Opinión

Día setenta y cuatro

Bitacora de Viaje (de Estudios Socioterritoriales)

Por: Manuel Basaldúa Hernández

En ocasiones, no es necesario realizar traslados tan extensos para explorar y conquistar nuevos territorios. Basta descubrir nuestro entorno local, o bien hacer una minuciosa exploración en nuestra localidad. Entonces el barrio, la colonia, los lugares nombrados como puntos de referencia empezarán a tomar otra connotación. Descubriremos nuevas esferas de acción, ambientes serenos llenos de símbolos y signos. Los puntos geográficos los veremos con las huellas de los vecinos, de los amigos o de integrantes de la comunidad que indican su propiedad y su dominio.  El registro de ese mundo es primero con la mirada, y de acuerdo a los elementos que nos llaman la atención, empezamos a observar la relación de los objetos que tienen entre sí.  Posteriormente hay necesidad de hacer algunos registros, anotaciones que pueden quedar esparcidas en servilletas, papelitos o en las orillas de los cuadernos o libros. 

El ciudadano común puede optar por registrar sus experiencias en alguna libreta, hacer la descripción de manera cronológica en donde en cada hoja resaltarán las más importantes. Pero si el que escribe se encuentra preparándose profesionalmente, entonces la cosa cambia. El trabajo de redacción de sus notas debe someterse a un método propio de la antropología, mejor aún, al de la etnografía.

La mirada se agudiza, se especializa, y empieza a escudriñar parte por parte cuando tenemos la necesidad de exportar la esencia de un objeto, de la descripción meticulosa del mundo que tenemos enfrente. También eso, a menudo ocurre cuando hay que llevar a cabo prácticas de campo para realizar trabajos etnográficos. Y desde luego cuando uno quiera o pueda convertirse en un exigente turista en su propia ciudad o lugar de origen.  El viaje se lleva a cabo, pero al interior del espacio.  Sin embargo, el traslado llega a convertirse en viaje a partir de que queda registrado en un diario, en una libreta de anotaciones. Y culmina este proceso cuando se divulga y posteriormente se lee, se analiza, o  discute bajo una lupa crítica.

Los profesionales de los estudios socioterritoriales deben incorporar técnicas y métodos de otras disciplinas para poder armar un instrumento adecuado de observación, análisis  explicación de un fenómeno espacial, ya sea dinámico o estático. Estos dos aspectos; la observación disciplinada y la creación de textos son parte esencial de las capacidades que debe integrar su formación. Luego entonces, la apropiación del método antropológico será a partir de la etnografía y el método comparativo. Esta experiencia tiene el propósito de concretar un ejercicio empírico y de constatación de los objetos materiales, de igual forma de los que permiten sus procesos y funciones.

Un texto importante para integrar la perspectiva de la formación y las capacidades, es “el antropólogo como autor” de Clifford Geertz. Un texto fundamental de final de la década de 1980.  La elaboración de fichas bibliográficas, las de campo y las que se refieren a las propias deliberaciones del observador lo lleva a constituirse como escritor.  Geertz indica que “la ilusión de que la etnografía consiste en hacer encajar hechos extraños e irregulares en categorías familiares y ordenadas –esto es magia, aquello tecnología—lleva tiempo siendo explotada.”

Geertz se refiere a que la escritura generada, o a las transcripciones  hechas, puede ser consumida para ellos mismos o para la producción de otros colegas. Refiere que el análisis de la etnografía como escritura no ha sido fácilmente aceptado por la mayoría de disciplinas afines.

El etnógrafo, el buen etnógrafo debe ir a los sitios y regresar con la información que vive ahí, de los lugares y los espacios.  De igual forma se debe poner a disposición de la comunidad a donde se acudió toda la información recabada. Esta acción debe ser presentada y realizada de manera profesional y con un modo práctico.

Con cierto rasgo lúdico, Geertz advierte que “la habilidad de los antropólogos para hacernos tomar en serio lo que dicen tiene menos que ver son su aspecto factual o su aire de elegancia conceptual, que con su capacidad para convencernos de que lo que dicen es resultado de haber podido penetrar otra forma de vida, de haber, de uno u otro modo, realmente estando allí. Y en la persuasión de que este milagro invisible ha ocurrido, es donde interviene la escritura.”

Sin duda, la preocupación del profesional de los estudios socioterritoriales es llevar a cabo la tarea encomendada por el tutor o el profesor, y lejos está de sentirse autor. Pero también, como el antropólogo debe ubicarse como el productor de descripciones y textos que estarán dirigidos a explicar un fragmento de la historia, un momento de la sociedad a la que pertenece a nivel global, y a la que tiene enfrente de si, y de la cual ha sido testigo.  Pero concebirse como autor, es un elemento nuevo que debe integrar dentro de su perfil.

Por este motivo, debemos pensar que las advertencias de los investigadores antropólogos, concebidos y consolidados como autores, deben incluir todas las advertencias respecto a la construcción de los textos.  Geertz recupera y pone de ejemplo uno de los textos más emblemáticos de la antropología social británica: Los Argonautas del Pacifico Occidental”.   Tambien de ahí extrae un fragmento y lo incluye como uno de los elementos que advierten sobre  la condición del observador, del estudiosos de la cultura, y desde luego, de la  concreción del autor.  Pensarse como autor, y no como realizador de ensayos de escolapio, es una avance significativo de aquellos que se forman en disciplinas hibridas y novedosas.   El texto de Malinowski, es de la introducción del texto referido, y aquí se muestran las condiciones y elementos que le dan sustento a la escritura, y que pueden confirmar como verdadero autor, al antropólogo, y desde luego, al mismísimo Socioterritorialista.

Dice Malinowski: “Los resultados de la investigación científica en cualquier rama del saber deben presentarse de un modo totalmente cándido y libre de cualquier presupuesto. Nadie puede soñar en hacer una contribución experimental a la física o a la química sin dar una detallada relación de todos los experimentos; una exacta descripción de los aparatos empleados; de la manera en que se llevaron a cabo las observaciones; de su número, del tiempo dedicado a ellos, y del grado de aproximación con que cada medición  se llevó a efecto….Considero que sólo tales fuentes etnográficas son de un incuestionable  valor científico, aquellas fuentes etnográficas en las que podamos trazar de una manera clara la línea divisoria entre, por un lado, los resultados de la observación directa  y las interpretaciones y asertos de los nativos, y por otro, las inferencias (citado en Clifford Geertz, 1989).

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