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Entre el lenguaje de odio y la convocatoria a la esperanza

El odio no sólo habla a través de los políticos, sino a través de buena parte de la población, que confunde la capacidad crítica, con eliminar al distinto o al que “estorba”.

Cuando chica, pensaba que México podría salvarse del desastre, sólo si perdía el PRI y subía al poder otro partido. Pero los gobiernos panistas dejaron claro que tal cambio, no sólo no solucionó el problema, sino que lo agravó considerablemente; en especial cuando el PAN se puso al servicio del imperio neoliberal, del que el PRI ya era cómplice.

Con este “cambio” se evidenció que el problema de la regeneración de México es mucho más complejo y depende de gran diversidad de factores, que trascienden ampliamente la lucha partidista.

Con ‘La esperanza de México’ en el poder federal, se despertaron grandes expectativas en mucha gente, que difícilmente podrán satisfacerse, si no logramos desmantelar al régimen dominante.

Una pregunta latente en esta discusión, es si la población que sufre el dominio del capitalismo global, realmente puede contribuir a dicho desmantelamiento o sólo pueden hacerlo quienes acceden a los espacios del gran poder. Evidentemente no basta con declarar la muerte del neoliberalismo y convocar a la ‘Cuarta Transformación’, desde la silla presidencial, para que esto suceda. Tampoco basta el arduo trabajo del poder federal, de los legisladores o gobernantes de cualquier partido en todo el país. Se requiere además del concurso de buena parte de los mexicanos. Pero ¿cómo lograr lo que parece imposible: que éstos se pongan de acuerdo en el rumbo y en la estrategia que conviene seguir?

Y es que quienes sostienen a este régimen, no son sólo los detentadores del poder, sino mucha gente “común” que cree (a pesar de toda evidencia), que “(excepto por AMLO y la CNTE) estamos en el mejor de los mundos posibles”, que nos merecemos lo que tenemos y que no hay que moverle, pues perderemos lo bueno que hemos alcanzado (“Que no nos pase lo que a Venezuela”).

Al neoliberalismo lo sostienen incluso, muchos de quienes se autonombran ‘de izquierda’, pero se contradicen flagrantemente en los hechos, y no porque sean “malamente incongruentes”, sino porque ser de veras ‘de izquierda’ en este sistema, es mucho más complicado de lo que parece.

Ante la situación devastadora que ha provocado el capitalismo voraz, por un lado, y ante el desconcierto por las “malas decisiones” del nuevo gobierno, por el otro, el malestar parece haber desatado la guerra de todos contra todos, de y entre los ‘amlovers’, de y entre los ‘antiamlos’. Se trata de una guerra en la que ambas partes renuncian al pensamiento crítico para sustituirlo por un demoledor lenguaje de odio, ése que divide al mundo en “buenos y malos” y dice ser de los primeros; ése que no sabe escuchar ni argumentar ni busca la verdad, sino sólo destruir a su oponente, sólo evidenciar su estupidez o su perversidad.

El odio no sólo habla a través de los políticos, sino a través de buena parte de la población, que confunde la capacidad crítica, con eliminar al distinto o al que “estorba”.

En este contexto, vale el comentario de un serio crítico de AMLO, Jorge Zepeda Paterson, autor de ‘Los corruptores’: “Si a AMLO le va mal, a todos nos va mal… Hacerle hoyos a la lancha y hundirla para demostrar que no era navegable, resulta absurdo” (yo agregaría: y altamente peligroso).

El auténtico pensamiento crítico no es el que señala con el dedo flamígero el mal que hace el otro, sino el que abre caminos alternativos hacia otras formas posibles de relación; el que vuelve lúcida la voluntad de organizar la esperanza.

 

metamorfosis-mepa@hotmail.com

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