¿Un ‘castigo divino’ por amar diferente?
Medité mucho acerca de si era correcto escribir este testimonio y, sobre todo, publicarlo. Omitiré nombres por si esto llega a estar en las manos de lxs involucradxs.
Hace un tiempo, tras una enfermedad poco conocida y un par de años en tratamiento, ‘S’ (20 años) falleció. Yo fui la encargada de dar la noticia al grupo de amigas (de casi 7 años de amistad), así como de organizar la ida al funeral.
‘S’ fue mi novia durante casi 3 años, era su primera relación formal y sáfica, y cuando llegó el final, concluimos la relación en buenos términos, pero conservamos una buena amistad. Nadie de su familia supo de la relación en su momento, dadas las condiciones religiosas del entorno familiar. Solo sabían sus amigas más cercanas. Poco noté la diferencia entre nuestras dinámicas al vivir nuestra sexualidad; mientras que para mí nunca ha sido un problema, y nunca me he visto forzada a salir del armario, para ella era lo contrario.
En la iglesia (y en casa) le decían que eso era pecado, que estaba mal, que se castigaba, que decepcionaba a Dios, etcétera.
En el funeral, ni yo ni nadie pudimos mencionar nada acerca de su preferencia sexual, no pudimos hacer mención de ningún recuerdo que mencionara nada acerca de afecto sáfico, ni una expresión de género diferente, ni similar.
Nadie nos lo prohibió, cabe aclarar. Simplemente lo vimos incorrecto ¿Por qué? No sabemos. Quizá en el fondo quisimos conservar una imagen diferente de ella para su familia.
Cuando llegó el momento de repartir sus pertenencias, fue su hermano quien me dio las cosas directamente y me dijo «en esta libreta ‘S’ escribió algo para mi mamá sobre ti, creo que es mejor que te la quedes». Acto seguido, me entregó una libreta que ella mandó a hacer de su banda favorita, junto a sus demás cosas como ropa, discos y demás.
Durante semanas, no me sentí lista para leer lo que fuera a estar escrito ahí dentro. Yo estaba viviendo el tradicional duelo (negación ira, negociación, depresión, aceptación) y no me sentía preparada para agregar otro factor.
Un día, finalmente, en paz y serena, lo leí.
Y me destrozó.
En 3 páginas, ‘S’ explicaba la relación que tuvimos, lo feliz que estaba, que ella nunca pensó ser LGBT+ hasta que me conoció, lo bien que se la había pasado, lo mucho que me admiraba, me quería, lo mucho que la apoyé, etc. Sin embargo, ella explicaba que estaba convencida de que su enfermedad era un castigo de Dios por ser así. Detalló como se sumergió en la religión buscando una respuesta a por qué le estaba pasando algo tan único, poco probable e incurable; y que, al hacerlo, supo que Dios castiga con enfermedades similares a los pecadores.
Dijo que quizá si ella fuera diferente, no se habría enfermado. Dijo que ella lo hablaría con unas monjas para conocer su opinión, aunque nunca lo pudo concluir. Finalmente terminó diciendo que ella le pedía perdón a Dios (y a su mamá, la original destinataria) todos los días por ser así.
Aquella carta me afectó bastante. Ese mismo día llamé a una amiga en común (lesbiana) para contarle. Me rompí, me hice tantos cuentos mentales sobre por qué ella pensaba así y nunca nos dijo, por qué pensaba que a los LGBT+ Dios les odiaba, y si ella pensaba que yo o nuestrxs amigxs e ídolxs LGBT+ estaban ‘condenados’.
Esta amiga dijo que lo mejor era quemar esa carta, que nadie la viera. Que esa incertidumbre se fuera a ‘descansar’ junto a ‘S’, y que, si Dios existe, le pidiéramos en rezos perdonar a ‘S’ por pensar así. No porque ser LGBT+ sea malo, si no por pensar que un Dios bondadoso que así la creó, se equivocaría y la odiaría por ello.
Finalmente quemamos la carta, todavía con un muy mal sabor de boca. Las cenizas de esa carta las liberé el 25 de noviembre del 2022, en primera fila del concierto de Harry Styles, su artista favorito.
Espero que todxs quienes sienten miedo o incertidumbre de quienes son, encuentren la paz y la seguridad de poder vivir su vida de la mejor forma.
Un abrazo hasta el cielo, ‘S’