Opinión

Ese diablo que se nos fue

Por: María del Carmen Vicencio

Un truco de control social consiste en asustar con Belcebú a los chicos y a quienes el sistema mantiene en la ignorancia. Otro implica identificar con él a todos aquellos que cuestionen las decisiones del poder. Una de mis vecinas, anciana muy humilde, lamentaba la decisión de Benedicto XVI de renunciar al papado, diciendo, compungida: “¡Y ahora qué vamos a hacer; ya se le metió el Chamuco al papa; ya no tendremos su protección en contra de los demás demonios que andan por ahí, como el Hugo Chávez, ése!” (sic).

En efecto, llama la atención con cuánto espanto, con cuánta furia y socarronería mucha gente se refería a Chávez. Mostrar simpatía por él implicaba ser señalado como “apestado”. Asociar a El Peje con él fue otro truco para evitar que el primero llegara a la Presidencia de México.

La manipulación emocional, que dificulta la reflexión y permite abrir la puerta de acceso al inconsciente, para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores o inducir comportamientos es una de las “Diez estrategias de manipulación mediática” que denuncia Noam Chomsky, el reconocido lingüista crítico estadounidense.

Hugo Chávez, uno de los más fervientes defensores de la Utopía Bolivariana y decidido opositor del imperio estadounidense era un líder tan fuerte, extravagante e irreverente, que “tenía que ser” denostado mediáticamente (junto con Evo Morales y Fidel Castro) como loco demonio, como un peligro para el mundo civilizado. (En respuesta, él también se burlaba de sus detractores, persignándose para exorcizar al “Demonio Bush, que anduvo por aquí”).

¿Qué es eso de la Utopía Bolivariana?

Simón Bolívar, máximo héroe de la independencia de Sudamérica, soñaba, en el siglo XIX con crear un Estado latinoamericano, que uniera todos los países que pugnaban por emanciparse del imperio español (incluido México). “Latinoamérica unida y libre”, era su lema. Hoy, muchos líderes políticos e intelectuales de izquierda, en los países del Cono Sur, no sólo están reviviendo ese sueño para liberarse del imperio neoliberal, también están trabajarlo para hacerlo realidad con acciones concretas.

El dictador Hugo Chávez, popular y populista, logró así cambiar a Venezuela hasta sus cimientos en favor de los más humildes, luchando contra viento y marea, en contra del abusivo intervencionismo norteamericano y sorteando varios intentos golpistas. Sometió a poderes fácticos, expropiando sus bienes; protegió la producción petrolera nacional; bajó considerablemente los índices de analfabetismo y pobreza; mejoró la economía e impulsó la investigación científica y la productividad de su país, en muchos sentidos.

La Utopía Bolivariana, motor de Hugo Chávez, se resume en pocas pero fuertes y profundas ideas: ¿Para qué unirnos? Porque solos no podemos. Nos unimos en el reconocimiento y el respeto a la diversidad, para luchar por el bienestar de todo el pueblo (en contra del capitalismo que rompe el tejido social y nos lleva a desconfiar unos de otros, a competir unos contra otros, a destruirnos unos a otros; contra el capitalismo que esclaviza a muchos para encumbrar y beneficiar a unos cuantos). Nos unimos por un desarrollo sustentable (contra el capitalismo que sólo tiene visión de corto plazo, que explota y destruye salvajemente los recursos naturales, sin pensar en las generaciones que vendrán y sin cuidar a la naturaleza, nuestra madre). Nos unimos por un desarrollo en el que ningún ser humano tenga que renunciar a su capacidad pensante, a su dignidad, a su libertad, a su derecho de ser distinto, a su sentido solidario con los otros, a su bienestar, a su felicidad…

En un espíritu similar, en el 2010 se reunieron 33 jefes de Estado (¡incluyendo al mexicano!) para integrar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un bloque continental regional que constituye un contrapeso para la lógica abusiva del poder dominante. En una de las reuniones de este organismo intergubernamental, Chávez cuestionó, claridoso, la falta de acciones concretas que volvieran el discurso, práctica: “Nosotros andamos de cumbre en cumbre y nuestros pueblos, de abismo en abismo”.

Así también surgieron: la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que desterró en esa región al ALCA de cuño capitalista (Área del Libre Comercio de las Américas); el Mercosur y el Unisur, organizaciones y movimientos sociales que, aunque distintos entre sí, vienen enfrentando históricamente a la globalización neoliberal, que todo lo quiere homogeneizar, y promoviendo una globalización (mejor: internacionalización) alternativa para el beneficio popular.

A pesar de su personalidad “estrafalaria” (¿o gracias a ella?), Hugo Chávez fue un líder fundamental en la construcción de esta utopía alternativa.

Desviar la atención de asuntos importantes, en este caso, del proyecto bolivariano hacia los defectos de Chávez es otro truco mediático (Chomsky), que emplea la técnica del diluvio, provocando continuas distracciones o inundando la mente individual y social de informaciones irrelevantes; un truco que no logra atrapar a las personas suficientemente informadas y críticas.

metamorfosis-mepa@hotmail.com

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