Punto y Seguido

AMLO, padre severo

De ahí que los mexicanos que lo reprueban en honestidad, liderazgo y capacidad para dar resultados, pero lo pasan de panzazo.

En una escala de cero a diez, el presidente López Obrador fue calificado por los mexicanos (febrero 2021) con un 5.2 en honestidad, 4.6 en liderazgo y 4.5 en capacidad para dar resultados. En un sistema escolar esas calificaciones son reprobatorias, sin embargo, esos mismos mexicanos aprueban al presidente con un 6.3.

El lunes 8 de marzo, día internacional de la mujer, a pesar de las restricciones por la pandemia se esperan manifestaciones públicas de descontento por la forma en que el presidente ha manejado la relación con los movimientos y organizaciones feministas y, en un sentido más amplio, descontento con la perspectiva de género del propio presidente.

Todos sabemos que el presidente ignora muchas cosas, pero en algunas, bien sabe lo que hace. De ahí que los mexicanos que lo reprueban en honestidad, liderazgo y capacidad para dar resultados, pero lo pasan de panzazo, también le ponen palomita (un 6.8) porque consideran que el presidente es muy o algo respetuoso de las mujeres, mientras que un 30 por ciento opina que es poco o nada respetuoso. Quienes lo califican positivamente son mujeres y hombres por igual.

Soy de los que opinan que López Obrador es un notable representante del machismo que no ve asimetrías ni violencias, por lo me sorprende la opinión de esa gran mayoría de mexicanos.

Un texto publicado por Luis Antonio Espino en la revista Letras Libres del presente mes, apunta posibles líneas de explicación:

“Apoyar a líderes fuertes como López Obrador les brinda la satisfacción emocional que da ejercer autoridad y poder simbólicos al sentirse parte de un grupo “moralmente superior”, con el derecho de castigar a quienes desobedecen las reglas y piensan o actúan distinto.

Mientras no haya otro movimiento político que ofrezca esa recompensa emocional, muchos progresistas ambivalentes seguirán apoyando a AMLO y encontrarán la justificación racional para seguir tachando “Morena” en la boleta electoral, aunque usen pañuelo verde o pugnen vigorosamente en Twitter por el uso del lenguaje incluyente. De este modo, el populismo machista y atávico de AMLO no pagará un costo político y podrá seguir siendo indiferente, y hasta abiertamente hostil, al feminismo y sus demandas, confirmando, una vez más, que lo que es bueno para López Obrador no es necesariamente bueno para México.”

“…las personas ambivalentes pueden tener posturas progresistas en los asuntos públicos, pero en sus relaciones interpersonales (como jefes, profesores pareja o padre/madre) adoptan el rol de autoridad del ‘padre severo’.”

Simultáneamente AMLO

Ha estado en campaña contra la verdad desde el primer día. Tácticamente lanza cotidianamente un ataque estratégico contra la prensa libre. Los presidentes no actúan así, los dictadores sí. Táctica y estrategia se refuerzan mutuamente, sin tregua. Con todo, el buen periodismo y los buenos periodistas siguen navegando sin aceptar su falsa ceremonia.

Saben de la necesidad de comprender mejor cómo funciona la realidad política concreta. No cejan en recuperar el poder de decidir lo que públicamente es importante. Restablecen los términos del debate, desbrozan el lenguaje y con ello nuestras ideas. Los conservadores, en su esencia, han vencido a los progresistas estableciendo la agenda pública encubriendo y maquillando la realidad profunda.

La persistencia positiva sirve para abrir la mirada, supera la resistencia negativa del conservador engañoso. La respuesta airada y la indignación no derriban nada, ni de un lado ni del otro. El ataque continuo a la verdad ofende, pero hasta ahí.

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