Los años que vieron nacer la Independencia
El festejo de la caída de los héroes insurgentes y una peste, algunas de las anécdotas del inicio de siglo
Por: David Eduardo Martínez Pérez
A una semana de los festejos patrios, todo lo que se escucha en Querétaro hace eco de un año en particular: 1810. Sin embargo alrededor de esa fecha hubo otros sucesos relevantes; los inicios del siglo XIX tuvieron celebraciones populares, una peste y hasta rayos que fulminaban personas.
Para tener una idea de lo que pasaba en esos tiempos, se pueden consultar publicaciones como Acuerdos curiosos –editado por Gobierno del Estado– y Diario de Querétaro: 1810 de Francisco Xavier Argomaníz.
Juegos pirotécnicos
El 13 de octubre de 1808, llegó a Querétaro la noticia de que las tropas napoleónicas habían sufrido una derrota en España. El ayuntamiento acababa de iniciar sesión de cabildo cuando entró un recadero con la noticia.
Toda la ciudad suspendió labores y se ordenó un repique general de campanas a partir de las 10 de la mañana. Los campaneros no aguantaron y comenzaron a repicar desde poco después de las ocho, siguiendo de manera continua hasta las dos de la tarde.
Todos los coheteros agotaron su mercancía y se llegó a saber de peones que gastaron su única peseta en pirotecnia para celebrar una derrota ocurrida a más de 10 mil kilómetros.
Un acto casi idéntico tuvo lugar en abril de 1811, cuando llegó un heraldo con la noticia de que habían sido aprehendidos los principales insurgentes mientras iban de camino hacia los Estados Unidos.
En el atrio de la parroquia de Santiago se dispararon fusiles como señal de victoria. El gemido de la pólvora al morir fue silenciado por un toque de campanas que se ordenó en el templo de San Francisco.
Los franciscanos hicieron peregrinación, misa y tedeum de acción de gracias a la Virgen del Pueblito. Cada vez que llegaba una noticia relacionada con victorias del ejército realista, la ciudad se llenaba de cohetes, rifles y campanas.
Esto contrastó notablemente con lo sucedido el 3 de julio de 1821. Ese día se celebró un tedeum en la iglesia de San Francisco.
Sin embargo, esta vez no era para agradecer una victoria realista, sino la entrada de la “feliz independencia” en la ciudad de Querétaro.
Durante la celebración estuvo presente Agustín de Iturbide. Hubo repiques de campana todo el día y se ordenó que toda casa, iglesia, negocio u oficina tuviera adornos alusivos a la independencia recién obtenida.
Los realistas se rindieron esa misma tarde en el fuerte de la Santa Cruz.
La peste
En el intervalo entre ambos festejos se presentaron diversos conflictos. Tristemente célebre es la epidemia de peste que asoló no únicamente a Querétaro sino a todo México en plena lucha insurgente.
La peste se atrincheró en Querétaro hacia junio de 1813. Se cobró vidas en cada barrio de la ciudad. Las campanas igual sonaban, pero ya no en señal de alegría, sino con el acompasado y tétrico toque de difuntos.
Se decretó la creación de un hospital para pobres en el hospicio de los padres hospitalarios y se realizaron misas diarias en Santiago, San Francisco, Santa Clara, La Divina Pastora y Santa Rosa. Los carmelitas realizaron novenarios y llamaron a la penitencia pública para aminorar los efectos de lo que creían ira divina.
El sacerdote Diego de Chávez utilizó todas las limosnas del templo del Espíritu Santo para garantizar a sus feligreses el acceso gratuito a los alimentos y las medicinas.
Al camposanto de la ciudad llegaban todos los días carretas llenas de muertos de Celaya, Salvatierra y San Miguel de Allende. Cada dos días se anunciaba en el obituario la muerte de algún queretano ilustre.
Entre los muertos destacan el pintor Ignacio Roldán, que decoró varios templos en todo México, el profesor de teología Manuel Inza y el coronel Narciso María Loreto de la Canal, a quien llamaban “caballero de los tres muyes” por ser, según sus subordinados “muy rico, muy feo y muy tonto”.
Arrodillarse, sólo a la fuerza
Las crónicas de los años previos a la Independencia relatan sucesos muy variados y en ocasiones hasta pintorescos.
