Asalto a la educación
Por: Omar Árcega E.
No hay peor daño que se pueda hacer a una sociedad que tolerar actos contra la ley. Pues con ello se destruye el sentido de legalidad. El imperio de la norma, al cual todos estamos sometidos y en principio nos da cierto grado de equidad y de orden, queda violentado, de ahí a la barbarie sólo hay un paso. Es atribución del Estado ejercer una violencia contra aquellos que transgreden el marco legal, pero ésta debe ser proporcional a los actos cometidos.
Madeja de intereses
Desde esta perspectiva, debemos analizar las acciones realizadas tanto por estudiantes como por autoridades, en el caso de las protestas de normales rurales en Michoacán. Es comprensible que un sector de jóvenes (el futuro de México dicen algunos), se inconforme porque cambiarán su plan de estudios y les brindarán clases de inglés y computación, argumentan que deberían enseñarles lenguas indígenas pues les sería más útil, petición atendible pero no incompatible con el aprendizaje del lenguaje de Shakespeare. Lo injustificable es que para hacerse oír secuestren camiones, pongan en riesgo la seguridad de cientos de personas y generen el colapso del sistema de transporte de todo un estado ocasionando pérdidas millonarias para los sectores productivos, las cuales repercutirán en el bienestar no de los dueños del dinero, sino de sus empleados.
La gravedad aumenta cuando hay fuertes indicios de que estas protestas, más que motivaciones pedagógicas, tienen móviles políticos, pues detrás de ellos hay líderes de grupos que recibían prebendas por parte del gobierno de Michoacán y que ante su eventual quiebra ya no puede sostener, entonces empiezan a saltar las chispas. Está documentado que este tipo de actos se realizaban cada año, una o más veces, desde hace sexenios, agredían, violentaban un poco y luego “negociaban”. En este entramado de organizaciones “motivantes” del conflicto no podemos olvidar a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), con su ya tradicional oposición a la modernización de algunas dinámicas educativas. Como podemos ver el entramado es denso y complejo y en estas líneas no alcanzaríamos a analizarlo.
Para pensar
Lo que este conflicto nos debe dejar como reflexión y en aras de construir una sociedad mejor es:
1. Un gobierno no puede ser rehén de líderes que usen a jóvenes para obtener prebendas, en donde quiera que esto ocurra, los intereses de la sociedad en su conjunto se ven afectados, pues implica desvíos monetarios que podrían ser mejor empleados. Y la propia autoridad de los gobernantes queda menoscabada.
2. Es un derecho el protestar y el demandar, pero no se vale que con el pretexto de exigir respuestas, se ponga en riesgo la seguridad de cientos de personas, pues el secuestro de camiones implicaba dejar a los viajeros varados en la carretera con los riesgos que esto genera.
3. En el mundo globalizado en el que vivimos no podemos desentendernos de lenguajes universales como el inglés, muy loable que se desee aprender idiomas autóctonos pero ambos aprendizajes no están peleados, al contrario se complementan y le dan un nuevo sentido al neologismo “glocal”. La educación del siglo XXI tiene que combinar lo local con lo global, sólo así se preparará a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos del siglo XXI, de la centuria de las naciones y regiones multiconectadas.
4. El imperio de la ley es lo que da coherencia a una sociedad moderna. Cuando éste pretende ser trastocado, se deben aplicar medidas proporcionales para ser corregido, un gobierno no debe eludir esta responsabilidad, pues de hacerlo pone en riesgo la seguridad de todos los habitantes. En el caso que nos ocupa, personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) certificó que no se ejerciera violencia innecesaria en las detenciones.
El tesoro
La mayor riqueza de una nación es la educación de sus habitantes, pues ésta es una condición importante para la generación de riqueza y con ello de un cierto bienestar, es por ello que deben ser desterradas dinámicas perniciosas que la entorpecen. Es inadmisible que pretenda ser secuestrada por líderes cuyo fin son las prebendas económicas y políticas. El competitivo mundo actual exige tener a los hombres y mujeres más preparados, capaces de enfrentarse a la planta productiva de otros países, hábiles para desarrollar valor agregado. Esto no se logrará fortaleciendo vicios corporativistas y clientelares. El camino es una educación adecuada a los estándares del siglo XXI, de ello depende nuestro futuro.
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