Opinión

Espontaneidad y complejidad

Punto y seguido

Por: Ricardo Rivón Lazcano

Es preferible el dogmatismo al nihilismo

O cualquiera de los dos o los dos juntos,

Pero nunca, nunca, la incertidumbre.

Sólo el aferramiento al ego puede hacernos creer que podemos influir e impactar en el devenir de la historia. Y no me refiero a la dinámica del sistema social mundial, ni a la gran complejidad del sistema político mexicano, ni a la aparente simplicidad del “tejido social gremial” o la convivencia en un salón de clase que, aunque menor en tamaño, no afecta, no importa a dicha complejidad.

El aferramiento al ego puede hacernos creer que, por ejemplo, desde las gradas de un estadio de futbol, o desde el cómodo asiento de nuestra sala, al “echar” porras o mandar buenas “vibras” o gritarle “putooooo” al portero rival, nuestro equipo modificará su dinámica alcanzando un resultado que sólo nosotros consideramos mejor “para todos”.

En ese delirio pasamos por alto que algunos seguidores del otro equipo tienen idénticos comportamientos -de hecho la gran mayoría aprecia el futbol sin locuras ni loqueras-, por eso la violencia en las tribunas, en los hogares, en las cantinas. Ese estilo de aferramiento es escaso, pero muy espectacular. Es posible, incluso, que el resultado del partido lo decida el azar, o influencias más poderosas como los intereses creados, los mafiosos incluidos.

El aferramiento al ego nos hace violentos, no valientes. Lo peor, violentos contra los cercanos, tanto espacial,como afectivamente ¿qué otra cosa es, si no, la violencia intrafamiliar, la violencia escolar, la violencia laboral?

Caos y orden es un libro de más de 400 páginas. La dificultad de leerlo es directamente proporcional a mi ignorancia. Antonio Escohotado es el autor. Lo publica Espasa. Está disponible, no sé si ilegalmente, en Scribd.

Me obligo a leerlo parsimoniosamente, regresando una y otra vez, recordando aquel viejo librito de Immanuel Wallerstein Abrir las ciencias sociales, como antídoto contra esa especie de coagulación de intereses llamadas disciplinas. Intentando también abrir la mente a lo complejo e incierto de lo que decimos saber, y de lo que aseguramos creer.

Dice Escohotado:

-Mínimas e inevitables variaciones al comienzo de cualquier proceso acarrean cambios potencialmente gigantescos al término. Este efecto mariposa, junto con teoría de caos, fractales, estructuras disipativas y otros varios tipos de autoorganización natural, inauguraron hace pocas décadas un cambio en el modo de entender el mundo que se conoce como paradigma de la complejidad. Su opuesto es el simplismo predictivo, que tanto ha reinado en ciencia y política. El nuevo modo de investigar reduce lo simple a ciertos seres ideales (desde el inextenso punto geométrico a la omnipotencia divina), moderando las pretensiones de calcular exactamente cualquier hecho físico.

-Como dice un matemático contemporáneo, las cosas operan sobre sí mismas, una y otra vez y no seremos observadores ecuánimes mientras sigamos queriendo entenderlas como objetos inertes, predecibles.

-Somos nosotros, los docentes profesionales, y no el público (graduado o por graduar) quienes sostenemos el riguroso divorcio entre ciencias de la naturaleza, ciencias humanas y filosofía en sentido estricto, instalándonos en casillas progresivamente angostas que condenan al cultivo de un estupor recíproco, donde sabiendo cada uno mucho de alguna, y apenas nada del resto, acaba sabiendo casi nada de prácticamente todo.

-En un extremo se sitúan los frívolos, que sobrenadan la ruina de viejos ideales profesando la pretensión llamada constructivismo, cuyo núcleo es una versión muy aguada de las tesis spenglerianas: cada cultura, cada clase e incluso cada grupo de individuos vive inmerso en burbujas incomunicables, y finalmente lo mejor es alinearse con los relativistas cognitivos.

En el otro extremo están los serios, que cuando no usan su formación para investigar y hacer hallazgos encuentran -espoleados ahora por Imposturas intelectuales- alguna posibilidad de perseguir el intrusismo profesional, confundiendo a relativistas con realistas como cierto hidalgo confundió a gigantes con molinos, aunque sin el gentil humor de aquél.

@rivonrl

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