Un ejemplo lo podemos encontrar en los acontecimientos que tuvieron lugar el 25 de julio de 1802.
Sucede que se terminó la construcción del templo de Carmelitas, ubicado en una calle que solía llevar el mismo nombre que el templo y que en la actualidad se llama como el fundador de la Escuela Normal, Andrés Balvanera.
Para la inauguración del templo se invitó a un cura llamado Alfonso Martínez Tendero, quien tenía rango de párroco.
Martínez dirigió una procesión de niñas, niños y militares que rodearon la manzana del convento de carmelitas para reunirse en el atrio a participar en un “refresco”, que es como se le decía a la kermés en aquel entonces.
Al finalizar el “refresco”, el sacerdote otorgó la bendición a los presentes que quisieran recibirla. Uno de ellos era Manuel Yturriaga, un canónigo de Valladolid, ahora Morelia.
Por tener el rango de prelado, Yturriaga se negó a hincarse ante Martínez Tendero para recibir la bendición.
El párroco no le dio la bendición y le exigió que se arrodillara. Éste tuvo que obedecer, aunque se retiró murmurando insultos contra el sacerdote que no quiso respetar su superioridad dentro de la jerarquía eclesiástica.
Querétaro, exponente arquitectónico
Querétaro realizó grandes aportaciones a la arquitectura mexicana durante las últimas décadas del periodo colonial. No sólo se llenó México de templos diseñados por el queretano Mariano de las Casas, sino que también aquí en Querétaro se realizaron construcciones que para su tiempo fueron vanguardistas.
El 22 de abril de 1803, fray Francisco Xavier de Lizana, arzobispo de México en aquel año, bendijo el nuevo hospicio de las Monjas Teresas.
Lizana ordenó que las monjas se trasladaran desde Santa Clara hasta su nueva casa ubicada en lo que entonces se llamaba avenida de las Posadas. Las posadas salieron en una procesión tan solemne que la autoridad civil emitió una ordenanza donde se solicitaba al pueblo “comportarse”.
Cualquier ruido fuera de lo común era motivo de penalización, pues las monjas teresas formaban una de las congregaciones más estrictas de Querétaro.
Dos meses después se colocó y bendijo la primera piedra de aquel convento que no sólo fue el primer ejemplo de arquitectura totalmente neoclásica de México, sino que también fue el último templo colonial erigido en Querétaro.
La construcción finalizó el primero de enero de 1807, poco después de la dedicación del templo de San Felipe, actual catedral.
Muerto por un rayo
En el contexto de la “pax queretana”, ésa que aún se predica hoy en día, la supuesta falta, porque sí los hubo, de acontecimientos políticos relevantes, hizo de situaciones como las muertes “chuscas” noticias que corrieron de boca en boca.
Un obituario de poco antes del inicio de la Independencia, contiene una reseña sobre la muerte de fray Cayetano Pérez, religioso del convento de la Santa Cruz.
Sucede que la noche del 9 de julio de 1808, una tormenta eléctrica sacudió la ciudad, provocando que cayeran nueve rayos sobre la misma. Uno de los rayos alcanzó a fray Cayetano mientras se dirigía al refractario del convento.
Alcanzó a vivir media hora en lo que le administraban la extremaunción. El obituario señala al fraile como un hombre “humilde, sencillo, piadoso y comprometido con Dios, casi un santo”.
Se menciona también que el religioso había pedido la confesión poco antes de que le cayera el rayo, como si hubiera previsto que esto le iba a suceder.
Lo chusco estuvo presente incluso en la ceremonia realizada en la entonces plaza mayor para celebrar la consumación de la Independencia.
Tras la rendición definitiva de España, el ejército trigarante ordenó colocar su bandera en lo alto de las casas consistoriales de Querétaro. Las crónicas de la época hablan de hasta 15 mil personas presenciando la colocación de la bandera.
Se menciona que la gente no cabía ya ni en plaza, ni en las calles aledañas, ni en los árboles, ni en las azoteas. Algunos vieron en esto oportunidad para hacer negocio y rentaron balcones y torres de observación por un precio de hasta 50 pesos.
Así recibió Querétaro su estatus de ciudad dentro de una nación independiente.
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