Igualdad de género: Discuten sobre avances y desafíos de la mujer en familias contemporáneas

Es innegable la mayor participación de mujeres en el entorno laboral, no obstante, aún persisten desigualdades en cuanto a ingresos, acceso a educación y roles de género que las limitan, así como poca autonomía en sus decisiones. Estos fueron algunos de los principales argumentos presentados en la mesa redonda llevada a cabo el 8 de marzo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
En la mesa 𝗘𝗹 𝗽𝗮𝗽𝗲𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗺𝘂𝗷𝗲𝗿 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗳𝗮𝗺𝗶𝗹𝗶𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮́𝗻𝗲𝗮, las expertas resaltaron la importancia de cultivar el pensamiento crítico en las mujeres y promover una educación más feminista en casa y en la escuela. La mesa redonda concluyó que es importante continuar investigando y construyendo diagnósticos para diseñar políticas públicas a favor de la igualdad de género.
Oliva Solís Hernández, catedrática de la FCPS, explicó los cambios en el contexto sociopolítico que afectan a las mujeres en las familias, un fenómeno que se remonta a la mitad del siglo pasado. Indicó que si bien hay ventajas y mayor protagonismo femenino en distintas facetas, todavía hay brechas que combatir.
Una de ellas se ve en el fenómeno que denomina “feminización del trabajo”. El concepto podría referirse a un empoderamiento femenino, pero ella no lo ve necesariamente de esa forma. Si bien las mujeres han adquirido una mayor participación en el entorno laboral, la precariedad va de la mano con ella.
“Los cambios no han sido homogéneos, por lo tanto, es importante seguir investigando para construir diagnósticos que permitan diseñar políticas públicas en pro de la igualdad de género”, expresó la investigadora. Tal trabajo, añadió, es responsabilidad de los científicos sociales.
Lorena Erika Osorio Franco, una de las ponentes y doctora en antropología, recordó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) expone que el promedio de ingresos mensuales por familia en México es de 19 mil 23 pesos mexicanos (2020); la mayor cifra la tienen los varones con una media de 22 mil 618 y con las mujeres se reduce a 14 mil 860 pesos. Es decir, reciben, al mes, 7 mil 758 pesos menos que los varones.
Aunado a la disparidad de género en los diferentes entornos sociales, la experta enunció los todavía existentes roles de género en las profesiones, la desigualdad en el acceso a la educación y la falta de autonomía y toma de decisiones que poseen las mujeres respecto a los hombres.
Pensamiento crítico, una herramienta clave
Edita Solís Hernández, académica de la FCPS, invitó a cuestionar qué significa hablar del “papel de la mujer en la familia”, así como reflexionar sobre el empoderamiento femenino. La socióloga consideró importante cultivar el pensamiento crítico en las mujeres:
“Necesitamos alejarnos de la satanización de la masculinidad. Debemos evitar quedarnos en la victimización y trabajar en nuestra educación física y psicológica para tener una psicología fuerte. Además, debemos formarnos filosóficamente para evitar el sexismo y hablar de un trabajo conjunto”, afirmó, haciendo referencia a la preparación que las mujeres necesitan para empoderarse.
Agregó que el pensamiento crítico induce un mayor cuestionamiento del industrialismo y los estereotipos derivados de él, que “inducen a formas de blanquitud” en las cuales las mujeres imitan los estándares de belleza reproducidos por los medios de comunicación. Según ella, los modelos femeninos deben ser “prácticos y constructivos”.
Educación orientada al feminismo
Sulima García Falconi, doctora en Ciencias Sociales sugirió una educación más feminista en casa, ya que es desde el seno familiar donde se educa a las nuevas generaciones a ser personas diferentes y contribuir a la deconstrucción. Se trata de una formación en la que se les permite a los niños y niñas desarrollar sus potencialidades en pro de la liberación de los roles de género, expresar sus emociones libremente, evitar la crítica generalizada a las mujeres y hablar de modelos femeninos desde su propia familia.
“Que ayudar en las labores domésticas no sea visto como un apoyo, sino como un deber; que los hombres se sientan libres de llorar y las mujeres, de enojarse”, expresó en referencia a la participación masculina en la actividad, como ejemplo de la educación en pro del feminismo.
Enfatizó que no es suficiente construir esta educación en el seno familiar, sino que también debe extenderse hasta las escuelas, donde hacen falta políticas que propicien “formas más justas entre mujeres y hombres”.