2014, la novela
Por: Omar Arcega E.
Twitter.com/Luz_Azul
Está a punto de terminar un año prelectoral, han sido 12 meses durante los que la realidad ha superado los sueños más alocados de los complotistas. Tanto a nivel nacional como local, hemos sido testigos de silenciosas pero despiadadas luchas por el poder, donde los errores de unos se han convertido en las fortalezas de otros. Un tiempo donde los escenarios políticos cambiaban en cuestión de horas y en un día vimos lo que no pasaba en décadas.
A nivel nacional, aún cargamos el drama que significó la desaparición de alumnos de una normal rural. Lo que nunca pensamos que ocurriría en este país sucedió: un asesinato masivo de estudiantes por órdenes de un presidente municipal de tercera división. Como era de esperarse el tema se partidizó. Los ataques fueron contra los líderes perredistas que cobijaron, en su camino al poder, a individuos como el matrimonio Abarca Pineda. Las huestes de la izquierda contraatacaron con la frase “crimen de Estado”, queriendo culpar directamente al presidente de la República, ante la poca sensibilidad mostrada al tardar 10 días en hablar sobre el tema, el hecho de que órganos de seguridad de la República tuvieran desde hace meses informes sobre los negocios criminales del presidente municipal de Iguala y no se haya actuado fueron las balas para pedir por enésima vez la renuncia de Enrique Peña Nieto. El PRI y los partidos de izquierda han tomado este caso como una oportunidad de atacarse y de ganar votos. Las marchas han sido el espacio ciudadano de expresión, aunque no pocas veces se han visto infiltradas por radicales de izquierda que con sus actos violentos ponen en riesgo este ejercicio ciudadano. El problema de que el asunto de Ayotzinapa haya sido tomado como punta de lanza por los partidos políticos es que el dar soluciones de fondo, para que sucesos como éste no se vuelvan a repetir, pasarán, lamentablemente, a segundo término.
Pero en lo local, también hemos vivido acontecimientos que nos recuerdan la cita shakesperiana “Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía”, (en nuestro caso, es conveniente cambiar la palabra “filosofía” por “imaginación”). De cualquier manera, lo vivido en el estado sobrepasó cualquier novela de ficción política. En el marco de un año preelectoral, se filtraron audios, documentos falsos y videos que golpearon al gobierno en turno y a miembros del Partido Acción Nacional. Lo impensable ocurrió, un funcionario de primer nivel fue grabado dando órdenes de golpear y callar a un locutor, la dueña de una estación de radio fue mostrada accediendo dócilmente a las órdenes de la Secretaría de Gobierno, lo mismo que el hijo del dueño del periódico más priista del estado. Se sabe que hay más audios, quizá nunca los conoceremos, pues estas filtraciones cumplieron su objetivo: forzar negociaciones entre ciertos actores de la política estatal. Si los pactos no se cumplen, seguramente nos enteraremos de algunas conversaciones más, pero en aras de la gobernabilidad, es deseable que esto no suceda.
Para cuando estas líneas estén impresas, se haga público o no, el Partido Acción Nacional tendrá ya un precandidato único a la presidencia municipal de Querétaro: Marcos Aguilar, el cual será elegido por medio de una encuesta a militantes. Él y los candidatos consensados a las presidencias de la zona metropolitana tendrán que empezar a librar una fuerte batalla por ganarse el voto indeciso del electorado, pues será el fiel de la balanza en el 2015. Internamente, el PAN ha dejado sus rencillas de grupo, la comida para militantes de este año fue prueba evidente: neos y duros giraban en torno al senador Pancho Domínguez.
Sin embargo, en las filas azules no todo es miel sobre hojuelas, sus candidatos a las diputaciones federales serán designados; esto significa que en lo interno hay fuertes tensiones, a personajes como Armando Rivera y Guadalupe Murguía los veremos como diputados plurinominales.
En definitiva, 2015 será un año de sorpresas, la dinámica electoral se verá mezclada con la tensión social causada por la desaparición de estudiantes, el escándalos de la Casa Blanca, el poco crecimiento del mercado interno, los efectos nocivos de la extraña mezcla de políticas económicas keynesianas y la crisis de gobernabilidad que vivirán varios estados de la República.
Si este año nos dejó sorprendidos, el siguiente nos dejará anonadados. Estaremos en escenarios complejos para las autoridades, pero de grandes oportunidades para la ciudadanía. Uno de los retos es que los partidos políticos logren revertir un poco del desprestigio que llevan a cuestas, pues si el sistema de partidos entra en crisis, estamos a merced de caudillos, y de sobra sabemos que ellos pocas veces actúan bajo el imperio de la ley, pues no hay más norma que su voluntad y sus intereses.
Por lo pronto, que las fiestas decembrinas no diluyan la indignación social que hoy mueve masas, si esto se logra, mostraremos que nuestra memoria no es tan efímera y que aún hay una esperanza para México.