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La Internacional de Jóvenes Comunistas

La lucha del proletariado necesita asegurar un flujo constante de sustitutos y nuevos miembros, para ser capaces de seguir con la lucha hasta completarla.

 

A lo largo de toda su historia, los partidos comunistas han establecido una diferencia entre la organización que debe darse entre los cuadros desarrollados y aquella entre los jóvenes comunistas que inician su formación y que, además, están sujetos a los vaivenes propios de la juventud y el crecimiento.

La Internacional Comunista (IC) se dio a la tarea de crear un espacio propio para la juventud con la formación de la Internacional de Jóvenes Comunistas (IJC). En su Programa de 1928, la IJC resume los avances en sentido teórico sobre el papel que desempeña la juventud en la sociedad capitalista y las experiencias de lucha concreta que se acumularon hasta esa fecha, llegando a la más clara expresión de sus características y objetivos.

Para la Internacional Comunista, la importancia de construir una organización dedicada al trabajo juvenil residía en que les permitía la incorporación de las demandas particulares de una gran capa de los trabajadores. Además, la lucha del proletariado necesita asegurar un flujo constante de sustitutos y nuevos miembros, para ser capaces de seguir con la lucha hasta completarla.

El primer gran reto del comunismo mundial fue definir el lugar que correspondía a la juventud en el sistema de producción capitalista. En principio, la juventud se encuentra dividida en clases, como reflejo de la división de clases de toda la sociedad. Así pues, la primera tarea de la IJC fue desenmascarar ante los jóvenes proletarios esta diferencia fundamental.

Por un lado, los jóvenes son una fuente de fuerza de trabajo enérgica y pauperizada. El abaratamiento de la mano de obra juvenil es una tendencia constante en la historia del capitalismo, comenzando por el trabajo infantil en los primeros países industriales, hasta llegar al día de hoy bajo la forma de las capacitaciones sin pago o el servicio social. Por otro lado, los inicios del siglo XX estuvieron marcados por las guerras, mostrando con crudeza como millones de jóvenes proletarios eran enviados al frente a morir por intereses ajenos a los suyos, por lo tanto, el tema de la lucha antiimperialista y en contra de la guerra era una tarea prioritaria para los jóvenes socialistas.

La segunda gran pregunta para los comunistas era cuál debería ser la forma que adoptasen las relaciones entre las organizaciones juveniles y los partidos comunistas. Durante la primera guerra mundial, casi todos los partidos socialdemócratas se pasaron del lado de la burguesía, mientras que la mayoría de las organizaciones juveniles proletarias y la Internacional juvenil se mantuvieron fieles a la lucha clasista revolucionaria, siendo ellos los que colocaron las primeras piedras para la construcción posterior de los partidos comunistas miembros de la Internacional.

Debido a que las juventudes comunistas habían asumido la vanguardia del movimiento revolucionario, las relaciones que se plantearon en el programa de la IJC de 1919 eran de carácter horizontal ente los Partidos Comunistas y las juventudes. Se postulaba que en lugar de subordinación de la juventud, esta fuese independiente y que la vinculación se diera mediante la comunicación y apoyo mutuo. Para muchos de los nacientes partidos comunistas, era aún impensable someter políticamente a las mismas juventudes que los habían dotado de fuerzas para su propia existencia.

Sin embargo, la IC llegó a la conclusión de que las condiciones excepcionales que se vivieron en esos años no deberían ser interpretadas como una generalidad, pues son los partidos Comunistas los verdaderos responsables de asumirse como vanguardia de todo el proletariado, incluyendo a las juventudes proletarias.

Este principio se plasmó en el programa de la IJC de 1921, en el que se estableció la subordinación política de la juventud comunista ante el Partido. Además, se establecieron normas que hasta el día de hoy rigen las relaciones entre Partido y Juventud en muchas organizaciones del mundo, tales como la presentación de informes, la inserción de miembros activos del Partido en la dirección de la juventud, etc.

En suma, la IJC fue para la Internacional Comunista la consumación de los esfuerzos de jóvenes en todo el mundo en su lucha contra el capitalismo, dotando a la juventud proletaria de una plataforma mundial y especializada en el tratamiento de las problemáticas de los jóvenes trabajadores, diferenciándolas de las que enfrentaban otras capas del proletariado. Asimismo, fue la realización última de la relación entre partidos y juventudes, sentando un precedente que sigue marcando el ritmo de la actualidad comunista.

 

Miembro del Comité Central de la Federación de Jóvenes Comunistas*

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