Óxido nitroso: De la risa a la catástrofe
Por un lado es un gas de efecto invernadero y por el otro es un compuesto químico que puede causar indirectamente el agotamiento de la capa de ozono. El óxido nitroso junto con el bióxido de carbono, el metano y los fluorocarbonos son considerados los principales gases de efecto invernadero.
Molécula de la Semana
Por: Miguel Rea
Comúnmente conocido como gas de la risa, el óxido nitroso es un compuesto muy presente en el consciente colectivo.
De fórmula química N2O, el óxido nitroso es un gas incoloro, inodoro, no flamable y ligeramente dulzón que fue descubierto en 1772 por el Químico Británico Elmer Humphry Davy quien, en carne propia, descubrió y experimentó sus efectos debido a un dolor de muelas. Efectivamente, el óxido nitroso es un sedante y minutos después de su inhalación produce una sensación de euforia y comúnmente induce risa; de ahí su nombre. Por sus propiedades anestésicas, analgésicas y ansiolíticas, y aunque no es un substituto de anestesia local, el óxido nitroso se usa en escenarios médicos, sobre todo en consultorios dentales. El óxido nitroso se usa también como aditivo de combustibles y es quizá esta aplicación por la que su nombre se ha socializado más. Ciertamente, la inyección de óxido nitroso junto con combustible en exceso en la cámara de combustión de un automóvil incrementa la concentración de oxígeno a niveles suficientes para combustionar el combustible adicional generando un incremento en torque y velocidad. Por esa razón, en los círculos de las carreras de autos, el óxido nitroso, producido por la marca NOS (Nitrous Oxide Systems), es sinónimo de rápido y furioso.
El óxido nitroso es un componente natural de la atmósfera y de manera natural se produce por los procesos de nitrificación y desnitrificación de hongos y bacterias en suelo y sedimento y en océanos, quienes contribuyen con más del 60 y 20 por ciento de las emisiones mundiales, respectivamente. Sin embargo, las concentraciones atmosféricas de óxido nitroso se han incrementado alarmantemente en los últimos años debido a las actividades humanas. Efectivamente, de manera antropogénica, el óxido nitroso proviene del uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos, del uso de abonos de origen animal, del uso de combustibles fósiles, de procesos industriales y del tratamiento de agua residual generada en nuestros hogares, entre otros. Después de varios estudios y estimaciones se ha llegado a la conclusión de que a nivel mundial la producción de alimentos es la fuente antropogénica más importante de óxido nitroso y la mayormente responsable por el incremento de las concentraciones de óxido nitroso en la atmósfera
El óxido nitroso tiene dos efectos ambientales importantes. Por un lado es un gas de efecto invernadero y por el otro es un compuesto químico que puede causar indirectamente el agotamiento de la capa de ozono. El óxido nitroso junto con el bióxido de carbono, el metano y los fluorocarbonos son considerados los principales gases de efecto invernadero. La participación de cada uno de ellos depende de su concentración atmosférica, de cuánto tiempo permanecen en la atmósfera y de su potencial de calentamiento global. El óxido nitroso se considera el tercer mayor contribuyente al fenómeno del calentamiento global. Además, el óxido nitroso producido en la superficie de la tierra se transporta de manera natural a la estratósfera donde sufre reacciones químicas catalizadas por la luz ultravioleta del sol que generan compuestos químicos que degradan la capa de ozono. Consecuentemente, algunos observadores consideran que es prioritario reducir las emisiones de óxido nitroso en el planeta. Por esas razones, y porque la química es parte de nuestras vidas, la molécula de la semana es el óxido nitroso, una molécula que nos puede llevar de la risa a la catástrofe.
Referencias
Portmann, R. W., Daniel, J. S., & Ravishankara, A. R. (2012). Stratospheric ozone depletion due to nitrous oxide: Influences of other gases. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 367(1593), 1256-1264.
Syakila, A., & Kroeze, C. (2011). The global nitrous oxide budget revisited. Greenhouse Gas Measurement and Management, 1(1), 17-26.
Thomson, A. J., Giannopoulos, G., Pretty, J., Baggs, E. M., & Richardson, D. J. (2012). Biological sources and sinks of nitrous oxide and strategies to mitigate emissions. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 367(1593), 1157-1168.
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