SJR: Las calles nos quedaron chicas

Son las 16:11, la cita era a las 16:00 ya hay alrededor de 500 chicas afuera del Parque de Las Garzas, las selfies y las fotos están a la orden del día. 16:32 comenzamos a enfilarnos para salir a las calles, ya son más mujeres de distintas edades y como siempre hay chicas que llevan a sus hijos y perrhijos.
De 500 mujeres en poco tiempo pasó a una cifra de más de 800 personas que entre gritos, porras y lemas avanzó cuesta abajo sobre avenida Río Moctezuma. Para quienes no han ido a una marcha por miedo a estar solas, déjenme platicar que es fácil socializar en ese espacio.
Hay personas que salen, graban, algunos aplauden y otros solo se limitan a quedarse afuera de sus negocios a observar. Escuché a alguien decir que le causaba indignación que los hombres grabaran y estuvieran solamente de mirones, pero es que es difícil ignorar a más de 800 mujeres en una de las avenidas más transitadas.
Y es mejor que miren, que observen que las mujeres gritan sus inconformidades y exigen justicia así que “señor, señora no sea indiferente se mata a las mujeres en la cara de la gente”.
Nos encaminamos a tomar avenida Central, por fin hubo algo de sombra, en medio del calor incandescente y aunque nuestros carteles nos servían para cubrirnos del sol, el calor a esas horas todavía era intenso.
Luego bajamos por avenida Juárez, es imposible no ir leyendo los carteles, particularmente me llamó la atención uno que decía, “Abuelita vine a gritar lo que a ti te hicieron callar” y estaba acompañado de la fotografía de una mujer, ese cartel en medio de cientos de mujeres me hizo pensar en cómo verían el mundo los nietos de esta generación, cómo seríamos las siguientes abuelas, definitivamente calladas ya no.
Es ahí donde confirmo que los cambios son lentos pero ahí ya hay una especie de semilla de la conciencia, de la reflexión de la lucha por vivir de manera más digna y por ser escuchadas, respetadas y reconocidas.
Respecto a la ruta, este año fue distinta: caminamos toda avenida Juárez hasta llegar a la calle Cuauhtémoc y después tomamos la angosta calle Avenida J. Aldama Poniente, estábamos más compactadas, sin duda las calles de San Juan del Río, nos quedaron chicas.
Llegamos al Jardín independencia, acaloradas, con incertidumbre de qué iba a suceder después, nos amontonamos alrededor del águila de independencia y ahí estuvimos gritando algunas otras consignas, descansando en las orillas de los jardines e incluso en el suelo.
Es ahí donde tranquilamente se puede ver a todas, con sus mejillas sonrojadas y sus frentes brillosas después de casi dos horas de caminata desde la zona oriente de San Juan del Río, donde puedes leer los carteles y sentir alegría por la cantidad de mujeres que te rodean, pero a la vez compasión y tristeza porque no todas tienen historias felices, pues son familiares de mujeres desaparecidas, violentadas o simple y sencillamente han sido blanco del acoso como todas las mujeres en algún momento de nuestra vida.
El manifiesto señalaba que es importante sentar las bases de un nuevo pacto social en contra de la violencia ejercida en todas sus formas hacia las mujeres, porque ya no nos quedamos calladas, y nuestros gritos, aunque débiles todavía, superan el silencio que reinó durante mucho tiempo.