Es Xóchilt

Sin duda, la mejor opción de la oposición para contender por la Presidencia de la República es Xóchilt Gálvez. Así lo muestran las encuestas, el sentido común y la mínima noción de estrategia electoral. Gálvez reúne los atributos necesarios para contender en una elección donde habrá que enfrentar a todo el aparato de gobierno, al presidente convertido en jefe de campaña y a un Morena que no pretende cumplir las reglas ni jugar limpio.
La senadora se ha distinguido, a lo largo de su carrera, por ser una mujer entregada a la política, congruente y con amplias competencias técnicas y comunicativas. Ingeniera de formación, se especializó en robótica, inteligencia artificial y sustentabilidad. Es una empresaria exitosa, fundadora de High Tec Services y OME, empresas dedicadas al diseño de edificios inteligentes.
Su carrera política incluye la titularidad de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, durante el sexenio de Vicente Fox; la jefatura de gobierno de la delegación Miguel Hidalgo, durante la administración de Enrique Peña Nieto; y la Senaduría de la República del 2018 a la fecha.
De origen indígena, conoce bien el venir desde abajo y ascender socialmente vía la educación universitaria y el emprendedurismo. Perfil que complica las descalificaciones propias del actual gobierno, como acusarla de ser fifí o provenir de una élite política conservadora. Gálvez es originaria del estado de Hidalgo, de entornos rurales donde vivió una infancia marcada por la marginación y la falta de oportunidades; nada más lejano a las etiquetas usuales que el presidente suele manejar.
La fortaleza más grande de Xóchilt Gálvez es su narrativa. Es una mujer que se hizo a sí misma, que combina valores populares con alta competencia técnica, que habla coloquialmente y de forma directa y sencilla. Su personalidad es muestra de carácter, liderazgo y coherencia. Cuando se lo propone despliega carisma y cercanía, atributos básicos en una candidata o candidato.
Gálvez resultaría la candidata más competitiva en un escenario de guerra de narrativas, la de la ‘Cuarta Trasformación’ basada en la polarización y la retórica presidencial, y la de la candidata opositora que resulta, por donde la mires, más auténtica que la de su contraparte de la izquierda oficialista.
Xóchilt Gálvez, dotada para la interacción con los ciudadanos, la empatía y el debate frontal o mediático sería un hueso duro de roer, una rival con escasos negativos y con positivos que podrían crecer durante la campaña. Lo previsible para disminuirla será el ataque cotidiano del presidente asociándola con Salinas de Gortari, Claudio X González o quien haga falta para sacarla del camino de su protegida exjefa de gobierno de la CDMX.
Deshojada la margarita y tomada la decisión de participar, a Xóchilt Gálvez sólo le queda esperar a que la coalición opositora actúe con inteligencia y legalidad, entendiendo que la única candidata a la altura del reto electoral por venir es efectivamente ella, y nadie más.