La denuncia de Ebrard

El pasado miércoles 16 de agosto Marcelo Ebrard lanzó una importante denuncia en contra del esquema de simulación seguido por Morena para elegir a su candidato o candidata a la Presidencia de la República en la elección del 2024. Ebrard denunció “un acarreo nunca antes visto” y exigió a la dirigencia del partido permitir que la gente vote con libertad.
No conforme con evidenciar el acarreo, señaló que están “usando masivamente” a la Secretaría del Bienestar en todo el país, utilizando a las “brigadas para decirle a la gente que el presidente quiere que sea Claudia”. Además, señaló que hay una “campaña negra” contra él y su familia. Denunció, la contratación de encuestas falsas para simular una ventaja de Claudia Sheinbaum. Marcelo Ebrard también acusó a Sheinbaum de utilizar recursos del gobierno de la Ciudad de México para promover su candidatura.
Seguido a la denuncia de Marcelo Ebrard, diputados de oposición, del Partido Verde y algunos de Morena alertaron sobre el desvío de recursos y el apoyo de la Secretaría del Bienestar a Claudia Sheinbaum. Las voces que se han sumado a la denuncia del excanciller le han dado eco mediático; aunque extemporánea la queja de Ebrard representa una fractura en la retórica oficialista y un llamado a abandonar la grosera simulación que Morena ha mantenido para cumplir con la voluntad del presidente, el verdadero dueño del partido y de sus decisiones.
Con esta acción Marcelo Ebrard sube significativamente el tono y pone las últimas cartas sobre la mesa. Su demanda de respetar los acuerdos previos y la legalidad del proceso parece tardía, casi extemporánea porque el sesgo oficialista ha generado una cargada en favor de Claudia Sheinbaum de tal magnitud que ha anulado toda equidad o piso parejo.
La simulación que entraña este proceso parece un relato de la designación de candidatos en la época priista, incorporando nuevas fórmulas y herramientas para el engaño. El partido que dice que es diferente retoma las peores prácticas en el proceso interno para intentar legitimar una decisión tomada ya por el presidente, para montar una farsa en busca de aparentar democracia interna y respeto a la voluntad popular.
La denuncia de Marcelo Ebrard no solo es una acusación y una exigencia, es sobre todo una descripción de cómo opera Morena, del derroche de recursos involucrado en esta ficción. Espectaculares que aparecen espontáneamente en el paisaje, bardas que se multiplican por acción de proactivos simpatizantes, autobuses que surgen de una logística natural e inherente al talento mexicano para trasportarse cuando un mitin está de por medio, encuestas que aman a Sheinbaum más allá de la estadística y el margen de error. Simular, simular y simular, a fin de cuentas, hay un acuerdo por aceptar la más delirante falsificación.
Ebrard sigue una estrategia extrema, casi desesperada y en su intento por evidenciar las trampas de la que es objeto. Ojalá este intento no desate una persecución en su contra y un exilio forzado que lo ponga en una situación de extrema vulnerabilidad.