Un día en la vida de una trabajadora del hogar de Santa Rosa Jaureguí

Angie se levanta a las 5:30am, va al baño, le da gracias a Dios por un día más de vida, se lava sus manos y se va a la cocina, comienza a hacer los lonches de sus hijos, ese día hace tortas o sándwiches, pone el café, el sándwich trae jamón, lechuga, jitomate, mayonesa, pica fruta, pepino, o también puede hacer atún con unas galletas. Una vez que termina de preparar el lunch se va a vestir, se cambia su pijama, se pone un pantalón, una blusa, una sudadera calientita, sus tenis, se peina, se cepilla los dientes. Se desayuna sola, para hacerlo con calma, y después de desayunar va a avisarle a sus hijos que se levanten, ella tiene dos hijos, entonces ellos tardan mucho en hacerlo, más de 10 minutos, se ponen su uniforme, a veces el esposo de Angie le ayuda a levantarlos, procura hacerlo con calma, pero lo admite, a veces si llega a gritarles, los peina, les da su desayuno, sale a las 7:45am a dejarlos a la escuela, hace 15 minutos, los deja, a veces platica un poco con otras mamás y ya a las 8:20am agarra un raite que la llevará a la casa donde trabaja, más o menos hace de 15 a 20 minutos de traslado, no se lleva lunch porque no le da tiempo de preparárselo, no pasa nada, a ver que come allá. Angie llega a la casa de su empleadora, su día empieza barriendo y trapeando, sacude, lava ropa, muchas veces cuida niños, lava los patios, hace la cocina, lava los trastes para que sus “patrones” puedan bajar a desayunar. Para barrer y sacudir se tarda una hora, ciertos días echa ropa a lavar y las pone a secar, el ciclo completo son 2 horas, tiende camas, lava los baños, muchas veces tiene que trabajar estando los “patrones” allí observándola, hay días en que le toca lavar vidrios, a Angie le ha tocado hacer la limpieza de casas de hasta tres pisos, el número mínimo son 3 recamaras muy grandes. Para organizarse mejor, suele repartir sus actividades por días, normalmente trabaja de 3 a 5 días por semana
Han pasado las horas y ya dieron las 11 de la mañana, a veces almuerza, depende, muchos empleadores no las dejan tomar ni agua, y hay otros “buena onda” que hasta les preparan su sándwich y un café, todo eso depende de la casa y de la “patrona”, a Angie le ha tocado ver que algunas empleadoras les ponen palillos a las frutas o verduras del refrigerador para contar cuantas tienen y que no se vayan a “robar” nada, esas actitudes no siempre son algo que se disfruta, a veces ha escuchado que se refieren a ellas como personas malagradecidas. La jornada laboral termina a las 2 de la tarde, Angie debe pagar a alguien para que recoja a los hijos de la escuela, a veces, si se tiene suerte, es la familia quien echa la mano. Una vez que sale de trabajar, Angie se regresa de “raite” a su casa o a veces en el camión, hace unos 20 minutos y llega a su casa a continuar con el trabajo doméstico, llega a hacer de comer, y junto con sus hijos come, ya como a las 3 o 4pm termina y se pone a lavar sus trastes, algo importante que dice Angie es que a veces tiene que volver a hacer comida para que a las 6pm o 7pm cuando llega el esposo haya alimentos calientes; una vez que termina se pone a recoger su casa, la ropa, las camas, los pisos, a las 7pm se pone a hacer la tarea con los hijos, los mete a bañar, a veces adelanta y les da de merendar. Los días viernes a las 7pm se va a la zumba, una hora, a las 8pm llega “atiende” a su esposo y a los hijos, a las 9pm, ya con sus hijos dormidos, ella se pone a descansar, a veces se mete a bañar, algo que llama la atención es que en todo el día Angie no ha ido al baño, menciona que prefiere no tomar agua, ya sea porque no le dejan entrar en la casa donde trabaja o porque prefiere ahorrar ese tiempo, se da cuenta que repercute en su salud. Más o menos a las 9.30pm se pone a ver su celular (es cuando ve y disfruta lo que le gusta Tic Tok, Facebook), ve la televisión, comparte con su esposo, platica con él, o tiene intimidad, se duerme aproximadamente a las 12am, para al día siguiente continuar con su rutina.
