5301
Por: José Luis de la Vega
Estando en la Ciudad de México el día que tuvimos un temblor de 7.2 grados en la escala de Richter (después de la luna roja y la granizada), decidí apurar la lectura del libro 5301 y otros cuentos, escrito por Patricio Rebollar Tellaeche, editado por Fondo Editorial de Querétaro, en su colección Pan del día, pues me comprometí a presentarlo y no fuera a ser que algún imprevisto me lo impidiera.
Sin embargo, fui sólo yo y mi mala cabeza quien confundió la fecha y no asistí. Puedo decir, en mi descargo, que estaba involucrado en un proyecto personal y se me cuatropeó. En verdad, lo lamento. Aun así, el acto se realizó el 24 de abril, en la Galería Libertad, y participaron: Alejandra Camposeco Prieto, quien presentó el trabajo literario reunido por Patricio; Leslie Dolejal, condujo la mesa; y el autor, quien leyó una muestra de lo publicado. Enhorabuena.
Dicho lo anterior, paso a reseñar 5031… y, tal como acostumbro, empiezo por el aspecto físico de la publicación. Se trata de una plaqueta de 22 X 10 cm, a caballo, con dos grapas. La portada es a color, plastificada y con una ilustración de Sens Ortiz (apropiada), como consta en la página legal, donde aparece, también, el crédito del diseño de la colección: Manuel Cruz.
El libro abre con una dedicatoria: A Diana, Osvi, Luis y Ale, que pacientemente dedicaron tiempo a estos cuentos tan fantasiosos. En las 76 páginas que lo integran, se suceden los diez textos de Patricio: 5301, Apocalipso, Fi Fa Fo, Liens, Pieza de colección, Solitaria, Una por otra, No me preguntes la hora, Basilio y La ciudad de Kreinch; un índice que nos permite localizarlos y un colofón, donde se indica que se acabó de imprimir el 13 de julio de 2013, que la edición consta de 1000 ejemplares y que estuvo al cuidado de Manuel Cruz y César Báez.
Lo primero que debo decir de esta colección de cuentos es que forma parte de un renovado empeño, entre los autores radicados en Querétaro, por escribir en prosa, obra que espera una mejor divulgación.
En seguida, apunto que tras una primera lectura, los cuentos cumplen con el modelo clásico, en donde al final se resuelve la anécdota y el conjunto se presenta como dentro de la narración fantástica, que es esencia y principio de toda narración extraordinaria. Todos los cuentos bordan situaciones increíbles que tienen realidad en el texto y sólo en él son verdaderas (apodícticas, diría mi amigo José Martín Hurtado Galves). La realidad y la fantasía deben ser creíbles. Así es la literatura de ficción y, tal vez, toda la literatura. Aun cuando estos cuentos se inscriben en universos distintos, todos son permeados por la inquietud del paso del tiempo, de la angustia de saberse prisionero en la realidad y en uno mismo. Bordan sobre el ignoto crimen y el cruel castigo de ser conscientes de nuestro existir. Es decir, que estos empeños provienen de la literatura universal y a ella se deben. Comento, además, que guardo gratos recuerdos de obras maestras, de varios autores del género y, únicamente, señalaré tres de ellos: Ray Bradbury, Isaac Asimov y, en nuestro medio, Alfredo García Servín, con Los mundos de Okiris.
Del cuento que da título al libro, 5301, puedo decir, y lo digo, que se trata de un texto circular, que termina donde comenzó, como aquellas imágenes donde la víbora se muerde la cola y en el que, a partir de un acertijo, se van resolviendo las interrogantes conforme se avanza en la lectura. Interrogantes que se le presentan al preso 5301 y son las mismas que se nos presentan a todos los seres humanos, y las tribulaciones al saber que estamos condenados a muerte. Apocalipso, por su parte, nos plantea el problema de la extinción del género humano y del planeta en su conjunto. Sobresale la actitud del narrador, quien sueña la destrucción del mundo y, al despertar, se da cuenta que en realidad está ocurriendo. No intenta escapar, como lo hace toda la gente a su alrededor, y cierra con: Yo decido quedarme para ver el final.
Y en este tono se siguen FI FAI FO y Liens, en el que unos pequeños monstruos rocosos de un juego de Mattel, edición 2020, terminan por llevarse al pequeño Santiago, hijo del narrador -adentro de un estanque que, como parte del set del juego, estaba a la vista de todos- sin que su padre lo pueda salvar: Lo jaló del pelo para impulsarse; el berrido de dolor lo asustó tanto que al soltarlo, los monstruos terminaron introduciendo el pequeño cuerpo. Este cuento me recordó la serie televisiva La dimensión desconocida.
Después continúan: Pieza de colección, Solitaria, Una por otra, ubicado en Salem, ya saben, donde la brujas; una de ellas, la joven Eni, seduce al protagonista, Vondrag Drog. Él ha logrado escapar de sus redes, quebrándose dedo por dedo, hasta que no tiene más que romper y la solución final resulta desgarradora, literalmente. Sigue, No me preguntes la hora, narrado en presente (en algunos momentos viaja del pasado al presente), en el cual el autor se refiere al paso del tiempo, mediante las reflexiones de un prisionero; en una pared de la celda, dentro de un nicho, pende un reloj, donde se mide el tiempo que le queda de vida, en rigurosas horas, minutos y segundos. El prisionero piensa y piensa, hasta que descubre el crimen del reloj, también prisionero: …seguramente dar la hora es delito. La lista se cierra con Basilio y, al final, La ciudad de Kreich.
La ciudad… tiene una visión que va más allá de la anécdota y propone una trama en la que protagonistas y antagonistas nos llevan a un desenlace. Es más, desde mi punto de vista, es una narración de mayor alcance, una historia en la que, por cierto, se mezclan distintas culturas y tradiciones humanas de todos los tiempos (egipcias, griegas, romanas e hindús, centralmente). No es que Patricio no lo hiciera en otros de los textos, sino que las referencias resultan más visibles ¿Anticipa el futuro de nuestra civilización? Tal vez esta historia dé para más, pero sólo su autor lo sabe.
Estimo valioso el libro, porque no desentona y sí ofrece diversas reflexiones sobre nuestra naturaleza (algunos miedos y crueldades). Así puestas las cosas, remito a los lectores a esta colección de cuentos y a encontrarse con la fascinación que ejercen.
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