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Sigue siendo buena ciencia, pero con mucha agua

Espejismos contemporáneos.

Escribir y publicar un artículo te coloca en el momento estelar del trabajo científico y algo similar sucede con la protección intelectual para el ámbito tecnológico. Cuántos artículos y cuántas patentes son generadas por instituto y país, se ha convertido en los KPIs de la ciencia y la tecnología, la medida de productividad y moneda de cambio para ser parte del Sistema Nacional de Investigadores.

La cantidad de artículos publicados y patentes registradas ha aumentado de manera muy importante en todo el mundo y aún así, hay conocimiento del siglo pasado que sigue siendo relevante para la academia de nuestros días y que dan pauta para construir nuevos horizontes, pero sobre los mismos cimientos. ¿Cuándo vendrá el próximo hallazgo que cuestione la solidez de estos monolitos?

El equipo de Russell Funk de la Universidad de Minnesota analizó millones de productos de ciencia y tecnología (CT), es decir los artículos y patentes, con el propósito de conocer la capacidad de disrupción desde 1945. Para poder hacerlo, diseñaron un índice que representa la capacidad que tiene un producto CT de provocar un “borrón y cuenta nueva” de los reportes previos. Así, un producto CT tendría dos posibilidades: se publica y provoca que los reportes previos sean caducos, volviéndose en un referente para el futuro; por el contrario, se publica y se consolida en compañía de sus referentes. El primer caso es disrupción, mientras que el segundo, conservación y fortalecimiento el status quo.

Las investigadoras reportan que el número de trabajos con índice disruptivo se mantiene constante desde 1945. Es decir, que los productos que dan un giro en el pensamiento disciplinar, están “topados” en una cantidad estable a pesar de que exista una tendencia al alta de productos CT. Es como si en 1945 la ciencia fuera un expreso y hoy, ese mismo café lo hiciéramos rendir dos litros. Siguiendo este tren de pensamiento, la disrupción está diluida.

También indican que esto no necesariamente se debe a una disminución en la calidad de los artículos. O sea que sigue siendo un buen café, pero con mucha agua y las causas son difusas. Aun así, dan tres apuntes que me parecen destacables por la relación que tienen las métricas con el comportamiento y prácticas de las personas trabajadoras de ciencia:

Uno. Limitan las referencias que citan a un área cada vez más estrecha, lo que indica falta de heterogeneidad en el conocimiento que consultan.

Dos. Incrementan las auto citas hasta cuatro veces, lo que podríamos considerar una práctica cuestionable, pero también podría indicar la recurrencia a conocimiento que les es muy cercano.

Tres. El análisis lingüístico indica que en 1980 se usaban más verbos que evocan creación, mientras que, en 2010, evocan a la mejora de algo preexistente.

Así, la alta especialización nos contiene en un pozo – del conocimiento – más profundo, pero también estrecho y oscuro. Nadar en sus profundidades es como andar a tientas, esperando que la fricción genere chispazos que permitan comprender lo que hay en esa frontera. Pero también son valiosos los perfiles que fugan por las hendiduras disciplinares, para encontrar otras perspectivas, reconocer sistemas análogos y con algo de suerte, detonar la inspiración y la creatividad. @chrisantics


Fuente: Park, M., Leahey, E., & Funk, R. J. (2023). Papers and patents are becoming less disruptive over time. Nature, 613(7942), 138–144. https://doi.org/10.1038/s41586-022-05543-x

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