En México existen al menos 2.2 millones de personas trabajadoras del hogar, es decir, personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado, de este número al menos un 95% son mujeres (INEGI, 2020). La mayor parte de estas mujeres no tienen acceso a un empleo formal, es decir, no tienen prestaciones (IMSS, aguinaldo, pago de horas extras, jornadas de 8 horas, un contrato), son trabajos invisibles que durante años se han asignado a un sector de la población que vive en diversas situaciones de vulnerabilidad y marginación.
Si tuviéramos que hacer un recorrido histórico para conocer de donde surge el trabajo doméstico remunerado, antes tendríamos que hablar del trabajo doméstico, el cual se define como:
«el conjunto de actividades encaminadas hacia la reproducción cotidiana y cuya sede de producción es el hogar […] incorpora las siguientes actividades: las vinculadas a los alimentos…; la limpieza y mantenimiento de la ropa; la limpieza general de zonas interiores de la casa; el cuidado de los niños; la limpieza y el mantenimiento de las zonas exteriores, incluyendo tareas de jardinería…; cuidado de animales domésticos; tareas de servicio personal… labores que aparentemente no son trabajo como: vigilar la casa y que sobre todo estén vinculadas a la conservación del patrimonio del hogar».
Peredo Beltran; 2003
La CEPAL (2020) menciona que el trabajo doméstico no remunerado y remunerado es central para la “sostenibilidad de la vida humana” y para el funcionamiento de los hogares, la economía y el conjunto de la sociedad. Tradicionalmente ha recaído en manos de las mujeres, a quienes la sociedad responsabiliza de llevar adelante las tareas del hogar y el cuidado de todas las personas, relegando en muchos casos sus proyectos personales, entre ellos, la posibilidad de acceder al mercado laboral.
Entonces, hablar de trabajo doméstico remunerado supone en analizar una realidad donde existe la intersección entre clase social, género, relaciones de poder, y en algunos casos el origen étnico (racial). Incluso si nos vamos un poco más atrás podríamos observar el origen colonial de dicha actividad, donde en su momento, si bien no se realizaba de manera remunerada, las actividades de “servir” al otro, específicamente al “patrón”, tuvieron su origen en la esclavitud y siglos después en la servidumbre.
Estamos en 2023 y pareciera que las cosas no han cambiado mucho, si bien el movimiento feminista ha permitido a muchas mujeres incorporarse al ámbito público desde lo laboral, las tareas domésticas no precisamente han sido asumidas por los varones, más bien, han sido delegadas a estas mujeres, que desde otras condiciones, han tenido que salir de igual forma a buscar una posibilidad para llevar un ingreso económico a sus familias, el cual no es poco, al ser mujeres económicamente activas, generan al menos el 21% del PIB anual de nuestro país.
¿Cuál es la diferencia entre las primeras mujeres y las segundas mencionadas en el párrafo anterior? Probablemente el acceso a servicios básico, a educación, a una vida libre de violencia, a derechos laborales, a la dignificación de su actividad laboral.
Lamentablemente, es fecha que la forma en que las nombramos todavía reside con palabras como: sirvienta, doméstica, chacha, gata, mi muchacha, la que me ayuda, la indita; para comenzar a dignificar a estas mujeres es importante nombrarlas de forma correcta, el término adecuado es personas Trabajadoras del Hogar, el artículo 1° del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se señala que: “trabajo doméstico designa el trabajo realizado en un hogar u hogares o para los mismos” y “la expresión trabajador doméstico (sic) designa a toda persona, de género femenino o género masculino, que realiza un trabajo doméstico, en el marco de una relación de trabajo”.
Me parece que si queremos cambiar un poco las cosas, la propuesta sería hacer tres cambios, algunos pueden ser paulatinos y otros inmediatos: Nombrarlas como Trabajadoras del Hogar, dignificar su labor a través del establecimiento y defensa a sus derechos laborales (inicialmente darles un contrato y cubrir su cuota correspondiente de seguridad social) y por último, darles un trato digno y horizontal, sin distinción, ellas al igual que nosotras son mujeres, y en estás fechas de reivindicación también merecen ser nombradas y reconocidas como tal.