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La lucha dentro y fuera del cuadrilátero

¡Lucharán de dos a tres caídas sin límite de tiempo! Luchadora de tercera generación, licenciada en Historia, madre: Selene tiene cuatro años participando en el mundo de la lucha libre. A través de su máscara ha visto en este deporte una oportunidad para demostrar que las mujeres también ocupan los carteles estelares. 

La lucha ha sido el deporte de su familia originaria de Xalapa, Veracruz, Selene a sus 17 años ingresó primero a la lucha olímpica en el club deportivo de su padre. Posteriormente, decidió dejar de entrenar para dedicarse a su carrera universitaria. No obstante, la lucha libre la llamaba. A sus 21 años e inspirada por ser la primera mujer luchadora de su familia, decidió volver. 

En ese entonces volvería a practicar solo lucha olímpica por consejo de su padre, quien como exluchador conocía el panorama machista que rodeaba al deporte. Es así, que Selene decidió practicar a escondidas lucha libre con sus tíos y poder formarse más en esta rama. Aunque pronto la descubrirían, Selene finalmente con el apoyo de sus padres decidió mudarse a Querétaro e incursionar profesionalmente en la lucha libre.

La máscara es sin duda uno de los símbolos más sagrados y representativos para un luchador. Para Selene su padre siempre ha sido su inspiración; conocido anteriormente en las luchas como “el as del espacio”, ella decidió que en cada pelea lo llevaría consigo. Homenajeando la máscara que él solía portar, Selene tiene en la suya dos lunas en la parte superior y del mismo modo, su nombre hace referencia a la diosa de la Luna, perteneciente a la mitología griega. Además de los elementos anteriores, actualmente el estilo no es completamente cerrado —lo que permite tener libre su cabello— e incorpora en su diseño una “S” entre las dos lunas.

Es a sus 22 años cuando oficialmente hace su debut. En su primera pelea, Selene estuvo contra una mujer y un hombre. Pero ante los nervios, la multitud y la gran diferencia que existe entre el entrenamiento y una pelea de verdad; durante el encuentro sufrió un accidente en el codo. Aunque, las lesiones físicas no serían el primer problema en los inicios de su carrera. Ella recuerda las veces en que —indirectamente— le decían que no estaba bien entrar al mundo de las luchas y que de hecho modificaría su personalidad porque ese era un ambiente “para hombres”. Sin embargo, estas opiniones no la hicieron cambiar de parecer.

La diosa de la Luna expresó el respeto que le tiene a sus demás compañeras. Aunque —casi con un brillo en los ojos— resaltó su admiración por Dallys, quien fue campeona por un largo periodo de tiempo en el Campeonato Mundial Femenil del Consejo Mundial de Lucha Libre. Por supuesto, sin miedo y con aprecio a las campeonas, espera algún día tener la oportunidad de compartir el cuadrilátero. Y no hay otro lugar más que la Arena México, Guadalajara y Puebla en la que le gustaría combatir. Pisar esos recintos es uno de los sueños a los que muchos luchadores aspiran y a los que a corto plazo nuestra luchadora se ha propuesto llegar. 

A capa y espada, mejor dicho, máscara; ella recalca la importancia del respeto que se debe tener a la lucha libre femenil. Sobre todo bajo un panorama machista en el cual se han suscitado ocasiones donde algunos hombres solo acuden a los encuentros femeniles para sexualizar a las luchadoras. La lucha femenil se valora  por la fuerza y los movimientos de las atletas. Del mismo modo, invitó a que más mujeres, adolescentes y niñas se sumen. Reconoció que exige mucha disciplina, pero que nada es imposible “pues en esta vida y en este deporte es intentarlo una y otra vez”.

Este 9 de marzo, Selene cumple cuatro años de trayectoria en la lucha libre. Su aniversario y su dicha por ser madre primeriza, aumentan su entusiasmo por su combate en Xalapa este 11 de marzo. Este será —por ahora— su último encuentro en Veracruz antes de regresar a Querétaro.

 Finalmente, por las fechas recordó que el 8M no lo ve como un día festivo, sino como un día para recordar que tenemos derechos y que —lamentablemente— aún tenemos que exigirlos.

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