Opinión

Experiencias de intervención psicológica: Breve reflexión acerca del estar en el mundo

Por: Sonia Sujell Velez Baez

El cuestionamiento acerca de la labor profesional, ayer como ahora, siempre ha estado presente en mí. Inquietantes preguntas relacionadas a las prácticas de intervención surgían, justo porque en los primeros tiempos de ese cuestionamiento, no me resultaba ajeno el encuentro con la atención clínica que se le dirige a un semejante.

Al volver a pensar en ello, con el paréntesis que pone el tiempo, hoy en día me permito decir que algunas inquietudes quedaron resultas, dando cabida a otras y propiciando que el encuentro con mi práctica y ejercicio clínico siempre sea nuevo y sorprendente.

“Hombre soy y nada humano es ajeno a mí”, proverbio escrito con letras que sobresalen de un muro exterior en cierta unidad hospitalaria a cargo de la atención relacionada a la salud mental, ubicada en el sur del Distrito Federal. Realicé una visita a esta institución con la finalidad de obtener un acercamiento a los nuevos mecanismos institucionales en la implementación de programas relacionados a la atención y el servicio que brindan los hospitales de alta especialidad a la población. Mencionaré dos aspectos que llamaron mi atención:

Primero, en cuanto al abordaje disciplinario de la enfermedad y segundo, en cuanto al lugar que se le concede al ser humano a quien se le brinda atención.

El ego es la Kriptonita del saber

Mujer, de aproximadamente 18 a 22 años. Es observada en un espacio de recreación. Se le ve alegre, sonriente, baila, establece comunicación con otros, habla con rapidez con un tono de voz alto y camina de un lado a otro. Pese a desconocer el motivo de su ingreso al hospital y al historial clínico, una especialista sostiene la certeza de que debido a las manifestaciones comportamentales que manifiesta se trata de una paciente con “diagnóstico bipolar y trastorno histriónico de la personalidad”.

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En el fluir de la charla informativa, en cuanto al mecanismo de atención, se menciona que en ocasiones la demanda de consulta es tan amplia que, en ocasiones el especialista se limita a “extender la receta médica, concluir la consulta y pasar al siguiente paciente”. Incluso “en ocasiones a éstos ni siquiera se les mira”.

Los veredictos sostenidos en el saber repercuten en las proporciones de los hechos. Las apresuradas respuestas que cierran toda opción, no posibilitan movimiento. Prevalece una imperiosa necesidad por nombrar, porque todo lo que tiene nombre existe y no hay cabida para la duda o la interrogación. Aventurarse a realizar juicios con sustentos disciplinarios empobrece la lectura de la problemática e ideologiza la intervención. Lo constatan los bombardeos televisivos en Cadena Nacional: “Línea de la salud con información que cura”, porque se trata de dar a todo una solución, porque todo lo tiene, menos la muerte”, así son las “cosas de la vida”.

Se insiste en la solución, porque hoy en día nadie puede vivir con aflicción, permanecer fuera es estar en cierta exclusión, por ello la solución se dirige incluso a las niñas bien, no hay cura pero sí locura.

La salud mental al alcance de todos

En la actualidad, la ocupación por la salud mental ha tenido una difusión considerable, en particular en los sectores políticos y en general en la sociedad. Cuyo efecto abarca desde la industria farmacéutica hasta las nuevas formas de nombrar a las afecciones de la época.

Existe una diversidad de nominaciones que identifican y determinan los estados de salud-enfermedad, por ejemplo, la monomanía relacionada a “la afección crónica ocasionada por el uso de celulares y redes sociales”, la nomofilia o nomofobia, considerada como la “enfermedad que afecta a los usuarios de los teléfonos móviles”, la cual se caracteriza por el “miedo irracional” que genera no traer consigo el teléfono celular. Hoy en día impera la diversidad de trastornos de la personalidad, de la alimentación y en varias ocasiones rayan en la sobredefinición; se cataloga al autismo como “desorden cerebral”, al suicidio como “efecto de las alteraciones de la mente”.

Nos encontramos en la era en donde hay explicación para todo, en la cual nominar es el afán vigoroso de inventarse y reinventarse palabras nuevas para determinado mal-estar. Imperando el dominio de los discursos alienantes donde toda cura también tendría que presentarse igual. “La clave de este universo paranoico no es la amnesia y el olvido, sino la manipulación de la memoria y de la identidad”. (Piglia, R. 2001). Puesta en juego de los distintos espacios de sometimiento y credulidad, en los cuales la supuesta verdad científica avala los métodos de selección y exclusión social.

Encontrarnos en un momento histórico social donde fácilmente podemos tener acceso a una diversidad de opciones de atención para la diversidad de afecciones que aparecen día a día, tiene efectos que no pueden pasar desapercibidos, para tal mal hay respuesta, para tal aflicción se aplica la misma solución. El cuestionamiento radica en cómo esas nuevas formas de salud-enfermedad repercuten el estar del sujeto en el mundo.

Encarar el ejercicio profesional con los nuevos abordajes y las necesidades sociales posibilitan la crítica y el replanteo desde el lugar de la práctica y de la intervención, justo porque abrirá, cerrará o dejará de par en par la puerta para que en el encuentro con el otro ser humano, éste se permita cuestionar o no su padecer.

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