Declive del Fondo Editorial de Querétaro
Por: Luis Alberto Arellano
El Fondo editorial del Estado de Querétaro atraviesa su peor momento en décadas. Fundado a finales de los 80, durante la administración de Mariano Palacios Alcocer, hoy vive una decadencia y un abandono que se puede corroborar en una ausencia de titular que ya va para dos años. Permítanme repetirlo, el Fondo editorial del Estado carece de titular desde la salida, más que oportuna, de Manuel Cruz, hace ya casi dos años. En la actualidad el Fondo editorial publica pocos libros y mal. Durante toda la gestión de Manuel Cruz, la discrecionalidad fue la bandera de casa. Ese periodo será recordado como aquel en que Marta Favila, pareja del titular del Fondo, publicó una serie de libros olvidables.
También como aquella que produjo al principio una colección notable y que pronto abandonó el impulso para ceder a esporádicas publicaciones descuidadas e irrelevantes. Este periodo se caracterizó por la arbitrariedad para la toma de decisiones. Tan es así que una vieja demanda de la comunidad era la creación de un consejo editorial para el Fondo. Cuando esta demanda se cumplió, no fue para bien de la comunidad literaria, sino todo lo contrario. Se dispuso un consejo al estilo priista: una larga lista de funcionarios y ningún ciudadano metido en la literatura que sepa de libros o tenga una trayectoria que lo avale como dictaminador. Con ese consejo detrás, la salida de Manuel Cruz fue un mero trámite. Un trámite que posibilitó que Juan Antonio Isla Estrada, en su papel de Jefe de la oficina de Asesores del gobernador José Calzada, se llevara los fierros y las personas (no sabemos si los dineros, oscurecen el dato) del Fondo editorial a su propia oficina y creara una especie de Fondo Paralelo que no rinde cuentas a nadie ni tiene intervención ciudadana. En este ambiente de oscuridad, el Fondo oficial languidece, publicando apenas algo más que los compromisos anuales que tiene con el concurso de Dramaturgia «Manuel Herrera» y poca cosa más. Mientras, la oficina de edición que se ha montado Juan Antonio Isla se llena de preguntas sin respuesta.
Han editado la colección de 30 títulos, «Literatura Portátil», en coedición con la cuestionada dupla de Calygramma: Federico de la Vega y Miguel Aguilar Carrillo. Pero nunca han dicho si hubo licitación para otorgar ese contrato. De cuánto dinero público se dispuso para esta coedición. Quiénes dispusieron la lista de autores editados, es decir, ¿un funcionario dedicado a la oficina de asesores del gobernador tiene los criterios para decidir una especie de canon local? Y si es así, cómo explican que entre esos autores esté él, Juan Antonio Isla, y su hermano, Augusto. Lo más grave a mi juicio es la opacidad con que han manejado la colección. En realidad, si se trataba de una edición no venal (gratuita), como se nos dijo a los autores ¿por qué ahora se vende? Y la pregunta más grande, cuánto dinero se usó de las arcas del gobierno para esa colección.
¿Estaba la oficina de Asesores del Gobernador facultada para gastar ese dinero en publicación de libros que incluyan uno de la autoría del titular de dicha oficina? ¿Es de verdad que nadie más ve mal esa situación dentro del gobierno? Si no lo ven, aventuro, es porque la opacidad ha sido la marca de casa del gobierno de Calzada Rovirosa.
{loadposition FBComm}