Cuando se ejerce la autocrítica
Por: Jorge Antonio Torres Anaya
Vamos recibiendo los tiempos modernos con una paranoia que asustaría a los que antes estuvieron con nosotros. ¿No es el mexicano un cúmulo de revoluciones impulsadas por el deseo de cambiar la situación que le ha tocado vivir a favor de una mejor?
Parece ser que estamos sumidos por el horror, el miedo al cambio a perder lo poco que tenemos en la lucha por algo mejor. Y entonces nos dejamos llevar por las promesas de pequeños programas de asistencia social que nos generan la seguridad de mantener un mínimo de techo sobre nuestras cabezas para que el cielo nocturno no vacíe sus vientos fríos sobre nuestros miembros y nos recuerde que podemos sufrir desnudos.
He llegado a pensar que al mexicano de hoy le ha hecho falta llegar al fondo. Que sienta en serio la falta de comida, que perdiera todo para no temer la pérdida de nada. Pero entonces aparece la voz maquiavélica de aquellos que aprendieron a decirse que “el pobre es el mejor negocio”, y compran su estancia en las curules, en los palacios de gobierno, en las sillas presidenciales, por un envase de plástico con un nombre grabado, la estampa, el balón con sus colores. “Algo” que perder.
Cuando digo que el mexicano debe perder el miedo me dirijo a la clase media a la cual pertenezco. Los jóvenes de hoy en día deseamos tantas cosas y tememos la pérdida de otro montón de cosas. Si el día de mañana te ofrecen algo por la calle, lo tomarás casi con toda seguridad. Entonces tratarán de quitártelo y pelearas como si fuera el bien más querido. Será el miedo a perderlo lo que te hará responder, si las cosas se ponen difíciles, hasta con violencia.
¿Son las promesas que los políticos ofrecieron cual sacrificio un baluarte que hemos adoptado en los pasados meses y por el cual estamos dispuestos a anteponer nuestros puños y defenderlo? Tal vez muchos mexicanos ya se encuentran en esta situación. Muchos ya recibieron sus vales para ir al supermercado, sus promesas de trabajo, o simplemente su balón de futbol. Las promesas podrán esfumarse en el aire, pero ya las defendieron. El mexicano tiene miedo de perder esas promesas vacías. Pero… ¿por qué?
Pronto se acerca la hora de exigir, si es que todavía se cree en las promesas. Se acerca el tiempo de las firmas, las fotos ante la prensa y las siguientes promesas para no perder a los temerosos. Defender el voto resulta entonces en defender a aquellos miedos que se producen por las promesas. ¿Son todos esos miedos válidos o convendría más bien pedir acciones?
Tal vez pido demasiado. Incluso hay personas que piensan que las transformaciones tendrían que realizarse a largo plazo, por medio de la educación a los jóvenes; Sin embargo, pareciera ser que el momento necesita un cambio rápido: una revolución.
Además opino que se debe de respetar la libertad de expresión en los medios de comunicación, legislarse adecuadamente sobre los derechos indígenas, evitar que los grandes capitales se involucren en nuestras elecciones y dejar de disfrazar el fraude electoral desde los medios.
@Der_k_Maulwurf
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