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Los infiernos del arcoíris

Para Lalo

Existen días donde todo cambia…

 ¿Cómo una elección de amor y deseo puede cambiar por completo toda tu vida? Aún recuerdo verlo llorar porque se hizo público que le gustaba ese chico llamado Omar, aquel del que se había enamorado, en nuestro mundo eso era motivo de felicidad y alegría, los primeros descubrimientos de la piel, de los besos, de una mirada que le llaman de borrego. En nuestro mundo yo le planchaba el cabello, en alguna ocasión se lo pinté sin tener idea de cómo hacerlo, él era ese amigo que siempre estaba ahí en las malas y en las peores. Pero ¿cómo consolar a tu mejor amigo porque lo ridiculizan en el salón?, ¿cómo decirle que no está mal amar y que el mundo está podrido?, ¿cómo protegerlo de aquellos que les parece insoportable un deseo así?

¿Por qué hacerle la vida imposible si él solo se había enamorado? No entendía. Para ese momento, teníamos 17 años, la escuela y su familia se enteraron, al principio fue como si hubiera contraído algún tipo de enfermedad, aislado y juzgado, por fortuna construimos un mundo que era lejano, con más amigos y amigas, compartiendo diversidades, ese mundo me parecía mucho más seguro y yo lo veía mucho más tranquilo y feliz, pero ¿por qué tuvo que derramar una sola lágrima por amar? Si bien el 26 de julio de 1978 fue la Primer Marcha del Frente de Liberación Homosexual de México, en donde se gritaban las consignas “¡No hay libertad política si no hay libertad sexual!”, “¡Sin libertad sexual no habrá liberación social!”, así como carteles que decían”, “Alto a la represión”, hace 45 años, ahora en 2023 sigue la lucha constante por el reconocimiento de las diversidades sexuales. En junio las principales avenidas se tiñen de arcoíris, se esperaría que en nuestra actualidad actos como el final de Un lugar sin límites de Arturo Ripstein no tengan cabida. Sin embargo, toda disidencia, toda diferencia continúa siendo atacada y violentada, el binarismo de género aún tiene sus raíces profundas en la cultura y en la interacción social; como Fausto le pregunta a Mefistófeles ¿dónde queda el lugar que los hombres llaman infierno?, a lo que responde “El infierno no tiene límites, ni queda circunscrito a un solo lugar, porque el infierno es aquí donde estamos y aquí donde es el infierno tenemos que permanecer…”.

La homofobia y la transfobia desquebrajan, agreden y matan, esa discriminación que desdibuja y niega la dignidad humana, discriminación ya sea por orientación sexual o identidad de género, porque por ahí hay una estructura que dice firmemente que solo azul y rosa, que los colores arcoíris son imposibles; nos dice que todos salimos de una fábrica destinados a cumplir el papel que nos fue asignado al nacer, que no somos humanos que no podemos elegir, que te deberían gustar las manzanas y no las peras. Esa estructura que construimos para nosotros mismos, nuestro propio infierno. Por qué es tan difícil cuestionar que ese deseo es posible, pero cómo va a ser posible, mejor aniquilo a aquello que me provoca tal deseo y así, la violencia. En esta escalera estructural el poder se ejerce y se jerarquiza, todos aquellos que sean diferentes decían –hay que subirlos a la nave de los locos, porque la homosexualidad también estuvo atrapada en un libro llamado DSM, porque no solo azul y rosa, también normal y anormal, cuerdo y loco, cis y trans. Pedro Lemebel decía “Defiendo lo que soy. Y no soy tan raro. Me apesta la injusticia. Y sospecho de esta cueca democrática. Pero no me hable del proletariado. Porque ser pobre y maricón (homosexual) es peor. Hay que ser ácido para soportarlo. Es darles un rodeo a los machitos de la esquina”.

Porque no termina, nunca termina, también existe blanco y negro, burgués y prole, entre más sumes disidencias peor te va. Por eso mismo la diversidad sexual es un término político y configura relaciones de poder y posibilidades de resistencia, construye la realidad, las representaciones de la existencia sexual de las personas, esas representaciones se legitiman, se hacen válidas, sin embargo, el tejido del heterosexismo y el cisexismo jerarquiza identidades sexuales que son asignadas por la misma cultura, por lo que se continúa reproduciéndose sin cesar.

Alarmante es saber que en nuestro país cada tres días es asesinada una persona gay, lesbiana, bisexual o transgénero por motivos relacionados a la orientación sexual o la identidad de género, según la comisión de Derechos Humanos. Por tal motivo en el marco del Día Nacional e Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bisexofobia, es importante recordar que hay personas que no sólo sufrieron acoso y discriminación en el ámbito escolar como mi amigo en la preparatoria, sino que esta violencia mata, sólo porque existen personas que decidieron ser y expresarse fuera de la jaula estructural, se paga con el cuerpo y con la vida.

Como narra Camila Sosa en su libro Las malas “Llega un momento de la vida que ningún recuerdo está a salvo, entonces anota todo en cuadernitos, pega notas en la puerta de la heladera, como una manera de ganarle al olvido, algunas piensan que está volviéndose loca, otras creen que está dejando de recordar por cansancio, muchos golpes ha tenido la tía Encarna, botines de policías y de clientes han jugado al futbol con su cabeza y también con sus riñones, los golpes en los riñones la hacen orinar sangre de manera que nadie se inquieta cuando se va, cuando las deja, cuando responde a la sirena de su destino”. Porque se decide ser o amar, porque se decide habitar la vida de forma más colorida y en forma de espiral, no en esa línea constantemente recta que se nos ha dibujado y que tal parece debemos caminar, pero la pregunta siempre puede irrumpir, la empatía puede acercar, la escucha puede hacer comprender, porque no nos borran, porque el infierno puede volverse jardín y al jardín lo habitan todo tipo de flora, porque no es lo uno o lo otro, porque dar lugar a la otredad es darnos lugar a nosotros mismos.

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