocen el camino que además ya fue limpiado desde semanas antes por creyentes de buena voluntad.

Al llegar a las faldas del Frontón, la Cruz del Divino se prepara para su ascenso a su capilla en donde permanecerá toda la noche en su velación. Centenares de peregrinos llegan a lo largo de la noche y la madrugada a visitar el santuario que por una noche oculta el silencio para desbordarse con las voces de los alabanceros que honran con cantos a la cruz y acompañan el sueño de algunos otros.

Así acontece toda la noche, hasta la mañana del 2 de mayo, cuando esperan la llegada del sacerdote para celebrar la misa de acción de gracias y así poder emprender el camino de vuelta a casa.

Marián Ángeles

Estudiante de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Reportera de Tribuna de Querétaro desde 2021

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