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Olvidado Nueva York en Querétaro

Por Andrea González Muñoz

Era un gran edificio, el más grande, ninguno lo igualaba, hasta buena sombra daba”, así lo recordó El grillo, personaje de las calles queretanas.

 

Lo que ayer era majestuoso hoy es un gran pedazo de cemento que se cae de viejo, Nueva York se llama, pero no se asemeja en nada a la Gran Manzana, sólo tiene el nombre, porque ni su altura ni arquitectura pudieran parecerse al Empire State de la ciudad norteamericana.

 

Hoy el inmueble pasa desapercibido, no hay persona que repare en él, sus años lúcidos se fueron junto con el brillo de su placa, el tiempo ha hecho estragos en él y los vándalos de la ciudad lo han dejado marcado. Se ubica en el Centro de la ciudad de Querétaro, en Corregidora número 123; los negocios conjuntos le han chupado la vida, los Pollos Ray –a pesar de compartir muros– se aprecian a distancia mientras que no hay quien se fije en el edificio Nueva York.

 

Florencia Pérez cuenta que trabajó en la primera planta, en un negocio de electrónica durante 17 años: “hace un mes nos salimos de ahí, la renta está muy cara y la verdad no lo vale por el gran deterioro que tiene, las instalaciones de agua y luz son muy viejas y no tienen mantenimiento, cada rato había cortos y para mi negocio eso es fatal”.

 

El grillo es un mendigo de las calles, habla sin hilar, no recuerda años pero sí lo que un día fue Querétaro, lleva más de 30 años alimentándose de las manos piadosas que pasan y le dan limosna. “Yo estaba bien chiquillo y fue un gran escándalo para la gente, lo concebían como un monstruo, como la mole del cómic, daba miedo cuando lo construyeron (…) hubo de todo ahí, dicen que espantan”.

 

No tuvo mucho que decir pero al menos salió con chesco y rebanada de pizza; al final sólo dijo “Don Chucho es un viejo cascarrabias, codo y ruin… nunca da nada ni a mí ni a su viejo edificio, véalo nomás.” Lo de codo y ruin no se puede asegurar pero por el aspecto de Nueva York puede que el grillo tenga razón.

 

Al ir descubriendo más cosas malas que buenas y ante la insistencia de querer saber más sobre la vieja construcción, fue necesario hacer muchas visitas hasta dar con el primer y único dueño del inmueble, Jesús Pérez Olvera, quien posee una joyería frente al Jardín Zenea en el Centro Histórico de la ciudad. Al entrar a la joyería París, cuatro hombres mayores platicaban, todos con blancas cabelleras y muchos años en el cuerpo; de pronto entró el quinto que resultó ser Pérez Olvera. Al principio se mostró amable al ver una persona joven en el lugar, pero al saber el motivo de la visita rechazó platicar sobre Nueva York, ¿Habrá algo que ocultar?

 

Hay historias que dicen que el edificio fue nombrado así por la asombrosa altura que tuvo en sus tiempos, lo consideraban el rascacielos de Querétaro; bastaron cinco pisos para asemejarlo a una construcción neoyorquina. Actualmente, sólo permanece el Colegio Nacional de Computación; eso sí, con un horario indescifrable pues abre cuando quiere, ya que ninguno de los comerciantes cercanos pudo decir un horario exacto de la jornada laboral de dicha institución.

 

Dándole la razón a Florencia Pérez, las ventanas lucen rotas y peligrosas para los transeúntes que circulan por la banqueta, ella cuenta que más de una ventana ya le ha dado susto a la gente; la pintura parece que es la misma de hace 30 años y que los cables de luz forman enredaderas en la pared.

 

–Si no es mucha indiscreción, ¿Cuánto pagan de renta doña Florencia?

–Pues bastante, recuerdo que mi patrón se quejaba cada mes pero más o menos le daba entre 22 y 23 mil pesos; la verdad ya no costeaba, por eso nos cambiamos.

 

Por el edificio Nueva York han pasado marisquerías, torterías, taquerías, escuelas y electrónicos; de todo ha tenido el grande, es una lástima verlo decaído, pues más de una historia interesante ha de tener.

 

El tiempo lo ha olvidado, nadie se percata de él. Los ancianos del Querétaro viejo hablan con pena, pues en sus buenos años era todo un esplendor verlo; ahora ya no es majestuoso y, sin embargo, a uno que otro le llama la atención, no cualquiera se pone a la altura de un edificio de Nueva York.

 

Ahora el tiempo pasó y en Querétaro se ven distintos complejos inmobiliarios de mayor tamaño, tan sólo Centro Sur, hoy es todo un espacio de oportunidades para las constructoras; sus edificios son innovadores en diseño y tecnología, la plusvalía los encarece y el dominio en su vista es privilegiada.

 

Pero se pone en reflexión ¿Será posible que estos nuevos edificios lleguen a ser olvidados como el edificio Nueva York? Lo que hace tiempo atrás fue magnífico hoy da igual, lo que hoy nos asombra ¿mañana ya no?

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