Calaverita al transporte

La Calaca se sentía
un tanto desesperada.
Tenía rato en la parada
y su ruta no aparecía.
En eso vio que venía
la ruta cincuenta y nueve
deseando que esa la lleve
subió y apenas cabía.
Pasó bien su credencial
y once pesos descontó
y oyó al chofer que gritó:
¡Recórranse hasta el final!
Total, viajó como pollo
y al bajarse sudorosa recordó
cómo se goza
porque el pago del pasaje
(como ya lo sabe usted)
aunque ya sin internet
incluye sauna y masaje
y arrimones en el yoyo,
en fin, pa’ no dar más rollo,
La Parca acabó jariosa.
Por la noche, al acabar
su trabajo, como tú
se fue al camión esperar
pero le falló el Qrobús.
Buscó a quien le sustituya
al chofer que la dejó
y al Camposanto llegó
trepada en una patrulla.
Texto elaborado en el taller de calavera Huesos y versos toltecas, impartido por Daniel Muñoz Vega