El demócrata barbón
Por: Omar Árcega
“La democracia es como hacer el amor,
hay que hacerlo todos los días”
Maquío
“México se enfrenta a un dilema vital: Democracia o Autoritarismo”, aseveraba con voz potente en el lejano 1988 el entonces candidato a la presidencia de la República Manuel J. Clouthier, “Maquío”, como se le llamaba familiarmente. En unos días recordaremos los 25 años de su muerte. El 1 de octubre de 1989, México perdía a uno de los liderazgos políticos que condujeron el proceso democratizador de la nación; a un cuarto de siglo, su ejemplo nos muestra lo que aún debemos construir para tener un gobierno más justo.
El hombre
Manuel de Jesús Clouthier del Rincón nace en junio de 1934, se traslada de su natal Sinaloa a realizar los estudios preuniversitarios en una academia militar en Estados Unidos, de donde se graduará con honores. De regreso a México, opta por el ITESM para cursar la carrera de ingeniero agrónomo, allí descolló por ser un buen jugador de fútbol americano y líder estudiantil.
Con los años, Clouthier se reveló como un hábil empresario; a lo largo de su vida llegó a administrar catorce negocios. Durante esta etapa, se le recuerda por su sentido de responsabilidad social: los salarios de sus trabajadores eran decorosos, otorgaba becas para los hijos de sus empleados, les tenía un servicio de comedor y les ofrecía servicios médicos gratuitos. Por estas acciones y su carácter dicharachero era querido por sus empleados, este cariño se hizo evidente cuando José López Portillo intentó expropiar tierras del Maquío, al frente de sus trabajadores en tractores, a la manera de tanques, impidió que sus terrenos y los de otros agricultores fueran arrebatados. Tanta energía e inteligencia desplegó en esta defensa, que fue nombrado presidente de la Coparmex (1978-1980) y posteriormente presidente del Consejo Coordinador Empresarial (81-83). En 1986 es elegido candidato del PAN para contender por el gobierno de Sinaloa, fue una campaña de mucha efervescencia; pese a ello, el fraude se impuso.
El 21 de noviembre de 1987 es elegido candidato del PAN para contender por la Presidencia de la República. Una de las características de esa campaña fueron las concentraciones multitudinarias en donde se coreaba alegremente “Somos hombres, no acarreados”. En cada ciudad, la apasionada oratoria y la simpatía de Clouthier despertaba y enardecía multitudes. En esa elección estaba otro gran contendiente: Cuauhtémoc Cárdenas. Los dos encauzaron el descontento de millones de mexicanos, ambos representaban el ideal democrático que empezaba a florecer en México.
Al final de este proceso electoral tomó fuerza la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Las elecciones de ese 1988, marcadas por la “caída del sistema” fueron robadas al pueblo de México: Rosario Ibarra, Cárdenas y Clouthier inician acciones de protesta contra el fraude. Cuando se calificó el proceso electoral como legal, Maquío hizo una huelga de hambre, en el Ángel de la Independencia, entre el 15 y el 22 de diciembre de 1988.
El legado
Desde 1989 dedicará sus energías a negociar leyes que garantizarán procesos electorales limpios; el 1 de octubre de ese año, en un trágico accidente automovilístico, murió este guerrero de la democracia.
A 25 años de distancia y en el contexto de los 75 años de fundación de Acción Nacional, es necesario preguntarse: ¿Qué del legado político del Maquío sigue vivo en los panistas? ¿Dónde está esa pasión que surgía de la conciencia de que se luchaba por transformar a México y no sólo por obtener un puesto? En tiempos de suspirantes, la voz de Clouthier debería recordar al panismo que los puestos públicos son para gestionar el Bien Común, no los bolsillos y mezquinas ambiciones personales.
El sueño del Maquío era hacer de México un país democrático, donde sus habitantes fueran auténticos y comprometidos ciudadanos, no meros borregos; personas con capacidad, visión y valentía para ejercer la libertad y sus consecuencias. Cuando se solidarizaba con Cárdenas por el fraude electoral cometido en su contra, Clouthier nos deja una de sus más profundas enseñanzas: hay algo más grande que las ideologías y partidos: el bienestar de México. Y esto es lo que le ha faltado a nuestra clase política, la ambición personal los ha insensibilizado ante el hecho de que lo realmente importante es la transformación democrática de la nación.
Hace 26 años, México se debatía entre la democracia y el autoritarismo. Hoy, nuestra encrucijada es entre una democracia de baja calidad o la construcción de una nación de igualdad de oportunidades. Hace 26 años, estaban los titanes Cárdenas y Clouthier liderando el clamor ciudadano. Hoy, existe una mayor conciencia de la participación de la sociedad organizada en los asuntos públicos. El Maquío libró sus batallas, y nos legó el México del IFE y de la apertura democrática; ahora le corresponde a las nuevas generaciones, a ti y a mí, seguir construyendo un país menos corrupto, más equitativo, menos injusto y más generoso.
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