Universidad crítica
Por: Víctor López Jaramillo
La semana pasada comentábamos sobre la importancia de la crítica en la democracia y el valor de la protesta como un ejercicio de los derechos ciudadanos.
La universidad ha sido el espacio para que el pensamiento crítico florezca. Es el lugar donde nacen las ideas que transformarán al mundo. Y también, es el lugar donde el germen de la idea de cambio empieza a florecer.
El disentir, el discrepar, es parte fundamental de la esencia universitaria. Quien no cuestiona y aprueba acríticamente, flaco favor le hace a su sociedad.
Es una idea presente en el espíritu universitario. Prueba de ello es que fue parte toral del discurso del rector Gilberto Herrera durante el Segundo Informe ante Consejo Universitario. Ahí destacó que “la comunidad universitaria es plural y la discrepancia es fortaleza. La discrepancia, asociada a la deliberación, armoniza y construye sobre coordenadas comunes”.
Bajo esta lógica de la discusión de ideas se debe dar paso a la ciencia y al pensamiento, por ello es importante también destacar la importancia de que nuestros universitarios “sepan que el placer de la vida no es el dinero, sino los conocimientos, la cultura y el deporte, queremos jóvenes con compromiso social y pensamiento crítico”.
Pensamiento crítico, frase que causa temor en más de uno. Sobre todo en los que creen que la sociedad es inamovible y le apuestan al conservadurismo. Pero sólo el pensamiento crítico, el cuestionar al dogma oficial, es lo que puede mover conciencias.
Esa es la lógica universitaria que anima este semanario desde su fundación en 1997 y que a una semana de un aniversario más, se mantiene vivo.
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