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PROVOCACIÓN

“Escena que provoca” reza el lema de la compañía quinceañera Ciudad Interior, y mucho lo ha
cumplido con su programa “Corredor Central” los días 13, 14 y 15 de abril en el Foro Escénico del
Museo de la Ciudad de Querétaro.

Fotos: Óscar Salas Gómez.


Una provocación sería la admiración por su capacidad y acierto para sorprender, y
consecuentemente ser poco previsible de una a otra presentación, incluso innovador. Tan solo
durante el periodo pandémico las actuaciones dancísticas unipersonales en la plataforma de un
camioncito circulando por la ciudad capital, con una poderosa bocina para completar
musicalmente el desarrollo coreográfico. Actuaciones placeras en la Plazuela Mariano de las Casas,
el Jardín Guerrero, la Plaza de los Fundadores y finalmente la Plaza de Armas. Transformar en
escenario-vitrina el vestíbulo del Cine-teatro ‘Rosalío Solano’, confinando a los espectadores en la
intemperie de la calle 16 de septiembre. Para finalizar mi recuento durante el período de
aislamiento y el manejo creativo de Ciudad Interior de su-sana-distancia, están las actuaciones en
escaparates-rodantes-individualizados. En fin, dar cuenta de quince años de creatividad y
originalidad, o por lo menos la mitad, requeriría un patrocinio con el cual no cuento.

Fotos: Óscar Salas Gómez.


Con “Corredor Central” la innovación ha sido la interpretación de coreografías ajenas a la
composición de Alejandro Chávez Zavala, coreógrafo egresado del Colegio Nacional de Danza
Contemporánea, fundador y director de la Compañía, con la peculiaridad de hacerla con la
invitación de artistas locales y mujeres jóvenes, un tanto con sus asegunes y singularidades, siendo
la más ‘regular’ Bárbara Valencia, por su constancia creativa y escénica. Claudia Izquierdo Pérez,
ejecutante egresada del CNDC es más o menos debutante en la creación coreográfica y con más
larga trayectoria en la plantilla de la Compañía. De Ámbar Luna Quintanar recuerdo dos
expresiones con la palabra. En el mismo escenario, con el vestuario de su graduación del CNDC,
después de una actuación unipersonal, declaró, palabras más, palabras menos: «Ya no voy a
componer para espacios cerrados», implicando que éstos no eran accesibles para todo público,
que había selectividad, o exclusión, en los espacios con taquilla. En su perfil de Facebook anotó:
«Lo mejor de este regreso a clases es que yo ya no voy a regresar». Podría decirse que ella
configuraría la neonormalidad queretana tras un ciclo en el sur del país. Ojalá y en Querétaro no le
vuelvan a robar su bicicleta.

Fotos: Óscar Salas Gómez.


Pronto la subjetiva significación del título del programa deja de ocupar la deducción ante el inicio
de la función, con previo aviso de una ausencia por lastimadura en la función del viernes. Al inicio
no hay música —no he leído el programa—, dos o tres minutos después prima el silencio. La
complicidad con los espectadores es total: ni un carraspeo, tampoco el rechinido de un asiento, ni
la perturbación del que siempre llega tarde. “Arquitecturas suaves para cuerpos que bailan”, de
Ámbar Luna Quintanar, entre otras sensaciones, sugiere primitivismo, extrañamiento, curiosidad,
inocencia en la iniciación del acercamiento, preámbulo de una posibilidad de relacionamiento,
culminando con una nítida sugerencia de ternura. Visualmente la geometría de los movimientos y
de las posiciones corporales mantienen la expectación por la música.

Fotos: Óscar Salas Gómez.

Acaece una transición a la oscuridad interrumpida con un agudísimo ruido, quizá producido con un
restregamiento de mazas metálicas. Aparece un albo plegable informe, cuyas dimensiones
remiten al campismo, en el centro del escenario que sugiere con asimétricos movimientos la
posible aparición de un ovíparo. La reproducción de correr acuático, como parte de la música de
Ignacio Baca-Lobera, refuerza la ambientación bucólica. Estamos presenciando “Morphskelet”, de
Alejandro Chávez, también intérprete a quien vemos en sucesivos segmentos y a manera de otra
transición lumínica aquél desaparece y lentamente entra desde la derecha una masa de personas
macilentas, con la ausencia de la bailarina Paulina Hernández Montoya, por lastimadura,
interpretando “Siete días para tomar decisiones”, de Bárbara Valencia.

Fotos: Óscar Salas Gómez.


Fotos: Óscar Salas Gómez.


Habiendo advertido la presencia del actor y director escénico Ituriel Hernández, sin ningún crédito
en “Corredor Central”, dada la expresividad facial y la gestualidad dramática de los cuatro
bailarines egresados del CNDC, no dudaría la intervención y asesoría de este artista. El manejo de
la fuerza de la mirada es notorio y sobresaliente.
Por fin un lapso para preparar el espacio, movimiento de lámparas en el piso, a fin de que Regina
Perea Kuri y Omar E. Baas Pacheco, integrados en el elenco A, interpreten “Des/equilibrio”, de
Claudia Izquierdo Pérez, dando un cierre climático a “Corredor Central”. A su muy grata capacidad
dancística audaz y acrobática, la bailarina y el bailarín comprometen y proyectan acertada
teatralidad amorosa y romántica, explicitando a cabalidad la razón del título. Dos elementos riman
con y refuerzan la emotividad apasionada de la pareja: la música de Philip Glass y el vestuario de
Leticia Méndez; muy de tomar meramente como prendas, por el diseño, la textura y los tonos.

Fotos: Óscar Salas Gómez.


Al despedirse, sumamente afectado y emocionado, Alejandro Chávez Zavala subrayó que en esta
fecha, teniendo un muy justificado motivo, por la lastimadura de la bailarina Paulina Hernández,
Ciudad Interior habría suspendido función, como nunca lo ha hecho en quince años, por respeto a
las reservaciones recibidas de público. Terminó resistiendo el quebranto e inmediatamente se
retiró, mientras los asistentes volvían a aplaudir.

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