Lucha Libre: La máscara, símbolo sagrado del ritual mexicano

De día es policía, pero de noche es rudo. La doble faceta de un hombre que desde niño supo lo que quería: estar sobre una patrulla y también tender el cuerpo de un oponente en la lona para esperar el conteo de tres.
Drabek se desempeña como policía desde hace 18 años y actualmente trabaja en el área de atención a víctimas; mientras que por la noche disfruta del ataque con el público por su papel como rudo. No necesitamos su nombre real para conocer al hombre detrás de la máscara, pues como bien dicen “la máscara es sagrada”, y para un luchador con 19 años de carrera representa trabajo, perseverancia y legitimación de su desempeño dentro del ring al no tener la necesidad de mostrar al mundo su rostro y nombre.
Además, han sido cinco luchadores los que se han visto en la forzosa necesidad de entregar ante él su máxima presea al perder la famosa estipulación de máscara vs máscara.
Drabek surgió de una familia que disfrutaba las luchas en la Arena Querétaro. Drabek formó su propia familia, quienes ahora luchan en el recinto. Se encuentra casado con la luchadora Estrellita Queretana, quien se encuentra pintada en uno de los murales que rodean la arena; tuvieron hijos, fueron campeones al mismo tiempo y están en espera de una lucha de parejas mixtas.

Si bien ha enfrentado a luchadores como Místico, aunque su rivalidad de ensueño recae en un combate contra alguno de sus hijos. El escenario más cercano es con el mediano, aunque el menor expresa sus ganas de ser luchador, igual que sus padres. Incluso, su regalo de Reyes de este año fue una máscara cosida con mitades de las máscaras de Drabek y Estrellita.
Cuando era niño, siempre supo que quería ser luchador y policía, aún conserva una patrulla de juguete que recibió en un Día de Reyes y con el mismo entusiasmo iba a la Arena Querétaro acompañado de su padre. Recuerda cuando se encontraba a unas calles del recinto y podía escuchar los gritos de la gente, tal vez eran sus nervios o la previsualización que tenía del evento, pero él sentía los ruidos de fondo inertes a su piel, la emoción que sentía era incontrolable, no importaba que al día siguiente tuviera que ir a la escuela. Esa noche era su noche, y las gradas centrales de la sección de arriba, donde ahora se puede ubicar el letrero de “Jarritos”, era el lugar especial de él y su padre.