Sólo para nostálgicos

Libros prohibidos

En la historia del mundo se han escrito libros que por su contenido han sido prohibidos, censurados o mutilados. No son bien vistos por gobernantes, militares y autoridades eclesiásticas, que con todo su poder económico impiden su publicación.

En el caso específico de la Iglesia católica ninguna publicación puede salir a la luz pública sin la autorización que data de 1487, cuando el Inocencio VIII promulgó la bula Inter multiplices que obligó a obtener el imprimatur, o licencia eclesiástica, para imprimir libros.

La palabra Imprimátur proviene del vocablo latín Imprimere, que en castellano quiere decir imprímase y es una declaración oficial de una autoridad de la Iglesia de que un libro u otro trabajo impreso pueden ser publicados; por lo general, solo se solicita y se otorga a libros sobre temas religiosos desde una perspectiva católica. La aprobación se otorga de acuerdo con los cánones 822 a 832 del Código de Derecho Canónico.

En la actualidad no es obligatoria la solicitud del imprimátur más que para libros específicamente religiosos, tales como ediciones de las Escrituras, del catecismo o libros de oraciones, o aquellos que deban ser distribuidos en templos y oratorios.

En libros que no tratan temas religiosos hay infinidad de que obras que fueron postergadas en su publicación, entre ellas podemos citar Rebelión en la granja, escrito por George Orwell, que es un reflejo de la instauración del régimen comunista en la URSS, donde los animales piensan y hablan, y es fácil identificar a cada uno de los personajes con seres de la vida real.

La novela fue rechazada por cerca de año y medio, el gobierno inglés no quería problemas con la URSS su exaliada en la Segunda Guerra Mundial, ya que en la novela era fácil identificar al cerdo Napoleón con Stalin quien era secretario general del Comité Central del Partido Comunista.

Y un libro humorístico también fue víctima de la censura en varios estados de la Unión Americana, se trata de ¿Dónde está Wally, obra del dibujante británico Martin Handford, publicada en 1987. El motivo: libro por contener imágenes de mujeres con el pecho desnudo.

El comic Tintin en el Congo, fue publicado en 1929 por el belga Georges Remi, conocido como Hergé, quien plasmó en sus páginas una visión del Congo calificada de paternalista que mostraba a sus habitantes como personas primitivas. Una de las escenas con más controversia muestra a una congoleña haciendo una reverencia ante Tintín y diciendo: “Hombre blanco muy bueno”.

Y en el 2011, Tintín llegó a los tribunales. A petición de un ciudadano belga de origen congoleño, se juzgó si Tintín en el Congo se debía retirar de la circulación y prohibirlo en todo espacio público por constituir una “apología de la colonización y del racismo”. El demandante, Bienvenu Mbutu Mondondo, reclamaba la prohibición de la obra porque “Es un insulto para los negros”.

En 2012, el Tribunal de Apelación de Bruselas resolvió que no era racista. Según los jueces, el cómic no pretende transmitir “ideas de carácter racista, vejatorias, humillantes o degradantes para los congoleños” y es un testimonio propio de una “época determinada”.

Otras obras censuradas o prohibidas en algunos países son: El origen de las especies, de Charles Darwin; Un mundo feliz, del escritor británico Aldous Huxley, publicada por primera vez en 1932; El amante de Lady Chatterley, novela de 1928 del escritor británico David Herbert Lawrence. La obra causó escándalo y fue prohibida en su época, debido a las escenas donde se describen relaciones sexuales de manera explícita.

Y los nostálgicos consideran que los dictadores o mentes mojigatas se asustan con obras que retratan la vida real.

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