Día Ciento ocho
Bitácora de Viaje
(de Estudios Socioterritoriales)
Por: Manuel Basaldúa Hernández
Octubre es para recordar que aparece en el mapa, no sólo en el gráfico, sino en la mente del hombre, un nuevo lugar. Un nuevo continente que fue llamado el “Nuevo Mundo”. Ahora parece una simple efeméride. Aunque hace algunos años, cuando se celebró el año 500 del “descubrimiento de América” se armó un gran revuelo. El 12 de este mes es el día de la raza en la parte latina, al menos en México se tiene considerado así.
La fecha es conmemorada gracias a Cristóbal Colón. Este navegante incansable vivió del año 1451 al año 1506. No debemos pensar que el descubrimiento de esta tierra ignota se dio a la primera. Colón realizó cuatro viajes a lo que él consideraba “Las Indias”. Si bien el primero fue para llevar a cabo la fase inicial de un proceso que dio lugar a la colonización. Quizá la mayor colonización de la historia del hombre. Siendo joven, Cristóbal Colón navegó en barcos mercantes que lo llevaban a Islandia para dejar y traer mercancías. Imagínense que a los catorce años, este muchachito ya se había convertido en un inquieto navegante. De Génova hizo varios recorridos marítimos hasta llegar en una ocasión a Lisboa. Los datos escolares han forjado la idea de un descubrimiento terso, emocionante, y con una sencillez como si no hubiera pasado gran cosa. Nada de eso, la vida de Colón estuvo llena de aventuras y desgracias, mientras sus esfuerzos se diluían cuando intentaba despertar el interés de quienes sufragaran los gastos para sus viajes en la búsqueda de las Indias. Intentó convencer a Juan II de Portugal, pero no tuvo éxito, lo mismo sucedió con Enrique VII de Inglaterra, de igual manera con Carlos VIII de Francia. Intentó también con los reyes españoles, quienes lo rechazaron dos veces. Hasta que estos mismos aceptaron en un tercer intento. Así que Isabel y Fernando, como reyes españoles, fueron los que fungieron como mecenas de este viajero. No fue el único viaje a estos lugares, realizó otros tres más para ampliar el descubrimiento. Por eso pisó tierras del Caribe y esas islas, entre las cuales, una de ellas fue nombrada San Salvador. Esto fue producto del primer viaje, el cual inicio el 3 de agosto de 1492 desde donde había zarpado, en el Puerto de Palos. El lugar se encontraba en la desembocadura de un Río llamado Tinto, y lo hizo a bordo del barco Santa María, junto con otras dos pequeñas embarcaciones nombradas la “Niña” y la “Santa María”. Si bien todos sabemos de estas tres embarcaciones, lo que no reparamos es en que de los cuatro viajes que realizó, solamente estuvo bordeando islas, las que ahora conocemos como Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico y Jamaica. Bordeó la parte que cubría el Atlántico Norte y el Mar Caribe y una gran parte costera de Honduras y hasta Panamá. El último de los viajes que realizó lo inició en 1502, partiendo desde Cádiz. Regresó a España hasta el año de 1504. Cuando lo hizo, ya la reina Isabel había muerto, y dadas las circunstancias, al rey Fernando no le interesaban esos viajes ni los asuntos de encontrar nuevas tierras.
En el año de 1506, Colón murió con la idea de que él fue quien descubrió una nueva ruta que podía ser utilizada para llegar hasta las riquezas de oriente.
En el año del 2006, en un viaje realizado a España, acompañado con Dolores y mi hija Nidia —de tres años en ese entonces— estuvimos en la ciudad de Córdoba, y ahí nos encontramos con un imponente monumento en homenaje a este ilustre navegante genovés. La estatua de bronce representa el momento en que Colón le muestra un mapa de ruta a la reina Isabel. En la base del monumento se pueden leer el nombre de Fray G Pérez de Marchena, así como los de la Marquesa de Moya y Luis Santángel, y el de Fray Fernando de Talavera.
El monumento, no obstante su tamaño, es austero, pero muestra la grandeza tanto del almirante como de la mujer real que lo cobijó en esas aventuras que le costaron muchos momentos de su vida del genovés. Esta reina lo nombró almirante y le llenó de cargos, pero en el viaje, lejos de la influencia de la corona española, el personal se amotinaba, se rebelaba; tan fue así que en el tercer viaje se llevó a cabo un motín, y le desconocieron sus cargos. Así que lo mandaron de regreso a España en calidad de preso, y con las manos encadenadas. Por eso, el reconocimiento que vi me gustó, tanto como el que aparece de forma minúscula en la ciudad de Querétaro, y que muchos años duró frente a la Alameda Hidalgo. Esta es una pequeña estatua de Colón, que se encuentra de pie, sosteniendo un globo terráqueo en su mano derecha que está extendida. Con su conocida capa, y una boina ubicada casi de lado. Esta estatua, no obstante su pequeño tamaño, es tan entrañable como aquella que vimos en la Península Ibérica.
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