Regálate un futuro

Desde que era muy pequeño, mi familia siempre ha profesado la religión cristiana de la rama evangélica, por lo que, durante mis veinticuatro años en este mundo, en ningún diciembre he tenido la oportunidad de celebrar Navidad, vaya, ni siquiera de recibir algún pedazo de carbón como regalo.
Quizá por este motivo es que veo los regalos navideños como algo pasajero. Que si el juguete, el suéter o los chocolates, son cosas que van por mi cabeza sin pena ni gloria.
Pero, aunque a mí no me afecten, hay alguien a quien sí, y me refiero a nuestra madre naturaleza. Y es que es increíble como llega diciembre y pareciera que emergiera un impulso salvaje por comprar cualquier cachivache que se nos pare frente a nuestros ojos.
El problema radica en cosas tan “inocentes” como la quema de pirotecnia. “Solo una cebollita”, dicen los niños, pero por cada mexicano que desde el primero de diciembre comienza a festejar, el consumo de pirotecnia genera una gran cantidad de contaminación.
Ya lo decía el coordinador de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), Víctor Hugo Páramo Figueroa; en la temporada invernal de noviembre a febrero comienza la ausencia de vientos y la poca ventilación atmosférica, sumen esto al gran número de fogatas que se prenden para “apapachar” y “alegrarnos la noche”, eso inevitablemente causa que se incrementen las concentraciones de partículas PM10 o PM2.5, mismas que aunque la mayoría no sabemos lo que son, nos debe de bastar con entender que no es bueno para el planeta.
Además, como si de adornar se tratará, ahora le ponemos hasta un moñito a la contaminación. Menciono esto porque es alarmante las cantidades de residuos que se generan cuando tiramos basura; ya sea la cajita del juguete, los vasos, platos y cubiertos de plástico, toda aquella basura de fiesta que evidencia nuestro claro consumismo y aún peor, nuestra falta de conciencia ambiental.
Solo basta con voltear a nuestro estado costeño, Baja California Sur, donde en temporada navideña se incrementa más de 850 toneladas de residuos que terminan en los rellenos sanitarios, los cuales contaminan por el mero hecho de existir, pero ese es otro tema.
El pensar que toda una población puede tener buena conciencia ambiental ciertamente es algo idílico. Pero, si logramos viajar al espacio y explorar la profundidad del mar, ¿qué tan difícil puede ser que las personas reciclen y utilicen productos sustentables?
Sin duda, esto queda a reflexión de cada uno, por ahora es lo que hay, nosotros decidimos si seguimos prendiendo la cebollita o si nos regalamos un futuro. Como dijo el excéntrico Woody Allen; Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.