El desaseo de una Nación
Tigres de papel
Por: José Luis Alvarez Hidalgo
El imperio televisivo se tambalea, no sólo por la crisis económica, caída de sus ratings y de la venta de publicidad, sino por la competencia que le representa la televisión online, léase Netflix ¿El ocaso del gigante?
Luego de las inauditas declaraciones de Andrea Legarreta y de su comparsa, Raúl Araiza (quien, dicho sea de paso, ya ha estado implicado en otros atentados gravísimos a la Nación, en los lodos de PVEM), el aire se enrarece y lo fétido se hace oler por todos lados. El hecho de tratar de justificar lo injustificable en uno de los programuchos de TV con mayor rating en el país, representa una afrenta a la inteligencia de un pueblo que ya no se deja engañar.
Pero lo peor vino después, al tratar de justificar lo injustificable de sí misma, “revelar sus fuentes” y dar a conocer la verdad que ya todos sabíamos, pero que nos pareció encantadora al escucharla de sus labios: los conductores de televisión no tenemos opinión propia, lo que decimos es lo que nuestros patrocinadores imprimen en el telepronter, nosotros sólo leemos, no hacemos nada más.
Así, con la más cándida torpeza, Legarreta nos muestra el patio sucio de su labor como comunicadora y eso nos debe preocupar seriamente. ¿Acaso piensan que nos tienen en sus manos y que la simple declaración de una conductora de televisión va a apaciguar la rabia acumulada de una nación ultrajada por el régimen? Porque ya lo dijo John Ackerman en la brillante conferencia que vino a impartir a nuestra Universidad y a presentar su libro, “El mito de la transición democrática”: el pueblo ya no es pasivo, agachón y cobarde, está insatisfecho, inconforme y cada vez más tiende hacia el hartazgo y la rebeldía. Ahora se comporta con dignidad y ejerce la crítica sistemática en contra del sistema. Ya nadie cree en el presidente y muy pocos lo respetan.
Desde la perspectiva de Ackerman, Televisa se encargaba de montar el proyecto neoliberal en la conciencia del pueblo televidente mexicano y ahora fracasa estrepitosamente porque ya nadie les cree. El analista Jenaro Villamil también da cuenta de esta catástrofe en su reportaje “Televisa en declive” (Proceso No. 2048), en donde arguye que el imperio televisivo se tambalea, no sólo por la crisis económica por la que atraviesa debido a la caída de sus ratings y de la venta de publicidad, sino por la competencia que le representa la televisión online, léase Netflix ¿El ocaso del gigante?
Querétaro también se revuelca en su propio lodazal. El reciente nombramiento de los dos nuevos consejeros de la Comisión Estatal de Información Gubernamental (CEIG), creó inicialmente una fuerte controversia por aquello del desaseo en la elección al no conseguir los 2/3 de la votación y que gracias a la notoria ausencia del coordinador de la fracción priista, Mauricio Ortiz proal, no fue posible impedir ese atraco legislativo, amén del dudoso origen de los nuevos comisionados dada su cercanía con el poder ejecutivo; una, Elena Guadarrama, como ex asesora del actual mandatario estatal y el otro, Horacio Hernández, cobraba como secretario de la CEIG en el período de Francisco Garrido Patrón.
Lo más penoso del asunto es que Mauricio Ortiz no asistió a esa sesión legislativa porque el señor ya había contraído “un compromiso familiar” de antemano. Es decir, que una fiestecita con su familia le alejó de la obligatoriedad de representarnos en el Congreso estatal. A modo de comparación, en el argot teatral decimos que un actor sólo puede faltar a una representación escénica con el acta de su propia defunción en la mano. ¿Se comprende la analogía? Así que, Mauricio Ortiz no tiene justificación posible y tampoco tiene vergüenza.
El colmo de todo es que ahora el flamante coordinar del PRI en la legislatura local calmó los aparentemente enardecidos ánimos de sus correligionarios que estaban dispuestos a incendiar el parlamento, al declarar públicamente que (paráfrasis popular obligada): “ahí muere”, “no hay pex” y que ya no “la van a hacer de jamón” por el fraude legislativo y no van a impugnar el proceso electivo, que no quieren “hacerle daño a la institución y que mejor se van a poner a trabajar de la mano de sus cuates los panistas (Sic, mío de mi) para combatir la corrupción y garantizar la transparencia. ¡A otro comisionado con ese hueso¡
Para rematar, está el escandalito que reporta el periódico Plaza de Armas sobre la supuesta venta de calificaciones en el Instituto Tecnológico de Querétaro y el despido aparentemente injustificado de la persona con discapacidad, Martha Barrera, que llevaba laborando 17 años en el Instituto Municipal de las Mujeres. Más lo que se acumule esta semana…
Ya lo dijo John Ackerman, es necesario formar un nuevo bloque histórico (Gramsci, dixit) que logre crear una alianza social y política para transformar este país en un mundo nuevo. Ojalá Ackerman, ojalá.
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